Robots, amantes electrizantes
Un hombre enamorado de su computador en la película Her; una ‘damita’ casada con el robot de la familia en Hombre bicentenario, y un joven engañado y decepcionado por una bella robot en Ex Machina son algunos ejemplos de Hollywood que retratan relaciones sentimentales entre humanos y máquinas. ¿Pero qué tan cerca estamos de que eso se haga realidad?
La respuesta es un rotundo sí, a juzgar por el naciente mercado de muñecas (y muñecos) que hacen las veces de compañeros sexuales y que, como evolución de la poco atractiva muñeca inflable, no solo se ven muy reales, sino que tienen la capacidad y la inteligencia artificial de interactuar con sus amos humanos.
Adicional a la inteligencia artificial y al hecho de que los genitales son una imitación casi perfecta de los humanos, incluso en humedad, textura y temperatura, las máquinas humanoides se pueden personalizar en cuanto a sus rasgos físicos, como color de piel, tipo de cabello, pecas, vello corporal y otros atributos.
También vienen con ‘personalidades’ distintas, entre tímidas, un poco atrevidas y muy atrevidas, como lo demuestra un video del fabricante Real Doll (www.realdoll.com), en el cual un cliente potencial sostiene una conversación con una muñeca de nombre Melody.
En algún momento de la ‘charla’, el hombre le pregunta a la robot si quiere ser su novia, a lo que la máquina le contesta, sin vacilar: “Pensé que nunca lo ibas a preguntar”. Si el cliente lo requiere, Melody también puede jugar ajedrez con gran destreza.
El precio de estos juguetes sexuales varía entre 5.000 y 15.000 dólares, según el número de funciones y la configuración que el cliente desee; y en dicha configuración se encuentran muñecos machos, hembras y transexuales. En el interior hay sensores, procesadores, baterías y todo tipo de avance tecnológico.
¿Una tendencia?
La relación sexual entre humanos y máquinas es vista por muchos como algo normal y como una evolución de los juguetes sexuales típicos.
David Levy, experto en inteligencia artificial y autor del libro Amor y sexo con robots, explica que aunque ya existe una interacción física con estas máquinas, el amor y el matrimonio entre humanos y robots serán relativamente comunes en el año 2050, y especula con que probablemente el estado de Massachusetts será el primero en legalizar este tipo de uniones.
Levy no es el único en pensar así. El mercado de estos productos es tan prometedor que en 2015 varios representantes del mundo de la robótica organizaron un congreso para discutir las relaciones sexuales entre robots y seres en humanos en Kuala Lumpur, Malasia. El encuentro fue cancelado a último momento porque las autoridades se negaron a dar el permiso de realizarlo, con el pretexto de que es “un congreso ridículo, pues el sexo entre humanos y máquinas no tiene nada de científico y además no va con nuestra cultura”.
Por tal razón, el encuentro, con más de 40 conferencistas de todo el mundo, quedó programado para este mes de diciembre en Londres, Inglaterra.
Otros generadores de opinión, como la investigadora Kathleen Richardson, de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, están en desacuerdo con este mercado y con la práctica de la interacción íntima entre humano y máquina.
Richardson presentó un documento que hace parte de la ‘Campaña contra los robots sexuales’ (https://campaignagainstsexrobots.org), aduciendo que esta práctica se asemeja al modelo de la prostitución, en el cual hay una relación de cliente-objeto sexual, es decir que, en palabras de la académica, “se configura una relación asimétrica”.
Otros detractores de esta tendencia la objetan con el argumento de que tener sexo con una muñeca robotizada es como serle infiel a la pareja. “Si usar un vibrador para los 2,5 millones de mujeres que los compran en el Reino Unido no se considera infidelidad, ¿por qué habría de serlo un robot para el placer sexual?, contestó el diario británico Daily Mail. Para expertos citados por el medio inglés, un robot sexual se puede convertir, por el contrario, en un terapista sexual para la pareja o para aquellas personas solitarias a quienes se les dificulta entablar relaciones con otros individuos, tanto en el plano emocional como en el sexual.
De hecho, ya se han visto casos de hombres que han desarrollado una relación con sus muñecas, más allá de la de propietario-objeto. Es el caso de un ventrílocuo argentino que dice estar enamorado de su muñeca, incluso con el visto bueno de su sicoanalista, quien le ha dicho que desde que el artista no le haga daño a nadie o a sí mismo, no hay ningún problema con la ‘relación’.
El otro caso es el de un japonés que, debido a que tenía un empleo alejado de su hogar, decidió comprar una muñeca para satisfacer sus necesidades de compañía, con el aval de su esposa y sus hijos; el hombre terminó por enamorarse de su ‘amiga’, al punto que la baña, la viste y la lleva a todas partes con él.
*Publicado en la edición impresa de diciembre de 2016.