Tres antipoemas para recordar a Nicanor Parra
Nicanor Parra nació en San Fabián de Alico, el 5 de septiembre de 1914. Fue el mayor de nueve hermanos y se formó en el Internado Nacional Barros Arana, donde ingresó financiado por una beca de la Liga de Estudiantes Pobres. Años después estudió Matemáticas y Física en el Instituto Pedagógico de la U. de Chile.
En 1937 publicó su primera obra, el poemario Cancionero sin nombre. El ejemplar obtuvo el Premio Municipal de Santiago y consiguió que Gabriela Mistral lo señalara como “el futuro poeta de Chile”.
Sin embargo, Parra es recordado por la ‘antipoesía’, una rebelión contra el canon poético reinante en Chile, con Neruda a la cabeza. Gracias a su obra, fue ganador del Premio Nacional de Literatura de Chile en 1969, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2001 y en 2011 recibió el Premio Cervantes, considerado el más prestigioso de la literatura en castellano. Estos son algunos de sus poemas:
Desorden en el cielo
Un cura sin saber cómo,
Llegó a las puertas del cielo,
Tocó la aldaba de bronce,
A abrirle vino San Pedro:
“Si no me dejas entrar
Te corto los crisantemos”.
Con voz respondiole el santo
Que se parecía al trueno:
“Retírate de mi vista
Caballo de mal agüero.
Cristo Jesús no se compra
Con mandas ni con dinero
Y no se llega a sus pies
Con dichos de marinero.
Aquí no se necesita
Del brillo de tu esqueleto
Para amenizar el baile
De Dios y de sus adeptos.
Viviste entre los humanos
Del miedo de los enfermos
Vendiendo medallas falsas
Y cruces de cementerio.
Mientras los demás mordían
Un mísero pan de afrecho
Tú te llenabas la panza
De carne y de huevos frescos.
La araña de la lujuria
Se multiplicó en tu cuerpo
Paraguas chorreando sangre
¡Murciélago del infierno!”
Después resonó un portazo,
Un rayo iluminó el cielo,
temblaron los corredores
Y el ánima sin respeto
Del fraile rodó de espaldas
Al hoyo de los infiernos.
Epitafio
De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor de profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca de ídolo azteca
‒Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida‒
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!
Cartas a una desconocida
Cuando pasen los años, cuando pasen
los años y el aire haya cavado un foso
entre tu alma y la mía; cuando pasen los años
y yo sólo sea un hombre que amó,
un ser que se detuvo un instante frente a tus labios,
un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿dónde estarás tú? ¡Dónde
estarás, oh hija de mis besos!
* Extraídos del libro Poemas y antipoemas de Nicanor Parra.