Un sueño entre sombras
Uno de los escenarios más interesantes, pero a la vez más complicados para un director de cine, es tratar de mostrar, a través de su lente, una condición de discapacidad, y la forma en la que ve el mundo ese personaje con sus propias limitaciones. En la extraordinaria cinta de 2007, La escafandra y la mariposa, dirigida por Julian Schnabel, como espectadores fuimos testigos, mediante el óptimo uso de filtros, ángulos y movimientos de cámara, de la desesperación propia de Jean-Do, un hombre condenado al Síndrome de Cautiverio, una penosa enfermedad que tan solo le permitía abrir y cerrar uno de sus ojos y que, finalmente, se convirtió en su único medio de comunicación a través del parpadeo.
Si la discapacidad es de tipo visual, al realizador de cine le corresponde hacer uso de desenfoques, diferentes tipos de lentes, un manejo adecuado de la luz, para dar esa sensación de ceguera parcial, o casi total; cintas como Ray, cuando el talentoso Ray Charles fue perdiendo paulatinamente la visión en sus primeros años, o El ensayo de la ceguera, inspirado en la novela de José Saramago, donde la pérdida de la visión es una pandemia, dan buena cuenta de la importancia de transmitir esa desesperación a la audiencia.
Por eso, en la película titulada originalmente como Mein Blind Date Mit Dem Leben, que traduce literalmente del alemán, Mi cita a ciegas con la vida, y que alguno de esos “genios” visionarios la presenta para el público hispanoparlante como Un sueño entre sombras, procura, durante gran parte del metraje, desde esos primeros minutos, mostrar la discapacidad de Saliya, un hombre nacido en Sri Lanka, al que en un infortunado día sus ojos se rehúsan a proyectarle el mundo tal cual es, dejándolo apenas con el 5% de la visión de una persona normal. Cualquiera en su estado decidiría llevar una vida como la de aquellas personas que aceptan sus limitaciones y tratan de buscar un empleo, diseñado especialmente para esa atropellada población que es discriminada y relegada como consecuencia de sus consabidos impedimentos. Pero él, al escuchar tantas puertas cerrarse, decide intentarlo en igualdad de condiciones que el resto de las personas; así, apoyado en sus otros ya desarrollados sentidos, intenta llevar a cabo su sueño, el de graduarse como un empleado ejemplar en uno de los históricos hoteles de Múnich, en Alemania. Aunque las cosas salen bien en principio, un inoportuno amor será el encargado de cegar por completo su camino hacia el éxito.
Con Un sueño entre sombras, tenemos un filme que, si bien tiene los elementos necesarios para plasmar una emotiva historia de la vida real, en la pantalla grande, teniendo la convincente actuación de Kostjia Ullmann, el acertado lente del director Marc Rothemund, y unos personajes secundarios que complementan el relato, su gran yerro recae en los ritmos que maneja, porque al principio y en gran parte del clímax usa un tono en exceso rosa y benévolo que la hace parecer un cuento de hadas, para, en su tramo final, cambiar bruscamente a un vertiginoso y forzado escenario dramático, terminando de nuevo en una chirriante rosa. Al parecer al director se le perdió de vista el equilibrio de la trama.
Ficha técnica
Título original: Mein Blind Date Mit Dem Leben (Un sueño entre sombras)
Año: 2017, Alemania
Idioma: alemán
Duración: 111 minutos
Géneros: comedia, drama, biografía cinematográfica
Director: Marc Rothemund
Reparto: Kostjia Ullmann, Anna Maria Mühe, Ludger Pistor
Calificación (en la escala del 1 al 5): 3