30 de diciembre del 2024
Trump es el primer expresidente de EE. UU. en enfrentar un juicio penal en el que, además, fue hallado culpable de 34 cargos criminales. Fotos: Getty Images
Trump es el primer expresidente de EE. UU. en enfrentar un juicio penal en el que, además, fue hallado culpable de 34 cargos criminales. Fotos: Getty Images
25 de Junio de 2024
Por:
Carlos Urrutia*

La disputa electoral entre el impopular presidente Joe Biden y el "empapelado" Donald Trump tiene al mundo entero con los pelos de punta. Desde las antípodas, ambos aspirantes a la reelección se verán cara a cara en el primer debate, programado para el 27 de este mes. 

Una campaña inédita entra a su recta final

 

EN MENOS DE cinco meses, los norteamericanos elegirán su presidente para el período 2025-2029. Una elección que tendrá muchísima trascendencia no solo para la sociedad estadounidense, sino, también, para la comunidad internacional. En esta ocasión, son pocos los lugares del mundo que escapan a los intereses de los Estados Unidos, bien sea por consideraciones de seguridad o por temas económicos y de comercio.

 

La campaña presidencial está entrando en la recta final. En julio y agosto las convenciones de los partidos Demócrata y Republicano escogerán sus candidatos. Sin embargo, salvo circunstancias imprevistas, es claro que se enfrentarán el expresidente Donald Trump y el presidente Joe Biden. Aunque participarán otros candidatos no afiliados a los partidos, solo Robert F. Kennedy Jr. podría incidir en los resultados; es hijo de Robert Kennedy, quien fuera fiscal general (attorney general), y sobrino de JFK, ambos trágicamente asesinados. El hecho de pertenecer al clan Kennedy lo destaca y encuestas recientes le atribuyen 10 % de la votación, suficiente para inclinar la balanza en cualquier sentido.

Muchas cosas pueden pasar en cinco meses de campaña. Esta vez habrá solo dos debates entre Trump y Biden, el primero de los cuales tendrá lugar el próximo 27 de junio. Hay gran expectativa, pues existen dos factores críticos que atraen la atención: en primer lugar, que el jurado en el juicio que se adelanta contra Trump ante un tribunal de Nueva York dictaminó que el expresidente es culpable de los 34 cargos por los que fue acusado de fraude electoral por contabilizar como gastos de abogados el pago de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels. El juez de origen colombiano Juan Merchán fijó el 11 de julio como fecha de la audiencia en la que resolverá si condena o no a Trump a una pena de cárcel. El hecho de que, por  primera vez en la historia, un expresidente y candidato sea convicto de un delito, muy seguramente incidirá en la decisión de muchos americanos en el momento de votar.

 

En segundo lugar, cada día se afianza más entre el público la percepción de que la condición física y cognitiva de Biden se ha deteriorado hasta el punto de que no sería apto para gobernar cuatro años más. El estado del presidente parece afectar su capacidad de movimiento y se ve vacilante al momento de hablar. Todos sus pronunciamientos ante la prensa están siendo celosamente controlados por su campaña. No hay intervención suya que no esté sujeta a un libreto estricto que él sigue mediante el teleprónter. Por ello, cualquier traspiés de Biden en sus intervenciones, una falla de memoria o de expresión oral en los debates, podría tener efectos devastadores para la reelección del presidente. Como si fuera poco, la vicepresidenta Kamala Harris no entusiasma al electorado demócrata, que preferiría que Biden la descartara como fórmula vicepresidencial, en favor de un político más carismático que proyecte seguridad en el manejo de los asuntos públicos. Dada la edad del presidente, no es descabellado pensar que, en los próximos cuatro años, quien ocupe la vicepresidencia sea llamado a gobernar.

 

Si bien hay consenso entre los ec nomistas en cuanto a que la gestión del Gobierno ha sido exitosa, diversos frentes le han complicado la campaña al presidente. Hay dos dichos populares que siempre orientan las estrategias políticas: uno enseña que todo lo político es local, y el otro, que lo importante “¡es la economía, estúpido!”

LAS CARTAS INSUFICIENTES DE BIDEN

En el frente interno, el Gobierno ha enfatizado el gasto social, orientado a construir nueva infraestructura y mejorar la existente. Consiguió que el Congreso aprobara dos leyes que buscan reducir la inflación e implementar una política industrial encaminada a incentivar la producción nacional de bienes tales como vehículos eléctricos y artículos para el sector tecnológico. Además, el Gobierno ha tomado decisiones drásticas para proteger el mercado americano frente a la competencia externa, principalmente de productos provenientes de China, aumentando aranceles y estableciendo restricciones adicionales que van en contravía de los principios del Libre Comercio.

Gracias a la política de la Reserva Federal de aumentar agresivamente las tasas de interés, la inflación ya se redujo al 3,25 %, sin sacrificar el empleo ni generar una recesión. Sin embargo, el consumidor americano no reconoce esos logros. En efecto, las personas se quejan del aumento de los precios de los productos de la canasta familiar y responsabilizan a Biden de lo que consideran un desempeño deficiente. Es el flanco más débil del presidente.

Está también el problema de la inmigración ilegal. El Gobierno no ha sabido confrontar con decisión la llegada masiva de inmigrantes a través de la frontera con México. Esa situación ha afectado la calidad de vida de muchas comunidades y deteriorado su seguridad, pues han sido literalmente invadidas por población de muy diversos orígenes que requieren medidas asistencialistas básicas de los gobiernos locales. Todo ello ha llevado a que, a pesar de los esfuerzos de la administración Biden por cambiar las percepciones de la gente, los consumidores no crean estar hoy mejor de lo que estuvieron durante el Gobierno de Trump.

El juez de origen colombiano Juan Merchán fijó el 11 de julio como fecha de la audiencia en la que resolverá si condena o no a Trump a una pena de cárcel.

LOS OBSTÁCULOS PARA TRUMP

Desde luego, el expresidente Trump tiene sus propios problemas. Los principales tienen que ver con los procesos legales en su contra. El caso de Stormy Daniels no es el único. Hace pocos meses, en un juicio civil, otro tribunal de Nueva York lo condenó a pagar 185 millones de dólares por acoso sexual a una mujer en un vestuario de un almacén neoyorkino. Están pendientes, además, un caso por retención ilegal de documentos secretos de la presidencia, otro por intento de cambiar los resultados electorales que le dieron el triunfo a Biden, y el más importante: el juicio en el que lo acusan de haber incitado a sus seguidores a una asonada contra el Capitolio en Washington, como parte de la estrategia tendiente a voltear los resultados de la elección de 2020.

No obstante, Trump ha logrado distraer la atención y persuadir a la gran mayoría de electores republicanos de que todos esos casos no son más que una persecución política de la izquierda, una “cacería de brujas” patrocinada por el Gobierno para impedir su reelección.

 

Cualquier traspiés de Biden en sus intervenciones, una falla de memoria o de expresión oral, podría tener efectos devastadores para su reelección. 

Por otra parte, a Trump lo responsabilizan de la sentencia emitida por la Corte Suprema de Justicia en 2022, conocida como el caso Dodd, que dejó sin efectos la decisión Roe vs. Wade de la propia Corte, la cual consagró el derecho de las mujeres a abortar, sin condiciones, hasta la semana 24 del período de gestación. El resultado práctico es que la facultad de regular el aborto quedó en cabeza de la asamblea legislativa de cada Estado de la unión. Durante el período transcurrido desde Dodd, varios Estados controlados por el partido Republicano ya han establecido restricciones que virtualmente prohíben el aborto. Otros han reducido a pocos meses el plazo para abortar, lo cual perjudica a las mujeres más pobres que son las que más demoran en resolver si optan por interrumpir el embarazo. El tema es particularmente sensible, pues la mayoría de mujeres consideran que tienen derecho a controlar todo lo relacionado con su cuerpo y no admiten restricciones que limiten sus decisiones al respecto. En esto, Trump se encuentra en una encrucijada, pues es consciente de que la postura antiaborto de los republicanos puede empujar a muchas mujeres a votar por Biden, quien tiene una larga trayectoria de respeto de ese derecho.

INGREDIENTES ADICIONALES

Como ocurre en muchas sociedades, la política en los Estados Unidos está muy polarizada. No es exagerado decir que, en todos los temas, cada candidato aboga por una posición radicalmente opuesta a la de sus adversarios. En esas circunstancias, el desgaste propio de un gobernante impopular hace que Biden sea muy vulnerable a las críticas. En materia internacional, la guerra por la invasión rusa de Ucrania y el apoyo financiero del Gobierno a la causa ucraniana son objeto de agrias controversias. Algo similar ocurre con el apoyo de los Estados Unidos a Israel en su reacción frente al cruel y sanguinario ataque de Hamás en octubre de 2023. Presionado por manifestaciones propalestinas de estudiantes universitarios, Biden ha buscado que el Gobierno de Netanyahu cese los ataques que ponen en riesgo a la población civil de Rafah y de la franja de Gaza. Los republicanos, por su parte, reclaman un apoyo incondicional a la causa judía y descalifican severamente los esfuerzos de llevar a ese país a una negociación que le dé a Hamás una salida adversa a los intereses del Gobierno israelí.

A estas alturas, todo indica que Trump está adelante en las encuestas por 1 o 2 puntos porcentuales. Organizaciones como Real Clear Politics y la revista inglesa The Economist indican que, a pesar de la decisión del jurado que declaró culpable a Trump el pasado 30 de mayo, las encuestas lo ubican adelante. No obstante, la ventaja está siempre dentro del margen de error, lo que significa que hay un empate virtual entre los dos candidatos. El sistema electoral estadounidense es complejo: cada Estado tiene un número dado de electores en el llamado Colegio Electoral, por lo cual la estrategia consiste
en acumular triunfos en la mayor cantidad de Estados que cuenten con una cantidad significativa de electores. Según los analistas, hay seis en los que se definirá la elección y, en ellos, Trump aventaja al presidente.

Trump tiene el control absoluto de su partido. Ha conseguido moldearlo a su imagen. Con pocas excepciones, los líderes republicanos proclaman la inocencia del expresidente y denuncian que todo ello es una patraña del Gobierno para usar el Departamento de Justicia como arma para impedir la reelección. Sus partidarios han reaccionado de manera similar; prueba de ello es que durante las 36 horas siguientes a la decisión del jurado que declaró culpable a Trump, su campaña recaudó 54 millones de dólares.

Mientras tanto, la estrategia de la campaña de Biden consiste en repetir hasta la saciedad que Trump es un delincuente convicto que hay que derrotar en las urnas, confiado en que el electorado demócrata y muchos independientes rechacen contundentemente la posibilidad de respaldarlo.

Lo que queda de campaña será muy duro. Veremos un deterioro lamentable de la retórica electoral. Sin duda, el pueblo americano echará de menos las reglas no escritas de mínima civilidad que, en épocas anteriores, prevalecían en la política.

*Exembajador de Colombia en Estados Unidos.