Fotografía Jorge Manrique
1 de Febrero de 2012
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¿Qué resultaría de la combinación de una silla de ruedas, un avión y dos granadas? He aquí la respuesta: una película llamada Porfirio, protagonizada por el mismo hombre que en septiembre de 2005 secuestró un avión a quince mil pies de altura.

Por Nicolás Cadena Arciniegas.
 

Porfirio Ramírez: de aeropirata a actor de cine (Web)

Hace unos años, para ser precisos el 12 de septiembre de 2005, toda Colombia se paralizó y puso sus ojos en la Base Aérea de Catam, cuando el vuelo que se dirigía de Florencia a Bogotá con escala en Neiva, fue secuestrado por un personaje que iba en silla de ruedas y que aprovechó su condición para ocultar entre el pañal dos granadas; las había pasado sin problema alguno, burlando la seguridad del Aeropuerto Gustavo Artunduaga.

A 15.000 pies de altura el portador de las granadas comenzó a hablar con la azafata, que con diligencia empezó a recorrer el pasillo de la aeronave desde el puesto de comando hasta el lugar donde aguardaba Porfirio Ramírez Aldana. Algo andaba mal, pero nadie sabía a ciencia cierta qué o cuáles eran las razones del afán de la auxiliar de vuelo. Muchos pensaban que era la salud del pasajero discapacitado lo que tenía corriendo a la azafata, hasta que un informe del capitán advirtió que llegarían a la capital sin hacer escala en la ciudad huilense.

Algo comenzó a despertar sospecha en los pasajeros. El terror no se hizo esperar e invadió a los 25 viajeros del vuelo HK-4030 de la aerolínea Aires.

 Porfirio junto a su hijo quien le ayuda todos los días. (Fotografía Jorge Manrique)

Porfirio Ramírez, su hijo y los 23 pasajeros llegaron a Bogotá, pero nadie pudo salir del avión. Los ánimos hervían ante las exigencias del secuestrador, quien lo único que buscaba era tener una charla con el Presidente de ese entonces para pedirle una casa y una pensión, después de que en 1991 quedara inhabilitado físicamente tras un disparo recibido en la espalda en un allanamiento que se había hecho en la casa de su hermano.

Los medios no se hicieron esperar y Porfirio Ramírez quedó señalado como ‘el aeropirata’. La justicia le prometió (y sólo quedó en promesas) su castigo: una condena de ocho años en la cárcel por secuestro; más adelante, por su condición de salud, fue enviado de nuevo a su casa, otorgada como casa por cárcel.

REVISTA CREDENCIAL entrevistó a Porfirio Ramírez, ‘el aeropirata’, el hombre que a pesar de su acto terrorista, ahora es protagonista de su propia historia. Esa que se tomará todas las salas de cine el 2 de marzo.

¿Por qué quedó en silla de ruedas?
-En el 91 me hicieron un ‘falso positivo’ la policía y el grupo de inteligencia de la SIJIN de Playa Rica. A las 3:45 de la mañana un grupo de la policía y unos ladrones entraron a la residencia de mi hermano e hicieron un falso allanamiento; ahí fue donde me pegaron el tiro en la columna y quedé inválido de por vida.

¿Cómo era Porfirio antes de quedar en silla de ruedas?
-Yo era un tipo trabajador, echado para adelante en los negocios, me rebuscaba la vida. En Playa Rica tenía una residencia, unos billares, una discoteca, una bomba de gasolina y una agropecuaria, pero todo eso lo perdí a raíz del conflicto armado. Acabaron con mi vida, acabaron con mis piernas y con mis órganos.

¿Por qué perdió los negocios que tenía?
-En 2004 hacen una represalia dos mil hombres de las autodefensas y se encuentran con la guerrilla ahí en Playa Rica. Se forma una balacera como de dos días y nos amenazan a los habitantes del pueblo. Los paramilitares dicen que nos van a quemar el pueblo, y la guerrilla dice que si los paramilitares se estacionan ahí, ellos nos van a matar a puro cilindro. Mi desgracia se la debo también a ese conflicto entre la guerrilla y los paramilitares: nos amenazaron y a mí me tocó dejar todo botado.

¿Y qué pasó con los negocios?
-Ya se perdieron. Todo quedo allá botado. La residencia era una de las mejores que había en el pueblito, ahí se posicionaron los paramilitares y eso quedó ahí y no he podido ni negociarlo. Lo único que me quedó fue tristeza y nostalgia porque lo perdí todo.

¿Usted es casado?
-Sí. Estamos separados hace cuatro años.

¿Cómo es Porfirio ahora?
-Soy un muerto en vida desde hace 21 años. Porque después de perder las piernas y el sentido de los órganos es como si fuera un vegetal. Ya no hay forma de trabajar, ni siquiera he podido criar a mis hijos, no he podido darles nada porque con esa situación, usted se imagina…

¿Se ha visto afectado después de lo que sucedió en el avión? ¿Logró al menos un poco de lo que esperaba con esta acción?
-Sí me afectó porque me engañaron de la peor manera que se puede engañar a un ser humano. En este momento me siento muy vulnerable, me siento engañado por todas las partes. No, no logré nada porque yo lo que buscaba era el acercamiento con el Presidente para que me ayudara. Que me regalara una casita y me pusiera una pensión para poder sobrevivir los días que quedan.

¿Alguna vez pensó que su historia podía convertirse en una película?
-No. Cuando era joven alguna vez soñé con salir en cine, pero no creí llegar hasta esa pantalla. Le he dado gracias al Señor porque he podido llegar a ese punto: ser representante de todo un país y de mi familia. Imagínese demostrarle a la gente que yo no soy terrorista ni secuestrador, que por el contrario soy un hombre echado para adelante y capaz de representar al país en el mundo.

¿Cómo fue su acercamiento con el director Alejandro Landes?
-Es una excelente persona, para mí Alejandro Landes ha sido como un hijo, como un hermano, como un papá, porque me ha colaborado y me ha ayudado. La realidad es que él y unos pocos más son los únicos que me han tendido la mano.

Sé que preguntó quién iba a hacer el papel de Porfirio y le respondieron que usted. ¿Cuál fue su reacción?
-Desde un comienzo, Alejandro me dijo que yo iba a ser el papel porque yo era el autor de todas las cosas y tenía que protagonizar la película. Mi reacción fue de sorpresa, pero me sentí muy orgulloso y muy contento de poder hacer algo. Para mí es muy satisfactorio llegar a esos extremos.

¿En algún momento pensó que no iba a poder lograrlo?
-No. Siempre he sido un hombre emprendedor, con ganas de salir adelante; siempre he hecho las cosas lo mejor que pueda.

¿Cuál fue su reacción al ver entrar a todo el equipo de rodaje?
-Me sentí muy orgulloso, muy contento al ver esa gente extranjera, con todos esos equipos: luces, cámaras. Me llené de orgullo y me sentí muy satisfecho, muy contento de poder realizar una película para contársela a todo el mundo.

¿Qué fue lo mejor de hacer cine?
-Haber cumplido un sueño. Salir ante los ojos del mundo y poder mostrarle a la gente que sí se pueden hacer las cosas. Siempre he querido ser actor, ojalá me dieran la oportunidad de trabajar en una novela o en una película. Estoy a disposición.

¿Qué sintió cuando fue seleccionado como el mejor intérprete masculino en el Festival Biarritz Amérique Latine – Cinémas et Cultures?
-Me siento muy contento. En Francia fui galardonado como mejor actor de Sur América. Imagínese usted alcanzar una meta de esas: es muy satisfactorio haber logrado ese galardón.

¿Cuál fue la escena más difícil de hacer?
-¿Sabe que no tuve ninguna escena difícil? Para mí fue todo como color de rosa, no hubo escenas malas ni difíciles, todas fueron normales.

¿Para usted fue muy difícil desnudarse frente a una cámara?
No, ya estoy acostumbrado. Me toca desnudarme en hospitales frente a las enfermeras y delante de todo el mundo; me toca hacerlo porque con esta situación de salud ya uno pierde la vergüenza.

¿Qué piensa de que los medios lo hayan tildado de ‘aeropirata’? ¿Ha marcado su vida esta palabra?
-Eso no es nada, me siento bien porque de todas maneras tengo reconocimiento como el ‘aeropirata’, me hace sentir bien: nunca me he sentido mal por eso.

¿Qué piensa del Gobierno?
-Que le falta mucha seriedad, porque ellos prometen y no cumplen. Cuando tomé el avión en 2005, la gente que trabajaba en el Gobierno me prometió muchas cosas porque vieron el expediente y que era la policía la que me había hecho el daño y que yo estaba en lo cierto. Dijeron que iban a arreglar las cosas y que íbamos a negociar, que iban a reabrir el proceso para que yo fuera indemnizado como lo manda la Ley, y hasta la presente, ni siquiera me han llamado, ni he recibido por parte del Estado ayuda de ninguna especie.

¿Cuál es su mayor sueño?
-Poder recibir de parte del Estado una ayuda. Porque ellos son los que me tienen en esas circunstancias, en esta silla de ruedas. El anhelo mío es que el Estado y el Gobierno me den una casa y una pensión para poder sobrevivir los días que me quedan. Esos son mis sueños.