23 de noviembre del 2024
Foto: Elias Falla Mardini
13 de Octubre de 2017
Por:
Catalina Barrera

Hizo de su fama como cirujano estético en televisión un vehículo para hacer patria en esa Colombia donde el Estado no ha hecho la presencia que debiera. ¿Cómo es que un médico reconocido empezó a hacer patria con sus propias manos?

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Camilo Prieto, el médico ambientalista

Era conocido como el médico de la farándula. De hecho, su consultorio es un importante punto de referencia para cirugías estéticas. Pero su corazón ahora pertenece más a la periferia que a la capital del país. Hace siete años, Camilo Prieto creó el Movimiento Ambientalista Colombiano, una fundación que le ha permitido viajar por todo el país y ver la situación real de las zonas que el Estado, según él, “tiene en completo abandono”. Prieto pasó de ser un reconocido médico cirujano, que daba consejos en programas de televisión e intervenía a personalidades de ese mismo círculo, a complementar su vida con la defensa del medio ambiente y la ayuda humanitaria a sus compatriotas. Habla con pasión del campo, las selvas y los ríos de Colombia. Y aun con más pasión de la gente que los ocupa y que ha sobrevivido al abandono.

 

En 2010, cuando su fama se limitaba a intervenciones plásticas, decidió usar los seguidores que tenía en sus redes sociales para algo más que para mostrar los cambios en los cuerpos de sus pacientes. Quiso hacer algo por su país y no para sí mismo. Pero sabía que llevar agua y alimentos a La Guajira, plantar árboles en zonas deforestadas, enviar libros a las escuelas del Chocó y medicamentos a niños que no podían acceder a ningún sistema de salud no podía hacerlo solo. Juntó a varios colegas, especialistas y conocidos y empezó a regar la voz de lo que pretendía.

 

En pocos meses esta se difundió más de lo que esperaba. Publicaba en Facebook o Twitter la idea de hacer algo por algún lugar de Colombia, y miles de personas atendían el llamado. “Una vez solicitamos a través de internet 700 dosis de una medicina para ir a desparasitar niños en La Guajira, y nos llegaron más de 4.000 dosis en dos semanas”. Desde su consultorio, Prieto empezó a ver que sí era posible cambiar la vida de algunos colombianos, de la mano de otros que pensaban como él.

 

Curiosamente, sus redes sociales crecieron más cuando empezó esta labor que cuando solo cambiaba cuerpos. “Cuando trabajaba únicamente en cirugía plástica, mi Facebook tenía 70 mil seguidores; desde que empecé con el Movimiento Ambientalista ha crecido a cerca de 230 mil. Uno creería que lo más banal es lo que más mueve, y no es así. Este tipo de acciones despiertan mucho la solidaridad de la gente en Colombia”.

 

Y es que dentro de su filosofía ambientalista no está concebida la idea de pedir dinero. Para Prieto es más valioso el tiempo de quienes quieren hacer parte que el dinero que puedan donar. Y tiempo tienen todos. Su convocatoria ha sido exitosa, y curiosamente un 90% de quienes participan en proyectos de reforestación o ayuda humanitaria son mujeres. Mujeres que viajan y mujeres que reciben, en las zonas afectadas, ayuda mientras se vuelven líderes de esos territorios. “Las voluntarias y las víctimas se conectan perfectamente. Las mujeres entienden más los riesgos que tiene un niño o los cuidados que necesita. Y esto no es un enfoque machista, es algo sorprendente”.

 

El cirujano y ahora ambientalista ha podido conocer las necesidades de las zonas remotas de Colombia. Explica la ecuación del abandono estatal con dos puntos clave: corrupción y escasez de oportunidades al acceso a la salud y a la educación. Asegura que esos factores se repiten en cualquier comunidad en la que interviene. Eso que no hace el Gobierno lo trata de cubirir él, a su medida.

 

Hace poco terminó la primera etapa de un proyecto al que llamó “Chocolectura”. Una idea que consiste en llevar libros a las escuelas y bibliotecas de Bahía Solano. También viajó a La Guajira, donde trabajó en temas de desnutrición, seguridad alimentaria y pedagogía ambiental. Incluso ha diseñado, siguiendo los patrones arquitectónicos de los wayúu, huertas experimentales, donde los niños aprenden desde pequeños a sembrar y a cuidar las especies nativas. Luego del desastre de Mocoa, Prieto ha llevado más de 30 toneladas de ayuda humanitaria y sembrado más de 2.200 árboles nativos para reforestar la zona.

 

Pero sus acciones no son únicamente en los territorios. Además de intervenciones, el cirujano se ha encargado de denunciar las escasas acciones del Gobierno Nacional frente al medio ambiente. La calidad del agua, la polución en las ciudades y hasta la extracción de hidrocarburos. “El Gobierno trata a la gente solo como consecuencia de problemas, no como parte de la solución”, advierte, y dice que por lo mismo se abstiene de solucionar lo que le compete.

 

A lo largo de esos siete años viajando por Colombia, Prieto ha publicado dos libros: El perro a cuadros y La economía del bien común. En ambos propone una manera de migrar hacia una nueva economía. “Los colombianos nos desbordamos en solidaridad en los momentos en los que se necesita. Para aprovechar esto y, además, la biodiversidad que tenemos, hay que pensar en un modelo económico en el que nuestro patrón de referencia no sea algo como lo que parece ahora, como economías africanas, en las que la dependencia de combustible, la extracción de combustibles fósiles y de metales parecen ser el fuerte. En Colombia debemos potenciar el desarrollo de los servicios ecosistémicos que tenemos, y eso es de lo que hablo en las publicaciones”.

 

Pero aunque parece que siempre los problemas los resuelven quienes no deben mientras el Gobierno fantasea con hacerlo, Prieto también sostiene que cada uno de los que habitan en territorio colombiano tiene cierta responsabilidad. “El diagnóstico sobre los problemas de nuestro país seguramente la gran mayoría de los colombianos lo conoce. Y normalmente las propuestas para resolverlos se hacen a través de redes sociales que se llenan de indignación. Muchos comentarios dicen: ‘si yo fuera’ o ‘si yo hiciera’. Se ponen un futuro posible o dicen: ‘deberían’. Siempre en tercera persona. Pero cuando reconocemos que nuestras acciones pueden mitigar el sufrimiento y el dolor del otro, eso transforma la vida completamente”.

 

A lo largo de los años en los que Prieto ha estado mitigando ese dolor, también se ha encontrado a sí mismo como una persona que puede dar más de lo que está en sus manos, siempre en busca de la manera de expandir su alcance con las herramientas que tiene. A través del Movimiento Ambientalista Colombiano han crecido sus seguidores pero también sus acciones y, además de llevar alimentos y medicamentos, quiere llegar a ser influyente en las políticas públicas del país.

 

 

*Publicado en la edición impresa de septiembre de 2017.