¿Es posible aplicar “ciudad de los 15 minutos” en Colombia?
En una entrevista concedida a Caracol Radio en octubre pasado en la ceremonia de entrega del Premio Obel 2021 –otorgado por la fundación Henrik Frode Obel para honrar y difundir contribuciones arquitectónicas excepcionales para el desarrollo humano– Carlos Moreno Gómez respondió a la pregunta que encabeza este artículo diciendo: “En Colombia es igualmente posible sobre la base de que hay que darle a esta filosofía su plenitud: ecología, proximidad, solidaridad, participación ciudadana y bien común, algo que es incompatible con corrupción, clientelismo, violencia y sectarismo”, sostuvo.
Breve biografía
Moreno nació en Tunja en 1959. Vivió en Ibagué, pero sobre todo en Cali, ciudad a la que llegó cuando tenía ocho años. Se graduó de bachiller en el Instituto Politécnico Municipal en 1975, y en 1979 se fue en busca de un lugar que le permitiera desplegar su espíritu libre y crítico. Fue entonces cuando llegó a Francia, donde pocos años después –en 1983– ya se le reconocía como uno de los pioneros de la robótica. En 1990, a través de la Universidad de Évry-Val d’Essonne –de la que es fundador– empezó a tejer numerosos lazos con el mundo industrial y en 1998, gracias a la ley de Innovación e Investigación, estableció la start-up Sinovia, dedicada al control inteligente de sistemas complejos para infraestructuras e industrias donde participó incluso en la creación de dispositivos de control de reactores nucleares y hasta de drones para el ejército.
Fue allí donde tuvo su primer encuentro con la ciudad y el territorio: Sinovia desarrolló con éxito dispositivos como Alertbox®, que mediante redes eléctricas inteligentes permitía ayudar a personas con discapacidad, y Plug & Power Smart®, un artefacto que regulaba el alumbrado público y permitía el uso de redes eléctricas como redes de comunicación. Estas experiencias, sumadas al nacimiento de uno de sus hijos, incrementaron su interés por formular alternativas sostenibles e innovadoras para las nuevas generaciones, lo que lo llevó a enfocarse particularmente en la ciudad desde 2006. Un camino reconocido por el Gobierno francés que, en 2010 lo condecoró con la medalla de Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa.
Nada de lo esencial debería quedar más lejos que a 15 minutos de transporte (sostenible) para el ciudadano.
Concepciones de ciudad
Moreno, un hombre de ciencia que siempre ha reivindicado el humanismo, considera a la ciudad el sistema complejo por excelencia, siempre en transformación. La complejidad –tal como la definieron Henri Laborit y Edgar Morin– es la comprensión de una entidad vinculada a su entorno y estudiada en el contexto de sus relaciones e interdependencias; y para que la innovación pueda crear valor, esta complejidad debe aplicarse al mundo real y satisfacer necesidades cotidianas.
Esto explica por qué su enfoque hacia la ciudad ha ido adaptándose a lo largo de los años. Veamos: de la “ciudad digital y sostenible” en 2006, pasó al concepto de “Smart City” o “Ciudad Inteligente”, en 2010. Luego, a la “Smart City Humana” en 2012 y a la “Ciudad viva” en 2014. En este camino se dio cuenta que la tecnología sola no alcanzaba a transformar las ciudades, y para 2016 la “Ciudad de 15 minutos”, así como el “Territorio de 30 minutos”, buscaron comprender a la urbe en términos de cómo sus habitantes utilizaban el tiempo y el espacio, bajo la premisa de que interviniendo radicalmente las relaciones entre esos tres elementos se puede hacer una verdadera transformación. Nació entonces un modelo ontológico de ciudad a través del cronourbanismo, la cronotopía y la topofilia.
La propuesta base de la “ciudad de 15 minutos” es su reapropiación (vivir, trabajar, educarse y pasear en ella) a través de la revitalización de los servicios de cortas distancias de 15 minutos en movilidad activa –a pie o en bicicleta– para reducir emisiones, descarbonizar y ofrecer circularidad funcional.
Se basa en cuatro criterios: redescubrir todos los recursos de proximidad, utilizar los metros cuadrados existentes más y mejor, darle a cada lugar múltiples usos y reapropiarse del espacio público para hacer de él un lugar de encuentro y de vida. Esto, sumado a la ciudad policéntrica, es una hoja de ruta que plantea ciudades que, a pesar de ser grandes, ofrecen una vida a escala humana que posibilita el ahorro de tiempo, la pertenencia al lugar, el desarrollo de la sociabilidad y la disminución de desplazamientos inútiles; es facilitar la proximidad a la mayoría de servicios indispensables: habitación, trabajo, aprovisionamiento, bienestar, aprendizaje y ocio. La prioridad es la calidad de vida urbana para todos los ciudadanos, rompiendo el círculo vicioso de la gran metrópolis en la que se producen desplazamientos obligados de millones de personas desde muy temprano hasta el final de la tarde.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, construyó su campaña basada en este concepto.
Los antecedentes
Para cualquier estudioso de la ciudad, la recuperación de lo local y del barrio, de la vivienda digna y de la escala humana, son ideas que resultan familiares y no son ajenas a planteamientos formulados por un conjunto de teorías y movimientos urbanos que desde hace ya más de 60 años se han agrupado bajo el nombre de “nuevo urbanismo”, defendido –entre otros– por Kevin Lynch, Jane Jacobs y Jan Gehl, y antagonista al llamado “urbanismo moderno”, modelo defendido por Le Corbusier y Robert Moses, entre otros, y cuyo modus operandi es la tabula rasa, la priorización del automóvil, la monofuncionalidad y separación de usos en función del aumento de la productividad. La diferencia radica en que esta propuesta va más allá: de la planificación urbana a la planificación de la vida urbana, del derecho a la vivienda digna al derecho a vivir en la ciudad, de ‘encerrarse’ en barrios a ‘convivir’ en vecindarios. De recuperar un espíritu local, pero a la vez cosmopolita. Todo ello de la mano de la inteligencia colectiva, transversal y pluridisciplinar que ofrece la participación ciudadana.
Pero ¿por qué ha resonado más que cualquier otra teoría del nuevo urbanismo la ciudad de quince minutos? Moreno Gómez mismo afirma que tiene que ver con cuatro factores: primero, que la alcaldesa de París Anne Hidalgo construyó su campaña basada en este concepto. Ganó las elecciones en 2014 y, tras poner en marcha su aplicación, fue reelegida en 2018. Segundo, que los cierres en la pandemia demostraron que es necesario –y deseable– vivir con mayor proximidad, con comercios locales, con menos autos, con más zonas verdes y con más vida peatonal. Tercero, que ya hay una consciencia despierta frente al cambio climático y la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono. Y cuarto, que existen experiencias exitosas de intervenciones en ciudades pequeñas como Pontevedra y en otras más desafiantes como Medellín, capaces de transformar radicalmente sectores que ya habían sido descartados.
Moreno recibió este año el Premio Obel, otorgado a quienes, en el campo de la arquitectura, contribuyen de manera sustancial al desarrollo humano. Arriba: Una ilustración que describe la París de los 15 minutos cuando el proyecto fue presentado.
Se debe agregar un par más: Moreno logró sintetizar su concepto en unas pocas frases, esquemas y dibujos comprensibles para cualquiera, y, al no ser arquitecto ni urbanista de profesión –como tampoco lo era Jane Jacobs en 1961 cuando escribió Vida y muerte de las grandes ciudades– logró sacar la discusión de estos círculos y tender puentes entre actores institucionales, públicos y privados. Estos incluyen líderes y personalidades determinantes en la toma de decisiones en el mundo entero como ONU Hábitat, el Papa Francisco, el Príncipe Guillermo y Jane Fonda desde la iniciativa “Conteo regresivo” de TED, así como la red de alcaldes C40. Todo ello creó un extenso ecosistema internacional que apoya la implementación del concepto.
Tras la publicación de Vida urbana y proximidad en la época del COVID-19 y Derecho de la ciudad, de la ciudad-mundo a la ciudad del cuarto de hora en 2020, y después de recibir en 2021 el Premio Obel –primera vez entregado a un no arquitecto– así como el premio al liderazgo del Congreso Mundial Smart City, este Profesor Asociado en la Universidad de París IAE-Panteón Sorbona y cofundador y director científico de la cátedra ETI (Emprendimiento-Territorio-Innovación) dice con orgullo que la “ciudad de 15 minutos” cuenta con avances reales en un puñado de ciudades en los cinco continentes: Milán, Valencia, Edimburgo, Montreal, Ottawa, Melbourne, Utrecht, Dublín y Buenos Aires.
Si bien su experiencia generando lazos con nuestro país ha sido hasta ahora frustrante–grandes esfuerzos como la Red Internacional de Diáspora Científica Caldas se quedaron truncados–, tal vez sea la “ciudad de 15 minutos” la que pueda recomponer su cooperación con Colombia.
* Arquitecta fundadora de AD57 Cultura de Arquitectura y Diseño. Cocoordina Arquitectas Colombianas y pertenece a La Paralela, un colectivo que explora las intersecciones entre música, arquitectura, diseño y cultura.