Paraíso Línea Negra
“Es fotografía pero no hay fotografía y es pintura pero no hay pintura”… Así describe su obra el maestro ecuatoriano Tomás Ochoa Riquetti ( 1969 ) , quien, en la Galería Duque Arango de Medellín, exhibe las primeras 12 obras del apasionado trabajo que lo llevó a sumergirse en la geografía colombiana en donde hubo presencia de grupos armados, y rendir ahora tributo a esa acción política pero sobre todo poética que años atrás hicieran los indígenas arhuacos demarcando territorios para reestablecer y sanar la tierra, “llevo al terreno del arte esta historia y recorro Colombia”.
Reemplaza los pixeles por granos de pólvora y activa con fuego el espíritu de su creación, logrando, al quemar, la imagen en la tela que parece una pintura, pero que no lo es…“Son imágenes hechas con fuego”. Y así de manera literal y enfática como lo afirma el artista cuando habla de su trabajo, también lo es cada una de sus piezas, “explosiva”.
Ochoa, quien sigue valiéndose de ese campo expandido de la pintura que le ha permitido mezclar diversos medios, usa la pólvora como contenido simbólico importante, como signo de violencia pero al mismo tiempo de catarsis. Y habla del fuego refiriéndose a él “como un acto de psicomagia que hace que el paciente escriba una experiencia dolorosa y luego la queme, no para deshacer sino para que esas imágenes adquieran nuevos significados. Fuego restaurador y disparador de otros sentidos…”.
Afirma el artista que “el arte no presenta posiciones sino que por el contrario abre preguntas y en el contexto actual es interesante plantearse el hecho de que el paisaje colombiano de alguna manera ha sido preservado paradójicamente. Quizás si no hubiese existido presencia de estos grupos en estas zonas, transnacionales mineras o de turismo lo habrían acabado … Yo no soy quien para decir que eso es bueno o malo pero abro preguntas, abordo esas paradojas y dejo a la interpretación del espectador las conclusiones.”.
“El arte está hecho de ausencia, de lo que falta, no de lo que sobra y vamos haciendo recorrido de ausencia para restaurar ese equilibrio que perdemos o que la condición humana nos lleva de manera absurda a destruir. Arte es una especie de antídoto contra la muerte y de alguna manera nos redime de sabernos mortales… hacemos arte para, por un momento, pensarnos inmortales pero sabemos que eso no va a ocurrir”.
Su tema ha sido la violencia y lo ha abordado de manera sutil, a través de la cita de hechos históricos y en las estrategias de representación del poder, le interesan las paradojas que dimensionan las imágenes que con el fuego no se queman, no desaparecen sino que se “repotencializan. Abordo la violencia para generar preguntas en torno a la historia y a procesos contemporáneos, pero no doy respuestas ni tomo partido por uno u otro de los agentes del conflicto, pretendo mostrar un fenómeno que ocurrió y que hace reflexionar”.
“Es fotografía pero no hay fotografía y es pintura pero no hay pintura”… Así describe su obra el maestro ecuatoriano Tomás Ochoa Riquetti ( 1969 ) , quien, en la Galería Duque Arango de Medellín, exhibe las primeras 12 obras del apasionado trabajo que lo llevó a sumergirse en la geografía colombiana en donde hubo presencia de grupos armados, y rendir ahora tributo a esa acción política pero sobre todo poética que años atrás hicieran los indígenas arhuacos demarcando territorios para reestablecer y sanar la tierra, “llevo al terreno del arte esta historia y recorro Colombia”.
Reemplaza los pixeles por granos de pólvora y activa con fuego el espíritu de su creación, logrando, al quemar, la imagen en la tela que parece una pintura, pero que no lo es…“Son imágenes hechas con fuego”. Y así de manera literal y enfática como lo afirma el artista cuando habla de su trabajo, también lo es cada una de sus piezas, “explosiva”.
Ochoa, quien sigue valiéndose de ese campo expandido de la pintura que le ha permitido mezclar diversos medios, usa la pólvora como contenido simbólico importante, como signo de violencia pero al mismo tiempo de catarsis. Y habla del fuego refiriéndose a él “como un acto de psicomagia que hace que el paciente escriba una experiencia dolorosa y luego la queme, no para deshacer sino para que esas imágenes adquieran nuevos significados. Fuego restaurador y disparador de otros sentidos…”.
Afirma el artista que “el arte no presenta posiciones sino que por el contrario abre preguntas y en el contexto actual es interesante plantearse el hecho de que el paisaje colombiano de alguna manera ha sido preservado paradójicamente. Quizás si no hubiese existido presencia de estos grupos en estas zonas, transnacionales mineras o de turismo lo habrían acabado … Yo no soy quien para decir que eso es bueno o malo pero abro preguntas, abordo esas paradojas y dejo a la interpretación del espectador las conclusiones.”.
“El arte está hecho de ausencia, de lo que falta, no de lo que sobra y vamos haciendo recorrido de ausencia para restaurar ese equilibrio que perdemos o que la condición humana nos lleva de manera absurda a destruir. Arte es una especie de antídoto contra la muerte y de alguna manera nos redime de sabernos mortales… hacemos arte para, por un momento, pensarnos inmortales pero sabemos que eso no va a ocurrir”.
Su tema ha sido la violencia y lo ha abordado de manera sutil, a través de la cita de hechos históricos y en las estrategias de representación del poder, le interesan las paradojas que dimensionan las imágenes que con el fuego no se queman, no desaparecen sino que se “repotencializan. Abordo la violencia para generar preguntas en torno a la historia y a procesos contemporáneos, pero no doy respuestas ni tomo partido por uno u otro de los agentes del conflicto, pretendo mostrar un fenómeno que ocurrió y que hace reflexionar”.
Las obras del Maestro Tomás Ochoa estarán exhibidas desde el 12 de agosto en la Galería Duque Arango de Medellín Carrera 37 # 10 A - 34 / Lunes a sábado / 10:00 a.m. a 6:00 p.m.