Pájaros de verano, una mirada profunda al norte colombiano
Catorce años atrás, en 2004, Ciro Guerra, oriundo de Río de Oro, Cesar, comenzó a despuntar como uno de los directores más talentosos con su ópera prima La sombra del caminante, una versión minimalista, en blanco y negro, que de modo sutil y contundente mostraba un interesante punto de vista del conflicto armado colombiano, al recrear su historia en la capital de la república.
Cinco años más tarde, en 2009, su brújula apuntó al norte y se dejó llevar por Los viajes del viento, su segundo largometraje, rodado a color, que involucró el mágico mundo del vallenato, ese de las historias de juglares, ese de los duelos con acordeón, con un relato vibrante y una estética muy bien conseguida. En 2015, Ciro Guerra traspasó fronteras, pese a seguir en Colombia, porque en su viaje al sur de la geografía nacional, a la Amazonia, y retornando al blanco y negro, llevó su historia a lo más alto del cine mundial al conseguir una nominación a los Premios Oscar a Mejor cinta extranjera con la descollante: El abrazo de la serpiente.
Este año, de nuevo Ciro Guerra, junto a Cristina Gallego, vuelve al norte, más al norte, al corazón de La Guajira, a ‘vuelo de pájaro’.
A mediados de los años setenta, Colombia emergió como uno de los países exportadores de marihuana, en lo que muchos sociólogos llamaron “la bonanza marimbera”, un escenario donde grandes extensiones de cultivo fueron dedicadas a la siembra de este psicotrópico, en detrimento de los cultivos tradicionales. A partir de ese episodio histórico surge la trama de Pájaros de verano, el cuarto filme de Ciro Guerra como realizador, un relato que aborda este pasaje desde varios puntos de vista.
Raphayet, es un hombre ‘arijuna’ (‘extranjero’ para los wayú), que al mismo tiempo tiene sangre de esta etnia de la Alta Guajira; por eso quiere tener como esposa a Zaida, una mujer que hace parte de un gran matriarcado regido por una mujer de armas tomar, llamada Úrsula, plena creyente y convencida de todas las tradiciones y culturas de los wayú. Para poder acceder a esa relación, Raphayet pasa de ser un simple contrabandista de licor para convertirse en un próspero traficante de marihuana, en compañía de su amigo de toda la vida: Moisés. Juntos van a comprarle el cannabis a otro clan de la región, para vendérselo a los gringos; sin embargo, cuando el dinero comienza a llegar por montones, tanto que para poder saber la cantidad hay que pesarlo, surgirán una serie de rivalidades, enemistades, que pondrán a prueba la lealtad de varios de los personajes, tanto con sus propias raíces como con sus familias, en un juego de honor, amor, venganza y guerra.
Con Pájaros de verano tenemos una cinta muy similar en su concepción y desarrollo a lo visto en el filme de 2004, también de Colombia, El rey, dirigido por Antonio Dorado y protagonizado por Fernando Solórzano, donde se veía el ascenso y la caída del hombre que inundó de cocaína al Valle del Cauca. Ciro Guerra de nuevo demuestra que es un director que apuesta en gran medida a una impecable parte estética y a un trabajo dedicado y veraz con su grupo de actores, en esta ocasión de la mano de Cristina Gallego. Pájaros de verano vuela alto, con una entretenida, matizada y emotiva historia, donde la acción, el drama y la historia aparecen en las dosis correctas, acompañadas de una exquisita visión de una de las etnias más importantes pero más olvidadas de nuestra cultura indígena. Cine de talla internacional, y una de las mejores películas de este año.
Ficha técnica
Título original: Pájaros de verano
Año: 2018, Colombia, Dinamarca, México
Idioma: español, wayú, inglés
Duración: 125 minutos
Géneros: drama, acción, historia
Directores: Ciro Guerra, Cristina Gallego
Reparto: Natalia Reyes, José Acosta, Carmiña Martínez, John Narváez, Juan Bautista
Calificación (en la escala de 1 al 5): 4
*Publicado en la edición impresa de agosto de 2018.