El ambicioso proyecto que le permitiría vivir en la estratosfera
Si este proyecto fuera un trabajo para la universidad o para el colegio no tendría tanta trascendencia. Solo que fue ideado por una empresa seria, que se caracteriza por sus diseños atrevidos pero profesionales, en todo el sentido de la palabra, así sea en el plano de la especulación.
Se trata de construir un edificio, conocido como la Analemma Tower, con tantos pisos que lo mejor es medir su longitud en distancia: 32 kilómetros, más o menos lo que hay entre La Caro, al norte de Bogotá, y el municipio de Sopó, con todo y curvas.
La firma neoyorquina de arquitectos, que también tiene proyectos de casas en Marte y una ciudad en las nubes, además de diseños actuales y funcionales, esbozó el edificio como un complejo dividido en diferentes secciones. Incluso se tomó el trabajo de calcular el tiempo de viaje en un ascensor magnético y sin cables, de un extremo a otro, del primero al último piso: unos 30 minutos.
La parte inferior estaría dedicada a oficinas y centros comerciales; las secciones intermedias se destinarían a apartamentos, y las superiores a cementerios, hospitales, hoteles, entretenimiento, restaurantes y otros servicios.
Lo verdaderamente novedoso es el concepto de la construcción. La estructura sería algo así como la canasta de un globo aerostático, solo que suspendida de un asteroide mediante cuerdas de miles de kilómetros de longitud.
El asteroide, a su vez, seguiría una órbita en forma de número ocho, que haría su recorrido completo en 24 horas, entre Nueva York y el sur de Perú, a una velocidad de 500 kilómetros por hora. Incluso, de bajada, pasaría sobre Cartagena y entre Ciudad de Panamá y Medellín, por la Costa Pacífica.
Habría dos puntos en los cuales la velocidad de movilización de la estructura se reduciría: cuando se devuelve, en Nueva York, y en el punto extremo, en Suramérica. Ahí podría haber abordajes al edificio y descensos a tierra firme.
Según las imágenes y las animaciones que exhibe el sitio web del constructor, la parte inferior del edificio pasaría ‘volando’ a unos cuantos cientos de metros sobre el suelo, suficientes como para no chocar con edificios altos cuando pase por encima de Nueva York, su punto más cercano al suelo durante todo el recorrido.
Eso sí, en ninguna parte dice, por ejemplo, cómo se sortearía el desafío de la interferencia con el espacio aéreo durante su recorrido, más si se tiene en cuenta que Nueva York cuenta con tres aeropuertos relativamente cerca entre sí.
Como para no salir de casa
Otra opción para abordar la gigantesca estructura, en caso de que algún día se llegue a construir, sería mediante naves especiales que se posarían sobre plataformas de abordaje. Una vez adentro, la idea es que los moradores del complejo urbanístico en el cielo bajen a la superficie lo menos posible, por los costos que ello supondría, y además porque el edificio lo tendría todo en materia de servicios, trabajo, estudio y ocio.
El segmento residencial estaría por fuera de la atmósfera terrestre, lo que les permitiría a los moradores tener una vista panorámica, justo por encima del globo terráqueo, y gozarían de 45 minutos más de luz solar al día que las personas que están en la superficie del planeta.
Adicionalmente, las ventanas cambiarían de forma y de tamaño dependiendo del segmento del edificio, pues en ello los visionarios han tenido en cuenta las diferentes presiones y las temperaturas extremas a las que se sometería la estructura. Por ejemplo, la zona residencial estaría a una temperatura exterior de menos 50 grados centígrados, y no habría oxígeno afuera, pues estaría ubicada en la estratosfera.
Ambicioso pero viable
Los costos de construcción, por su parte, serían altísimos pero aun así menores que construir en el suelo de Manhattan, en Nueva York. De otro lado, los arquitectos de Clouds AO dicen que buscarían afuera un insumo de construcción determinante: un asteroide.
Para hacer realidad el proyecto, los ingenieros tendrían que traer el cuerpo celeste de algún lugar del espacio cercano y ponerlo en la órbita deseada, una tarea titánica que costaría 1.250 millones de dólares, pero que, según ellos, es perfectamente factible. Para sustentar esta posibilidad, toman como referencia un proyecto que tiene la Nasa para el 2021, que consiste en cambiarle la trayectoria a un asteroide con el fin de que en un futuro se pueda evitar que uno de gran tamaño choque con nuestro planeta.
El edificio está diseñado para que sea autosuficiente. Tomaría la energía del Sol para convertirla en electricidad de una forma más eficiente que como se hace en la superficie de la Tierra, pues en la parte más alta de la torre se dispondrían paneles solares que cosecharían rayos solares casi las 24 horas del día, al tiempo que el agua se recolectaría de la condensación en las nubes y de la lluvia, para luego pasarla a una planta de tratamiento antes de que sea completamente potable.
En cuanto a los apartamentos, seis por piso en promedio, estos tienen diferentes diseños dependiendo del número de moradores y de sus necesidades. ¿Podremos asistir a su inauguración? Por ahora no queda más remedio que bajarnos de esa nube, pero no sobra recordar que todo gran proyecto real primero se construye en la mente de sus creadores.
*Publicado en la edición de mayo de 2017.