Tim Walz, una llave demócrata
TIMOTHY JAMES WALZ nació en West Point, un pequeño pueblo de Nebraska de 3.500 habitantes. Desde muy temprano dedicó su vida al servicio civil y militar. Siguiendo los pasos de su padre, se enlistó en la Guardia Civil a los 17 años y allí sirvió durante otros 24. Aprovechando los beneficios del programa de retorno a la vida civil, estudió Ciencias Sociales y luego hizo una maestría en Ciencia de Liderazgo en la Educación en la Universidad Estatal de Minnesota.
Pasó un año enseñando inglés en China como parte de un programa de intercambio educativo antes de volver a la Guardia Nacional. Aún habla mandarín y dice que esa experiencia fue la que afloró en él sus cualidades docentes. Fue profesor de geografía de una escuela de secundaria en Minnesota, en la que también fue entrenador del equipo de fútbol americano y administrador del comedor estudiantil, tarea que, según él, le dio las bases para sobrellevar la locura de Washington. En esa misma escuela, conoció a su esposa y patrocinó programas educativos de inclusión. Es el caso de la primera alianza gay-heterosexual de la escuela en 1999. Es padre de dos hijos, Hope y Gus, concebidos por tratamiento de inseminación in vitro.
Su carrera política empezó en el año 2006 como asesor del Senador John Kerry. En 2006 fue elegido como representante a la Cámara al vencer a su contrincante republicano, quien contaba con más de medio millón de dólares de financiación por encima suyo. Fue elegido en unas elecciones decepcionantes en las que el Partido Republicano ganó los votos de su distrito electoral a favor de la presidencia de George W. Bush.
Walz fue reelegido cinco veces en el primer distrito del sur de Minnesota, mayoritariamente conservador y rural, sirviendo en la Cámara de Representantes durante 12 años. La mitad de los proyectos de ley que apoyó durante el periodo de 2015-2017 fueron iniciativas lideradas por republicanos.
Veterano de la Guardia Nacional, Walz practica la caza y defiende la Segunda Enmienda. Pero también aboga por tomar medidas contra la violencia armada. Foto: cortesía Gobernación de Minnesota,
En 2018 se lanzó a la gobernación de Minnesota venciendo a su contrincante republicano. Fue reelegido en 2022. Como gobernador, su agenda ha sido una mezcla de políticas progresistas y línea tradicional. Ha defendido el apoyo a las familias de clase media al reducir costos de medicamentos como la insulina, eliminando las tarifas ocultas de los servicios médicos y aprobando licencias laborales remuneradas. Defendió los derechos fundamentales de las mujeres, convirtiendo a Minnesota en el primer Estado en reglamentar el aborto legal tras la caída de Roe vs. Wade. Criado en el Medio Oeste de los Estados Unidos y veterano de la Guardia Nacional, Walz practica la caza y es un firme defensor de la Segunda Enmienda (derecho a poseer armas), pero también aboga por medidas contra la violencia armada y la limitación de las armas de combate en posesión de civiles.
WALZ VS. VANCE
La adhesión de Tim Walz a la campaña de Kamala Harris es estratégica y pretende capitalizar su carisma y experiencia en ganar batallas al Partido Republicano en Estados ampliamente blancos y rurales en los que hoy se disputan la mayoría de los votos de opinión. Y es que, en la política estadounidense, ganar en el midwest es como ser el mecánico más confiable en un pequeño pueblo: no es glamoroso, pero todos alguna vez dependen de su servicio.
Además, Walz no es cualquier político. Su más reciente victoria fue ganar unas elecciones que tuvieron una participación electoral de 79 %. Según encuestas de Morning Consult y The Star Tribune, la aprobación de Walz alcanza 55 %, convirtiéndolo en uno de los gobernadores más populares del país. El Buró de Estadísticas Laborales reportó que, en materia de desempleo, Minnesota ha estado consistentemente por debajo del promedio nacional, situándose en alrededor del 2,9 % en 2024. Los reportes del Instituto de Información del Presupuesto Estatal revelan que Walz ha mantenido unas finanzas estatales saludables, conservando un balance favorable en materia de gasto público incluso después de la pandemia de la COVID, que, según la opinión pública, manejó de manera responsable y asertiva.
Las cifras como gobernador lo acercan a un amplio sector de la clase media estadounidense. Su trabajo por mejorar las condiciones educativas y de salud de las familias, así como los logros en materia de subsidios educativos y derechos de los trabajadores lo sitúan como un político cercano al ciudadano ‘de a pie’ más allá de la agenda política partidista. Hecho que, sumado a su origen rural, su carisma y carácter bonachón, respaldado en su amplia experiencia dedicada al servicio público, lo convierte en un símbolo de identidad del electorado aún indeciso que definirá quién será el próximo presidente de los Estados Unidos.
En la foto, J. D. Vance con su esposa, Usha.
Del otro lado de la moneda está J. D. Vance, la fórmula vicepresidencial escogida por Trump. Vance es autor del libro Hillbilly Elegy, un best seller nacional llevado al cine, en donde cuenta su vida como una historia de superación personal dentro de una familia blanca y de clase media que representa la crisis económica y cultural que viven las familias trabajadoras y de zonas rurales del país y en el cual defiende los valores religiosos y políticos conservadores.
Vance parece no sumarle muchos votos a Trump, quien ya cuenta con los de las familias conservadoras, blancas y de clase media baja, particularmente las del midwest. En las elecciones en que Vance logró su escaño en el Senado en Ohio en 2022, ganó por un margen más estrecho de lo esperado en un Estado en el que Trump ganó por ocho puntos en 2020. Vance obtuvo 53 % de los votos en comparación con 57 % que obtuvo Trump. Además, según cifras reportadas por Gallup y el portal FiveThirtyEight, las cifras de desempleo en Ohio se han mantenido por encima del promedio nacional y la aprobación de Vance está en alrededor de 40 %.
Y es que, aunque Vance ha tratado de convertirse en el niño prodigio del trumpismo, replicando sus arengas de revancha y teorías conspirativas en contra del “establecimiento corrupto” y una inmigración que se está “robando el futuro” de la clase media blanca, su pasado reciente aún está demasiado presente como para creer que su afiliación a las ideas de Trump sea cierta. Hace no menos de ocho años, Vance se refería a Trump como un “desastre moral”, llegando incluso a catalogarlo como “el Hitler de Norte América”.
LO QUE DICEN LAS ENCUESTAS
Según lo reportado por el portal The Silver Bulletin de Nate Silver, no más de un mes después de la nominación de Walz, en las encuestas a nivel nacional, la campaña de Harris pasó a tener una ventaja de 4 % sobre la de Trump. Y aun cuando esa diferencia ha sido estable en las últimas semanas, de aquí a las elecciones hay mucho trecho.
Ahora bien, lo más importante está en cómo funciona el voto en las elecciones para presidente en Estados Unidos. Cada Estado tiene asignada una cantidad de votos electorales y según los resultados de las votaciones de los ciudadanos, todos sus votos son sumados al ganador. Las elecciones se ganan obteniendo 270 votos electorales de los 538 existentes. Unos Estados son de tradición demócrata y otros de tradición republicana, de manera que se asume que dichos votos electorales irán para los respectivos candidatos. Sin embargo, en otros pocos el voto está dividido y no está previsto un resultado a favor de ninguno de los dos. Se trata de los “Estados péndulo” y son los que definen el resultado final.
El portal 270towin, que recoge las predicciones de varias encuestas del país y hace un promedio de todas ellas, mostraba a principios de septiembre que el Partido Demócrata tenía asegurados 226 votos electorales y el partido Republicano 219. Según estas cifras, los ‘Estados péndulo’ en los que aún no se decantaba ningún resultado eran: Michigan, con 15 votos; Wisconsin, con 10; Pensilvania, con 19; Carolina del Norte, con 16; Georgia, con 16; Arizona, con 11 y Nevada, con seis. 93 votos electorales en total que se juegan en siete Estados.
Para ganar, el Partido Demócrata necesita 44 de esos votos, y el Partido Republicano, 51. De ahí que obtener los 25 votos del Medio Oeste —en Michigan y Wisconsin— así como los 19 de Pensilvania, puede significar la victoria. Por eso, alguien como Tim Walz, por su origen y gracias a su capacidad de convocar electores de ambos partidos, es fundamental para brindar una ventaja a la campaña de Harris. En las cifras reportadas a finales de agosto por The Silver Bulletin, la dupla Harris-Walz se posicionaba como ganadora en estos Estados con alrededor de 2 puntos porcentuales por arriba de Trump.
Walz mantuvo unas finanzas estatales saludables, conservando un balance favorable en materia de gasto público incluso después de la pandemia.
EL ‘OBAMA PLAYBOOK’
Hay un aporte fundamental adicional de Walz a la campaña de Harris que se discute tras bambalinas, pero que es la clave en la decisión de haberlo escogido como su fórmula vicepresidencial: la campaña de Kamala sigue un guion muy conocido en la política estadounidense conocido como el ‘Obama Playbook’. Barack Obama hizo historia al convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. Fue un momento de gran esperanza, pero también de profunda incertidumbre para muchos, especialmente para la población blanca y conservadora que no estaba completamente segura de esta nueva era. Para mitigar estos miedos y promover un ambiente de unión, Obama escogió a Joe Biden como su compañero de fórmula.
Kamala Harris, quien de ganar sería la primera mujer de raíces negras y asiáticas en ser presidenta, enfrenta un desafío similar. Aunque representa un cambio histórico y una nueva dirección para el país, Harris también necesita asegurarse de que no se está alienando a un electorado que, en muchos sentidos, sigue siendo profundamente conservador y escéptico ante el cambio. Y nadie mejor para mitigar esos miedos que el veterano, blanco, con décadas de experiencia como servidor público, Tim Walz.
EL DEBATE DE ABC: ¿UNA REORGANIZACIÓN DE FICHAS?
Después de que el debate televisado del 28 de junio dejó “en la lona” al entonces candidato demócrata Joe Biden, que se mostró débil y confundido, casi senil, frente a un Trump voraz —aunque también un tanto incoherente—, cuatro cosas han energizado el entusiasmo del partido azul. Tanto, que quizá hayan reordenado las probabilidades. Primero, en julio, Biden renunció a su aspiración y ungió a la vicepresidenta Kamala Harris como candidata del partido, cosa oficializada luego por esa colectividad. Segundo, Walz fue presentado como la fórmula vicepresidencial; la capacidad del gobernador de Minnesota para comunicar y defender políticas progresistas en áreas conservadoras es, quizá, su atributo más valioso. Tercero, tuvo lugar la Convención del Partido Demócrata, un despliegue de poder en marketing político, entre emotivo y técnico, incluyendo discursos de Michelle y Barack Obama. Y finalmente, la sorpresa más reciente: el desempeño de Harris en el debate televisado por la cadena ABC del 10 de octubre, contra Trump. “El debate de Harris fue fuerte.
Aunque también se puede decir que Trump tuvo uno débil”, escribió el célebre analista de encuestas Nate Silver al día siguiente. “Él se desvió repetidamente del tema, especialmente cuando Harris lo provocaba, para hablar de cosas como aquella teoría de conspiración según la cual hay inmigrantes que se comen los perros y los gatos de la gente en Ohio”. El experto pasó luego a explicar que, pese a la ventaja de Harris en las encuestas inmediatas —como una de CNN esa misma noche, en la que ella se percibió como “ganadora” del debate con 63 puntos frente a 37 del republicano—, nada está escrito en política. Sea lo que sea, un último hecho copó la atención de los medios: terminada la transmisión de ABC, la fórmula Harris-Walz recibió un respaldo “divino”: nada menos que el de la cantante Taylor Swift.
* Politólogo y Director de la Corporación Histora PAR.