Para contrarrestar las altas temperaturas del desierto, la escuela está orientada de tal manera que la luz solar no ingrese directamente a los puestos. La guadua en los muros divisorios contribuye en ese sentido. Asimismo, cada brizna de ventilación es aprovechada para que el ambiente interior sea fresco
Aunque la escuela está dispuesta para recibir a 50 estudiantes, sus espacios se adaptan de tal manera que toda la comunidad pueda aprovecharla a diferentes horas y con distintos fines.
El proyecto cuenta con un pozo de aguas subterráneas. Juan Salamanca, el arquitecto, tiene un taller llamado SALBA con presencia en Bogotá y Barcelona.
La estructura, que respeta la paleta de color del entorno y, por ello, no irrumpe en él de manera invasiva ni disonante, adquiere su flexibilidad gracias a unas puertas giratorias que se encuentran en los extremos, así como también en el centro de la escuela.
El saber del desierto
ESTE PROYECTO ARQUITECTÓNICO ES CAMBIANTE Y ESTÁ CULTURALMENTE ATADO A UNA COMUNIDAD WAYUU. SE TRATA DE UN COLEGIO MOLDEADO CON EL PAISAJE MISMO.
+
