VILLA DE LEYVA
El primer siglo de existencia de la ciudad se caracterizó por un apogeo económico y social. Marcada por la llegada de múltiples pobladores y el desarrollo de técnicas de cultivo y procesamiento del trigo, Villa de Leyva se convirtió en uno de los puntos comerciales más importantes del Nuevo Reino de Granada, razón por la cual mantenía un contacto frecuente con otras provincias de esa jurisdicción.
Época prehispánica y Conquista
La villa de Santa María de Leyva fue fundada el 12 de junio de 1572 por Hernán Suárez de Villalobos, el teniente corregidor de la ciudad de Tunja, por orden de Andrés Díaz Venero de Leyva, primer presidente de la Real Audiencia de Santa Fe. Sin embargo, su historia de ninguna manera comienza con el establecimiento de la villa colonial.
La presencia humana en este territorio se remonta a miles de años antes de la era cristiana, pero sus más recordados y mejor conocidos habitantes prehispánicos fueron los muiscas, dueños y señores del altiplano cundiboyacense al momento de la llegada europea al Nuevo Mundo. Además de las referencias que sobre esos habitantes existen en las crónicas, Villa de Leyva es rica en vestigios arqueológicos, que dan cuenta de su población indígena. Uno de los más ilustres sitios arqueológicos se encuentra en el Parque Arqueológico de Moniquirá, conocido también como El Infiernito, debido a que sus más de treinta enormes esculturas de piedra de forma fálica fueron asociadas por los españoles con el demonio. Esos monolitos componen un observatorio solar que data de tiempos anteriores a los muiscas.
Las proporciones de la obra de ingeniería de El Infiernito implican que la sociedad que la construyó hace más de 2.000 años contaba con una densidad poblacional tal que le permitía dedicar personas y excedentes a ese tipo de trabajos. En la época muisca, según los cálculos de los investigadores, la densidad poblacional aumentó, lo cual condujo a que todo el norte del altiplano fuera uno de los lugares más poblados de todo el espacio que hoy conocemos como Colombia. Es de anotar que los páramos y las lagunas que terminaron haciendo parte de Villa de Leyva fueron elementos constitutivos de la cosmología muisca. Para los muiscas, el origen de toda la humanidad era la laguna de Iguaque, en cercanías del municipio, de donde la diosa Bachué y su hijo, los humanos originales, habrían emergido para poblar el mundo.
El territorio muisca tenía una configuración compleja. Su sistema de organización político-territorial es conocido en la actualidad como Confederación Muisca, que era administrada por las figuras políticas del Zaque y del Zipa. El territorio de Villa de Leyva pertenecía a los dominios del Zaque, quien gobernaba desde la ciudad muisca de Hunza. En 1532 fue fundada Tunja, sobre la antigua capital Hunza. Después de un tiempo de conspiraciones fallidas y conflictos políticos, las fuerzas españolas asesinaron al último Zaque, Aquiminzaque. Luego de este período de agitación, los conquistadores consolidaron su poderío en la región, que vino a ser conocida como la provincia de Tunja.
Perspectiva ideal de la provincia de Tunja, 1850. Comisión Corográfica. Archivo General de la Nación, Mapoteca, 20.
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Fundación e historia colonial
A mediados del siglo XVI, antes de la fundación de la villa, varias misiones de evangelización se adentraron en la zona, pero la mayoría de los poblados y templos creados por los misioneros fueron abandonados por los indígenas. En general, el establecimiento de los poblados generó varios conflictos en esta época, debido a la reacción de los indígenas frente al nuevo ordenamiento del espacio y a las lógicas de dominación con las que venía aparejado.
En un comienzo, la villa de Santa María de Leyva fue fundada en 1572, en el Valle de Saquencipá, cerca a El Infiernito, más al norte de su ubicación actual. A través de la fundación, las autoridades de Tunja querían favorecer con solares y estancias a un conjunto de soldados y otros pobladores asentados en esta ciudad que carecían de tierras. Varios de ellos habían participado en campañas de conquista infructuosas y, como consecuencia, no habían conseguido tierras, que era una de las compensaciones que los españoles solían recibir por sus servicios a la Corona. La fundación del poblado generó varios conflictos, en gran parte, porque la villa se asentó en tierras cultivadas por indígenas. Como resultado de esas disputas, las autoridades de la Audiencia de Santa Fe ordenaron el traslado de la población. Así, la villa fue trasladada en 1575 al sitio de El Infiernito. Más adelante, en 1582, la villa fue fundada por segunda vez, en esta ocasión en su ubicación actual, en un lugar considerado más apto para los pobladores.
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen. FOTO MARTA AYERBE.
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El primer siglo de existencia de la ciudad se caracterizó por un apogeo económico y social. Marcada por la llegada de múltiples pobladores y el desarrollo de técnicas de cultivo y procesamiento del trigo, Villa de Leyva se convirtió en uno de los puntos comerciales más importantes del Nuevo Reino de Granada, razón por la cual mantenía un contacto frecuente con otras provincias de esa jurisdicción. Sin embargo, el agotamiento del suelo, una plaga desconocida y la incursión de trigos importados de Inglaterra que se vendían a menor precio ocasionaron el declive de esta próspera empresa, entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. La situación fue causando una paulatina migración, que implicó la reducción de pobladores de Villa de Leyva y opacó sus glorias anteriores. Sin embargo, el poblado conservó su relevancia en el contexto de la provincia de Tunja, en especial, como lugar de morada y retiro de antiguos capitanes de conquista.
Busto de Antonio Nariño en el parque del mismo nombre. FOTO IFEROL, 2018.
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Congreso de Villa de Leyva de 1812
En los tiempos que siguieron a los levantamientos de 1810, en los cuales se establecieron juntas temporales de gobierno, que rápidamente tomaron un tono independentista, muchos pueblos subordinados se enfrentaron a las capitales de sus provincias con el ánimo de ganar autonomía frente a las oligarquías locales. Con conocimiento de esta situación, la estrategia política de la Junta Suprema de Santa Fe se centró en aceptar la adhesión de las ciudades secundarias, independientemente de las provincias a las cuales históricamente pertenecían. Esto generó un gran conflicto con las Provincias Unidas de la Nueva Granada, con capital en Tunja. En este contexto, el pueblo de Villa de Leyva se declaró independiente de las jurisdicciones de Tunja en junio de 1811 y respaldó el gobierno de corte centralista que proponía Antonio Nariño, presidente del Estado de Cundinamarca.
Como consecuencia de ello, en 1812, Camilo Torres, presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, convocó un congreso con los representantes de todas las provincias, en Villa de Leyva. Para garantizar su realización, ordenó la ocupación militar de la ciudad y desde ahí se organizó el combate directo contra las fuerzas de Nariño. Este período de continuos enfrentamientos y hostilidades entre centralistas y federalistas se conoce como Patria Boba, que fue uno de los sucesos que debilitaron la consolidación temprana de la independencia neogranadina y favorecieron la llegada de Pablo Morillo para reconquistar el territorio.
Posteriormente, después de las diversas luchas por la independencia y cuando ya había quedado establecida la Gran Colombia, Villa de Leyva fue la última morada de Antonio Nariño, quien, luego de una enfermedad, decidió trasladarse a un clima más favorable, por lo cual eligió esta ciudad como lugar de retiro. Allí, su salud finalmente se deterioró por causa de la tuberculosis y una bronconeumonía, que causaron su muerte el 13 de diciembre de 1823. La casa donde el prócer murió se transformó en un monumento histórico y, más recientemente, en un museo.
Del siglo XX a la actualidad
A partir del siglo XX, Villa de Leyva ha recibido múltiples reconocimientos, por su historia y por el legado arquitectónico y urbano que la caracteriza. En 1954, el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla declaró el pueblo como monumento nacional, con lo cual se dictaron diversas disposiciones que buscaban su preservación. En esa misma línea, la proliferación de museos y la exaltación de los atractivos turísticos han consolidado su imagen de pueblo histórico. Como resultado, las autoridades locales y los habitantes han privilegiado el turismo como fuente de sustento.
Además de sus atractivos turísticos, el poblado obtiene una atención significativa por parte de la comunidad científica, debido a sus características geológicas y a la abundancia de fósiles, que atraen a estudiantes, profesionales y aficionados interesados en la paleontología. De muchas maneras, los pobladores de Villa de Leyva han logrado preservar sus herencias históricas y han hecho de ellas el centro de su actividad económica y cultural.
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El Infiernito. El Parque Arqueológico de Monquirá, mejor conocido como El Infiernito, se ubica a las afueras de la ciudad de Villa de Leyva, en la confluencia de los ríos Leyva y Susa. Es un campo abierto en el que hay piedras, que rondan la centena, ubicadas en dos hileras, de oriente a occidente, rodeadas por aproximadamente treinta grandes monolitos. Esas piedras están localizadas en proximidades de lajas dispuestas de forma horizontal que parecen corresponder a un recinto funerario. El conjunto pudo haber sido un lugar de adoración y de un observatorio astronómico. En la actualidad, el sitio es un parque arqueológico de gran importancia para el estudio del pasado de la región y para el turismo.
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Bibliografía:
[1] Sonia Archila, “Nuevo aporte cronológico para el área muisca”, Boletín de Arqueología, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, 1, n.º 2, (1986), pp. 35-38.
2 Andrés Eduardo Satizábal Villegas, Molinos de trigo en la Nueva Granada siglos XVII-XVIII. Arquitectura industrial, patrimonio cultural inmueble, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004.
3 Camilo Domínguez Ossa, Guido Barona Becerra, Apolinar Figueroa Casas y Augusto Gómez, Geografía física y política de la Confederación Granadina (volumen 3), Estado de Boyacá. Antiguas provincias de Tunja y Tundama y de los cantones de Chiquinquirá y Moniquirá, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2003, 13.