Ilustraciones: Shutterstock
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16 de Septiembre de 2024
Por:
Zamira Caro Grau

La sororidad en redes sociales es un fenómeno firme y creciente. ¿Cómo se explica su auge y qué desafíos implican?

De mujeres para mujeres

 

EN 2017, un trino cambió por completo el significado de las palabras “Me Too”. Aunque Tarana Burke, activista por los derechos de las mujeres, ya lo utilizaba para mostrar la vulnerabilidad de las niñas afroamericanas en Estados Unidos, fue la actriz Alyssa Milano la que viralizó el término al pedirle a las mujeres que hubieran sido abusadas o acosadas sexualmente a responder la publicación con un “Me Too” (“Yo también”). En 24 horas había más de 12 millones de respuestas que acompañaban esto con un: “No estás sola”.

 

Este fue quizás el primer vistazo al fenómeno masivo de la sororidad —ese término que se le atribuye a la solidaridad entre mujeres— en redes sociales, espacios usualmente hostiles y violentos: solo  durante 2021, según datos del Centro Cibernético Policial de Colombia, se presentaron 325 casos por ciberacoso en general, así como 972 denuncias por amenazas.

 

Por eso, es un respiro, más no una sorpresa para mí, que muchas mujeres busquen o construyan refugios alejados de dicha pugnacidad en esos mismos espacios virtuales. Según Hootsuite —una página de gestión y análisis de redes— hay más de 10 millones de grupos creados en Facebook, la red social con más usuarios activos mensuales a 2024: me parece lógico que una parte de ellos tengan ese espíritu. Pero no por común deja de ser interesante la manera en que operan esos escenarios y se mantienen vigentes en un mundo polarizado y, muchas veces, cruel.

 

Geraldine Pomato, publicista y creadora de la plataforma Wikimujeres, me explicó: “Con la llegada de las redes sociales aumentó la presión social sobre las mujeres de mostrar una vida perfecta en cuanto a ser mamás, buenas trabajadoras, todo. Estos grupos fueron comunidades en las que no teníamos que cumplir con nada: solo ser solidarias con las demás y hablar entre nosotras”.

 

DE PRIMERA MANO

Yo misma me vi en la necesidad de buscar un grupo de apoyo cuando, en pleno pico de la pandemia, la universidad en la que me encontraba de intercambio en Reino Unido me notificó que debía salir de la residencia en la que estaba, pues no podía cumplir con los estándares de distanciamiento estipulados por las autoridades. “Busca Host a Sister (Acoge a una hermana)”, me aconsejó un amigo que conocía el grupo tras una experiencia familiar.

 

Se trata de una comunidad en Facebook con más de 630 mil integrantes mujeres —sin importar el género asignado al nacer— mayores de 18 años, de todos los países del mundo. Su objetivo es conectar viajeras para que encuentren amistades durante su paso por diferentes países e incluso, alojamiento gratuito con alguna de las ‘hermanas’ y, con ello, fomentar intercambios culturales. También es una plataforma segura para buscar hospedajes temporales en situaciones de emergencia, como la protección contra parejas violentas o cosas más sencillas como cancelaciones hoteleras de último momento. En mi caso, resultó útil para dar respuesta a medidas de salud pública que, si bien necesarias, tenían un apremiante efecto secundario sobre mi realidad.

PARA TODAS LAS NECESIDADES

WikiMujeres fue creado en 2015 como un grupo de Facebook, y sigue teniendo el mismo propósito: que mujeres de toda Latinoamérica encuentren allí un espacio seguro para ellas y, a la vez, propicio para compartir ayuda, inquietudes y emprendimientos. Incluso, muchas acuden al grupo para cocrear en alguna disciplina artística. Actualmente tiene 143 mil seguidoras, pero ha ampliado su contenido a una página web, un blog y ha estado presente en ferias y conversatorios: su nombre resuena en 43 países. Hoy, la plataforma cobra una suscripción para participar en ciertos espacios, por lo que algunas integrantes crearon otro grupo bajo una primicia similar: su nombre es Linking Women, en Facebook,
y ya cuenta con 23 mil participantes.

 

Así mismo, hay algunos con enfoques más específicos como, por ejemplo Lactancia Materna en Colombia, un grupo de la Fundación MamaInformada que promueve y protege la lactancia como una prioridad de salud pública. Allí se aprende de las experiencias de las demás, se accede a información técnica y se recibe apoyo durante ese proceso por el que pasan las madres. Todo lo anterior desde “la empatía y la sororidad”, como lo explican sus redes. El grupo se encuentra en Facebook y cuenta con más de 10 mil seguidores. Es privado y para ingresar se debe llenar un formulario de Google.

 

En esa misma línea está Geekmoms, que conecta a una comunidad de 13 mil madres en Facebook para que compartan diferentes estilos de crianza. De igual manera, existen alternativas para las viajeras distintas a Host a Sister. Se trata, por ejemplo, de Compañeras de viaje. Es privado y cuenta con 102 mil miembros. Y si se está en búsqueda de discusiones un poco más especializadas sobre género, está Apoyo emocional, feminismo y más, con 45 mil miembros. Hay, incluso, espacios para vivir y lidiar con el duelo a través de la escritura: Amigas en duelo, mamás de ángeles es un buen caso en esa misma red social. En él, mujeres que han perdido a sus hijos son bienvenidas a escribir libremente acerca de sus emociones y reciben apoyo de otras que han pasado por la misma situación. Cuenta con 6.900 miembros y se mantiene activo a diario. Casi cualquier búsqueda —por tema, por necesidad específica— arroja alternativas.

 

NO TODO ES COLOR ROSA

El hecho de que estos espacios sean masivos también trae dificultades. En el grupo Host a Sister, noté que es usual que las administradoras publiquen mensajes invitando al respeto y a la inclusividad: “Por favor, recuerden nuestra política de cero tolerancia a cualquier tipo de discurso de odio o uso de lenguaje degradatorio”. Recientemente, en esa comunidad se han visto enfrenta- mientos entre integrantes judías y palestinas, dada la coyuntura en Oriente Medio. “Es nuestro deber crear un lugar seguro y acogedor para todas, sin importar su pasado o identidad. Por esto, les recordamos a las integrantes que cualquiera que infrinja estas reglas será inmediatamente expulsada del grupo”, explican con regularidad.

 

“El papel de moderadora es muy difícil”, dice Pomato, quien ya tiene nueve años de experiencia en liderar uno de los grupos de mujeres más grandes de Latinoamérica. “Sin embargo, también la parte técnica es complicada: hay que tener normas, política de privacidad de datos, protocolos: todo para que de verdad sea un espacio de respeto”, sostuvo.

 

Ocurre también que tan abundante información en flujo permanente, y en algunos casos no regulada, se convierte en una fuente de ansiedad. Les sucede a algunas madres primerizas, por ejemplo, que en los grupos enfocados en apoyar ese momento de su vida buscan datos sobre cómo su bebé debería comer, pesar, actuar y lucir a cierta edad. Si su hijo no cumple con estas características, puede desatarse una sensación de autocuestionamiento y angustia.

 

Incluso así, con las dificultades que implica convivir en la virtualidad, veo probable es que estos grupos sigan creciendo cada vez más e incluso transformen sus discursos para que se ajusten a formatos como el de TikTok. “La búsqueda de estos espacios no frena”, comentó la también empresaria Pomato, y no hay fallas en pensar que, en una sociedad que no les brinda seguridad a las mujeres, sean los espacios creados por ellas y para ellas los que se convierten en el refugio más viable.