30 de diciembre del 2024
 
Mayo de 2019
Por :
Santiago Paredes Cisneros*Arquitecto de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, Magíster en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura de la misma universidad, sede Bogotá, y Doctor en Historia de la Universidad de los Andes (Colombia).

MULTIPLES POBLACIONES E HISTORIA

Palmira y Santander de Quilichao, activos centros industriales y comerciales del suroccidente colombiano, surgieron de dos pequeños caseríos. Estos asentamientos fueron conformados durante la segunda mitad del siglo XVIII en territorio de la Gobernación de Popayán, el primero, dentro de las tierras de una hacienda y, el segundo, cerca a un conjunto de yacimientos mineros. Al comienzo, en ambos caseríos se concentró población “libre” (mulatos, mestizos, negros y blancos pobres), compuesta por jornaleros, mercaderes y artesanos, que más adelante darían lugar a poblados de mayor tamaño. A partir de las dimensiones y las características que las dos ciudades tienen en la actualidad, sería difícil concebir que se originaron en pequeñas aglomeraciones habitadas por pobladores modestos.

 

Salamina fue una de las bases más importantes desde las quese adelantó la colonización delcentro occidente colombiano a mediados del siglo XIX.

Existen ejemplos de la situación inversa: poblados que han caído en el olvido, pero que fueron centros de vibrante actividad económica e intenso intercambio social en otra época. Así, Caloto, que hoy en día parece estar al margen de las principales decisiones políticas del país, fue una ciudad controlada por vecinos hacendados y mineros poderosos durante el período colonial, en cuyo territorio jurisdiccional existían yacimientos de oro labrados por españoles desde el siglo XVI. Para el siglo XVIII, desde esa población se controlaba la explotación aurífera local, así como la del Chocó, lo cual llevó a una constante y compleja relación entre españoles y población esclava. En un sentido similar, Salamina, que en la actualidad reconocemos por los valores patrimoniales atribuidos a su arquitectura, fue una de las bases más importantes desde las que se adelantó la colonización del centro occidente colombiano a mediados del siglo XIX y dio origen a la fundación de poblaciones como Manizales y Santa Rosa de Cabal.

El mapa de Colombia está lleno de poblaciones cuya historia desconocemos, en parte, porque damos por sentado que la forma en que está organizado el país en la actualidad y las jerarquías de los municipios son la consecuencia lógica y normal del paso del tiempo. Esto se debe, quizás, a que la situación presente es la que con mayor fuerza y nitidez está incorporada en la memoria individual y en nuestros modos de vida y, por esa razón, es difícil de cuestionar. Al respecto, es necesario tener presente que la preponderancia de los poblados y la forma de categorizarlos varían en el tiempo, y que cada una de las poblaciones colombianas está articulada con procesos que vale la pena estudiar.

Plaza de Barbacoas, Manuel María Paz, 1853 (Comisión Corográfica).Biblioteca Nacional de Colombia.

De tal forma, la serie “Colombia: Poblaciones que hicieron historia” pretende narrar la trayectoria de un conjunto de poblaciones que no ocupan una posición central en el ordenamiento político-territorial actual, pero que están vinculadas con historias que ponen de manifiesto la complejidad del territorio que hoy es Colombia y de las sociedades que lo han habitado. Asimismo, el estudio de esas poblaciones abre una puerta para entender distintas facetas de la relación que existe entre sociedad, espacio construido y entorno natural.

Un almuerzo a orillas del río Meta, llanos de San Martín”, JoséMaría Gutiérrez de Alba, 1874. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República, Colombia

Esta serie cuenta con un antecedente que es preciso tener en cuenta. Entre mayo de 2008 y septiembre de 2009, Credencial Historia publicó, en 17 números, la serie “Ciudades de Colombia”, con la que se narró la historia de cada una de las 32 capitales de los departamentos del país. Más adelante, los fascículos fueron compilados en un libro de 279 páginas. Se aportó, así, una publicación de gran utilidad, en la que se encuentra compendiada la trayectoria de esas poblaciones, acompañada de un valioso material visual y cartográfico.

Los chinitos, fiesta de Corpus, Mariquita. José María Gutiérrez de Alba, 1874. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de laRepública, Colombia.

Debido a que para la serie “Ciudades de Colombia” se seleccionaron únicamente las capitales de los departamentos, quedaron por fuera varias poblaciones, entre las que se cuentan algunas de gran significación histórica. Por ejemplo, que tuvieron especial protagonismo en el periodo colonial, durante el proceso de Independencia o en las guerras civiles. En ese grupo caben también poblados que son representativos de circunstancias importantes, pero poco conocidas por el público general.

Interior de un canei en queestán ensartando las hojas los cosecheros de tabaco, provincia de Mariquita. Comisión Corográfica. Biblioteca Nacional de Colombia.

La tarea de abordar poblaciones distintas de las capitales departamentales permite formular interrogantes sobre las concepciones habituales acerca de lo complejo y lo importante. Por lo general, en nuestro panorama histórico solamente aparecen aquellas poblaciones que fueron el escenario de batallas o que pueden relacionarse con las vidas de personajes célebres. Sin embargo, tal perspectiva lleva a perder de vista fenómenos que no necesariamente están articulados con poblaciones que ocuparon una posición privilegiada en la estructura política y económica de una época determinada.

Honda, en el departamento del Tolima.

Por ejemplo, pensar en que los poblados coloniales fueron importantes porque en ellos residían las élites y las autoridades nos lleva a omitir la trascendencia de los intercambios culturales y de las formas de tributación, solo por mencionar algunos elementos, que tuvieron lugar en los pueblos de indios y en los resguardos, en donde, de forma mayoritaria, vivía la población indígena. Es algo similar a lo que ocurre si extrapolamos la posición que ciertos poblados tienen en la actualidad a su situación en una época anterior. No obstante, el significado y la trascendencia de los poblados y de las sociedades que los han habitado depende del ángulo desde el que se miren.

Además de los ejemplos incluidos al inicio, podrían citarse otros tantos casos de poblaciones colombianas que están articuladas con procesos y acontecimientos importantes que suelen pasar desapercibidos. Así, la historia de los asentamientos ubicados en el piedemonte amazónico colombiano es reveladora sobre procesos de poblamiento que tuvieron lugar durante los siglos XIX y XX, y con respecto a la relación que desde entonces esa zona selvática ha establecido con redes comerciales internacionales. Asimismo, quizás pocos lectores tengan presente que, durante el período colonial, Barbacoas (en el actual Departamento de Nariño) fue una ciudad poblada por vecinos acaudalados que controló la explotación aurífera en el sur de la Gobernación de Popayán y siguió siendo eje de actividades mercantiles en el siglo XIX. De tal forma, debido a que en la actualidad suelen ser consideradas “marginales” o “periféricas”, pasamos por alto la trascendencia que varias poblaciones han tenido en distintos momentos de la historia.

La aproximación a lugares a los que se atribuye menor rango también permite ampliar el horizonte sobre las condiciones bajo las cuales se han conformado las poblaciones y los procesos y fenómenos desencadenados por su instauración. En esa vía, los lectores irán encontrando en los fascículos que las poblaciones colombianas proceden de situaciones muy variadas.

 

Guaviare

 

Por ejemplo, algunas surgieron como pueblos de indios, villas o ciudades fundados por las huestes o funcionarios coloniales entre los siglos XVI y XVIII, en muchos casos, sobre asentamientos prehispánicos. Otros, que a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX fueron creados por pobladores “libres” en haciendas y reales de minas. Además, aquellos que surgieron de las oleadas colonizadoras del siglo XIX. También, los asentamientos conformados por empresarios y colonos en medio de los auges de la quina y el caucho, a mediados del siglo XIX y comienzos del XX. Con este panorama quiere mostrarse, por un lado, que la acción de fundar no solamente se debe a las disposiciones derivadas de la voluntad de una autoridad civil o religiosa, sino que puede emerger de la iniciativa de personas que buscan organizar una comunidad y establecerse en un lugar, y cuyas actuaciones, en ocasiones, se dan al margen del orden establecido. Por otro, que las poblaciones han surgido de confrontaciones, procesos de despojo y relaciones de poder desiguales, circunstancias que también han dado lugar a la aparición de sociedades inéditas.

Al respecto, cabe recordar que las sociedades que han ocupado el territorio que hoy es Colombia son el resultado de la confluencia de grupos y culturas de diferente origen. En esa medida, los poblados que habitamos y recorremos son microcosmos que nos muestran la diversidad de mezclas genéticas y culturales de las que procedemos. Por esta razón, la serie procurará poner en primer plano las múltiples expresiones de ese legado, que se ha manifestado, entre otras expresiones, en formas de organización social, festividades civiles y religiosas, así como en cantos y bailes. Se trata de facetas reveladoras de la especificidad de cada poblado y de su articulación con trayectorias históricas de largo aliento. 

Otra faceta que reviste interés es la articulación entre poblados, habitantes y mercados. Debido a la variedad de suelos y condiciones climáticas, el territorio nacional cuenta con vastas riquezas ambientales que las sociedades han explotado y transformado en recursos. En esa vía, muchos de los poblados incluidos han sido la base desde la cual se ha controlado la extracción, el almacenamiento, el procesamiento y el intercambio de productos de diversa índole, entre los que pueden enumerarse algunos, de sobra conocidos, como tabaco, oro y café. Además, otros asentamientos han sido centros de actividades menos evidentes, como las asociadas con las llamadas economías ilícitas (minería ilegal, cultivo de coca y contrabando, por ejemplo), que también son parte de la historia del país. A lo largo del tiempo, esas circunstancias han dado lugar a que los grupos sociales y los espacios que han habitado se inserten dentro de mercados regionales, así como en otros de mayor envergadura. De tal forma, los artículos aludirán a la multiplicidad de contactos, bonanzas, decadencias y conflictos que tales relaciones de producción e intercambio han generado.

Villa de Leyva y Monguí en Boyacá.

Con base en esas consideraciones, los escritos abordarán las poblaciones a partir de distintas escalas y procesos. Así, por un lado, los textos aludirán a las particularidades de cada población: ubicación, origen o fundación, relación con el contexto regional del que han hecho parte, usos y costumbres, personajes destacados, actividades económicas, situaciones de confrontación y disputa e interacción entre sociedad, clima y geografía. Por otro, los poblados aparecerán enmarcados en redes mercantiles, en debates políticos y en la circulación de ideas, así como en procesos que han ocurrido en contextos locales, continentales o globales. Además, si se piensa en el declive de algunas poblaciones que en determinado momento ocuparon una posición central, cada autor tendrá espacio para referirse a este punto, si es el caso, así como a los elementos sociales y materiales que en la actualidad permiten poner en valor los lugares estudiados.

Villa de Leyva y Monguí en Boyacá.

Para el título de la serie se ha optado por la palabra “poblaciones”, con el fin de emplear una denominación única para todos los lugares incluidos, en parte, debido a la variedad de etiquetas que podría asignárseles. Por ejemplo, como se ha indicado, muchos poblados actuales fueron conformados como “ciudades”, “villas” y “pueblos” en el período colonial, y esto haría inconveniente usar el término “ciudad” en todos los casos.

 

Por otra parte, además de que permite evitar la clasificación administrativa contemporánea de “municipio”, el término “población” es una forma de aludir tanto al espacio físico como a las personas que lo habitan. Por “población” se entiende el espacio en el que una colectividad se encuentra organizada y que, pese a sus transformaciones, tiende a permanecer a lo largo del tiempo, sin importar el tipo de configuración (centralizada o dispersa) a la que dio lugar, ni la situación (derivada de la decisión de una autoridad o de acuerdos entre personas) que llevó a su creación. Con la expresión “que hicieron historia” se pretende resaltar que, de uno u otro modo, los poblados seleccionados permiten relatar procesos y fenómenos que describen y explican apartes de la historia de Colombia.

 

Con respecto a la organización de los textos, la serie será publicada entre mayo de 2019 y abril de 2020, para un total de 12 números. La selección de lugares, más que dar cuenta de una totalidad, opera como muestra de las diferentes formas en que se ha expresado la organización de la sociedad en poblados en el territorio que hoy es Colombia. En general, los poblados incluidos están bastante documentados y los autores convocados los han investigado a profundidad. La organización de los fascículos es una agrupación de poblaciones según el espacio geográfico/regional que ocupan: (1) Cuencas del Amazonas y el Orinoco, (2) Tierras bajas y costa del Pacífico, (3) Llanuras y costa del Caribe, (4) Valles interandinos y (5) Vertientes andinas. Esa distribución permite ordenar la muestra de acuerdo con una lógica espacial que pueda resultar más fácilmente legible para el público.Además, si bien las condiciones topográficas y climáticas son cambiantes, se trata de elementos estructurales que han condicionado la vida en los poblados. Además, esa aproximación permite ordenar la selección sin acudir a un orden cronológico, que limitaría la importancia de los asentamientos a un período específico. Por último, la serie contempla ubicar en los primeros fascículos los poblados que los lectores de Credencial Historia quizás conocen menos, aquellos localizados en el piedemonte y en la cuenca del Amazonas y en la Costa Pacífica, y terminar con otros que tienden a ser identificados con mayor facilidad, como son los de las vertientes andinas. Desde luego, los artículos constituyen una invitación para que el público establezca conexiones entre períodos, regiones y procesos.

Plaza e iglesia de Guaduas.José María Gutiérrez de Alba,1874. Biblioteca Luis ÁngelArango, Banco de la República,Colombia

 

Es importante anotar que, si bien los artículos se centrarán en analizar poblados que no son capitales de departamento, en ocasiones aquellos se encuentran dentro de áreas metropolitanas, conurbaciones o distritos controlados por ciudades capitales. Es la relación que guardan, por ejemplo, Villa del Rosario y Cúcuta, Girón y Bucaramanga, y Ciénaga y Santa Marta. Esa situación permite recordar que, en muchos casos, la singularidad y la historia específica de un pueblo tienden a quedar opacadas por el protagonismo del poblado mayor del que depende en términos administrativos.

 

La cantidad de información que surge al ahondar en el estudio de las poblaciones implica que los lectores tendrán la oportunidad de encontrar en esta serie toda una variedad de material de gran riqueza visual, que incluye mapas y planos de distintas épocas, así como dibujos, acuarelas y fotografías. Se trata de imágenes con las que se espera ilustrar el contenido y poner en evidencia las características y las transformaciones que los poblados estudiados han tenido a lo largo del tiempo. Además, la inclusión de mapas permitirá, en ocasiones, aludir a las relaciones regionales, caminos y redes dentro de los cuales los poblados y sus habitantes han estado enmarcados.

 

Es necesario tener en cuenta que la creación de un poblado no necesariamente daba lugar a la elaboración de planos o esquemas y, en caso de que eso hubiera ocurrido, la información gráfica no se ha preservado. De tal manera, las imágenes incluidas, en muchos casos, se refieren a épocas posteriores a la configuración de los poblados, así como a sus características en la actualidad. Al respecto, además de la información visual procedente de archivos, bibliotecas y centros de documentación, una parte de las imágenes se desprende del material de trabajo de los investigadores convocados, por lo que los lectores tendrán a mano fuentes visuales inéditas.

Tierra firme donde están las gobernaciones de Cartagena, Santa Marta, Río de el hacha,Venezuela, Nueva Andalucía,Popayán, Nuevo Reino de Granada. Nicolas Sanson de Abbeville, 1656. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República, Colombia

Sobre los autores, en esta oportunidad han sido convocados investigadores que proceden de distintas disciplinas. Así, por ejemplo, en la serie podrán encontrarse escritos de profesionales de las ciencias sociales y del periodismo. Asimismo, habrá textos escritos por arquitectos, cuyas investigaciones se han centrado en los estudios históricos. En general, se trata de académicos, de distintas edades, que cuentan con trayectoria en el estudio histórico de poblaciones y regiones colombianas.

 

Otro propósito de la colección es poner en escena historias de adaptación de algunas comunidades frente a experiencias de cambio súbito. En distintos momentos, debido a las condiciones hidrográficas, topográficas y geológicas de la porción del continente americano que ocupa Colombia, las sociedades contemporáneas y los poblados que habitan se han visto expuestos a situaciones que han alterado su estabilidad y su permanencia. Así, terremotos e inundaciones, entre otros fenómenos, han ocasionado eventos que terminan por trastornar las dinámicas de los pobladores. Lo mismo puede pensarse sobre otros acontecimientos, como los relacionados con situaciones catastróficas generadas por la acción humana, como los incendios provocados, la deforestación o la guerra.

 

De tal forma, el espacio de contraportada de cada fascículo, sección que lleva por nombre “Poblados que resurgen”, estará dedicado a narrar historias de comunidades que han trascendido los retos impuestos por el entorno y por situaciones de cambio drástico generadas por la acción humana. El propósito es mostrar cómo las sociedades que en la actualidad habitan Colombia se las han arreglado, mediante distintas rutas, para que sus comunidades y los espacios que ocupan resurjan y permanezcan después de haber experimentado situaciones límite. En cada número, la contraportada estará dedicada a un poblado ubicado dentro del marco regional al que alude el respectivo fascículo.

 

En síntesis, la serie “Colombia: Poblaciones que hicieron historia” es una invitación a los lectores de Credencial Historia a explorar la complejidad que subyace a la génesis de los poblados y a identificar distintos tipos de interacción entre sociedad y entorno en el territorio nacional. Al mismo tiempo, es una manera de descubrir la historia de poblaciones que son poco estudiadas. Lejos de constituir una historia cerrada, las poblaciones y los fenómenos que se articulan con ellas están abiertos al cambio. Hoy en día, el desplazamiento interno y la migración masiva que llega de otros países tienden a reconfigurar la organización espacial de los poblados, así como el tejido social del que hacen parte.

 

 

Algunas coordenadas sobre el estudio histórico de las poblaciones

 

A lo largo de su trayectoria, Credencial Historia se ha preocupado por narrar al público diferentes aspectos de la historia de Colombia, entre los que se cuentan las instituciones, el arte y la arquitectura. En la misma dirección, la delimitación geográfica en la que se encuadran las poblaciones seleccionadas en esta serie corresponde, como ya se anunció, al territorio que hoy es Colombia, que, a grandes rasgos, se derivó de provincias que hacían parte de las jurisdicciones administrativas coloniales del Nuevo Reino de Granada y de la Gobernación de Popayán. Después de las disputas que siguieron a la Independencia, ese territorio fue transformándose hasta consolidarse como República de Colombia, a finales del siglo XIX, a partir de la Constitución de 1886. Se trata de una geografía que, además, se ha afianzado en épocas posteriores, después de varios diferendos limítrofes y procesos de cesión y secesión.

 

Una primera explicación para ubicar en ese contexto un conjunto de historias de poblados cuya existencia es anterior a la consolidación del territorio nacional actual es que, si bien varios de los lugares incluidos en la serie estaban dentro de ese espacio desde antes de la conformación del estado-nación, han tenido también una trayectoria larga dentro de la República de Colombia. Aún así, caben algunas aclaraciones, en vista de que el estudio de fenómenos que anteceden a la creación del estado-nación a partir de este referente espacial podría parecer anacrónico o incongruente.

 

Así, al circunscribir los poblados seleccionados en el contexto colombiano no se pretende negar su relación con procesos anteriores, ni sugerir que los habitantes actuales se rigen por un sentido de pertenencia nítido y homogéneo con respecto a la nación. Tampoco se quiere legitimar la situación política o la estructura social del presente. Por el contrario, la serie ha sido diseñada con el objetivo de que los artículos hagan referencia a los diferentes procesos que han dado lugar al surgimiento de los poblados, a la variedad en las formas de interacción con el entorno, así como a la articulación de los pobladores con procesos sociales, políticos y económicos de distinta magnitud. En síntesis, la serie propone, a partir del estudio de algunas poblaciones, llamar la atención del público acerca de la complejidad de la historia nacional y sobre el hecho de que sus aristas son múltiples.

 

Si bien la idea de nación colombiana puede ser discutida y es habitual concebir a Colombia como un estado-nación compuesto por regiones o provincias (sujetas, también, a procesos de cambio y ajuste), cada una con trayectorias históricas y expresiones culturales específicas, existen elementos cohesionadores que permiten considerar al país como unidad de análisis, entre los que se cuentan la idea de soberanía nacional, la moneda común, al igual que un idioma predominante. Esa tensión entre fenómenos que tienen lugar en la escala local y procesos más amplios es uno de los puntos que la serie procura resaltar.

Feligresías del Socorro, Confines y Oiba. Mapa que señala el lugar donde se fundará la nuevaparroqia. S/F. AGN, mapoteca 4ref. 688A.

Por otra parte, la historia de los poblados incluidos en la serie está relacionada de modo inevitable con la historia general del poblamiento. En líneas generales, suele aceptarse que el proceso de configuración de asentamientos humanos en el territorio colombiano puede dividirse en una secuencia que comienza con la ocupación prehispánica, sigue con la creación de poblados durante el período colonial, desemboca en el proceso de colonización de baldíos y fundaciones del siglo XIX y finaliza con la migración del campo hacia las grandes ciudades, a causa de la atracción que ejerció la industria y del desplazamiento ocasionado por la violencia partidista, a partir de mediados del siglo XX.

 

Acerca de esa secuencia es necesario observar que la ocupación tiene una historia bastante dilatada, por lo menos de 12.000 años. De esa forma, las diferentes regiones y gentes son el resultado de procesos muy antiguos, cuyas evidencias son, en muchos casos, imperceptibles. Al respecto, debe tenerse en cuenta que el poblamiento colonial se estructuró sobre caminos y límites territoriales prehispánicos, si bien hubo rupturas entre ambas etapas. En la misma vía, varias ciudades, villas y pueblos coloniales se trazaron sobre asentamientos que existían antes de la Conquista.

 

Si el poblamiento es visto como una serie de etapas que se concatenan, a pesar de los quiebres, y no como una sucesión de períodos distintos, es posible apreciar puntos de contacto entre un momento y otro. Con frecuencia, el intento de ubicar el origen específico o la fecha de fundación de un asentamiento dentro de alguna de las etapas más recientes, aunque es crucial para datar ciertos acontecimientos, puede llevar a considerar que el poblado se creó en un lugar que carecía de habitantes y asentamientos previos. Desde luego, en los artículos de la serie se hará referencia a fechas de fundación o a los momentos para los cuales existe registro sobre la ocupación de un sitio, pero se hace un llamado a los lectores para no perder de vista que pensar el poblamiento en etapas separadas tiende a ocultar los traslapes y las adaptaciones que se produjeron entre esas distintas fases.

 

En Colombia, el estudio del poblamiento trajo consigo, a comienzos de la segunda mitad del siglo XX, la preocupación por entender el funcionamiento y la materialidad de los poblados. Después de que, en una fase anterior, distintas poblaciones fueran objeto de estudios generales, entre distintos académicos se despertó el interés hacia el estudio histórico y sistemático de los entornos construidos y de las sociedades que los habitaron. Esa aproximación se derivó del trabajo de investigadores vinculados con la arquitectura y el urbanismo, por un lado, y con disciplinas de las ciencias sociales y la economía, por otro.

 

Para comenzar, entre las décadas de 1960 y 1990, la investigación histórica sobre poblados proliferó de la mano de arquitectos y urbanistas. El interés sobre las relaciones que existieron entre los poblados coloniales y sus ámbitos jurisdiccionales, el estudio de los conjuntos de arquitectura colonial y las iniciativas asociadas con su preservación, la formulación de políticas patrimoniales, así como la noción de planeación urbana, condujeron a que se hiciera cada vez más frecuente investigar y comprender distintos poblados desde una perspectiva histórica. En ese contexto, fueron escritos trabajos tan variados como los de Carlos Martínez Jiménez, Jaime Salcedo Salcedo, Alberto Corradine Angulo, Jacques Aprile-Gniset, Gilma Mosquera, Alberto Saldarriaga Roa y Lorenzo Fonseca.

 

En cuanto a los aportes derivados de las ciencias sociales y la economía, trabajos de historiadores como Peter Marzahl y Germán Colmenares, publicados a finales de la década de 1970 y comienzos de la de 1980, se centraron en caracterizar las actividades económicas, las relaciones sociales y la vida política en ciudades coloniales como Cali, Tunja y Popayán. Esas investigaciones resaltan el hecho de que los privilegios concedidos a los capitanes de conquista se veían plasmados en una serie de concesiones que incluían la fundación de núcleos poblados que contaban con un territorio jurisdiccional sobre el que los nuevos asentamientos ejercían su autoridad. A partir de tales consideraciones, estos investigadores miraron el fenómeno del poblamiento desde la perspectiva de que la fundación de ciudades y villas marcó el avance de la conquista, así como la incorporación de grupos indígenas y sus tierras al orden colonial. En parte, se trató de una reacción frente a la tendencia previa a interpretar la Conquista a partir de la organización burocrática y de las decisiones de los funcionarios.

 

Es necesario mencionar que, desde mucho antes, otros asentamientos y configuraciones espaciales, como los que ocuparon los grupos indígenas durante el período colonial, recibieron atención por parte de los investigadores. Así, la creación de pueblos de indios y resguardos, y las relaciones sociales a las que dieron lugar esos espacios fueron abordados por estudios como los de Juan Friede, Orlando Fals Borda y Magnus Mörner. Puede decirse que esas investigaciones se enmarcaron en las discusiones sobre los derechos de los indígenas contemporáneos, en las que habían participado representantes del estado y varios académicos desde comienzos del siglo XX.

Puente de hierro sobre el ríoGualí en Honda. José María Gutiérrez de Alba, 1874. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República, Colombia

Estas preocupaciones fueron la base para otros estudios más recientes que han reorientado la forma de analizar la configuración del espacio y, en particular, la complejidad asociada con las formas y dinámicas de los asentamientos. Esos trabajos proponen que el espacio es producto y generador de relaciones sociales, sistemas simbólicos, estructuras de poder, formas de percepción y mecanismos de apropiación del entorno. Este enfoque puede encontrarse, por ejemplo, en las obras de Germán Mejía Pavony y Marta Herrera Ángel. Los aportes de estas investigaciones contrastan con estudios que en los últimos veinte años han surgido en el contexto del urbanismo, centrados en analizar la inserción, el desarrollo y las expresiones de los proyectos urbanos modernos.

 

Muchas rutas han venido abriéndose después de la publicación de los trabajos mencionados. En parte, porque las perspectivas teóricas con respecto al estudio del espacio y la sociedad se han multiplicado, sobre todo dentro de las ciencias sociales. Además, en la actualidad, los estudios sobre los poblados varían en escalas, enfoques y períodos históricos. Entre las investigaciones recientes cabe resaltar aquellas que han integrado las herramientas y los métodos de la historia, la geografía, la arquitectura y la antropología. Ese tipo de aproximación tiende a analizar procesos amplios tomando como foco porciones de un pueblo o una ciudad, así como grupos específicos o fenómenos sociales, culturales y ambientales particulares.

 

Varios de los estudios mencionados se inscribieron en un subcampo disciplinar conocido como “historia urbana”. En la actualidad, el interés que despiertan las dinámicas articuladas con el mundo rural y la variedad de configuraciones espaciales que pueden convertirse en objetos de estudio han llevado a cuestionar el análisis enfocado en los contextos urbanos, pues no abarca el conjunto de la sociedad. En líneas generales, las categorías “urbano” y “rural” presuponen la separación del orden social y espacial en dos ámbitos contrastantes: conglomerados densos, tecnificados, complejos y cosmopolitas, por un lado, y asentamientos dispersos, “naturales” y tradicionales, por otro. Se trata de una oposición que suele explicar la naturaleza de las relaciones sociales a partir de los patrones de asentamiento en los que los grupos sociales residen. En muchos casos, esa división implica, además, la preeminencia de las dinámicas urbanas sobre las rurales.

 

Pese a que existen diferencias entre tipos de asentamientos y actividades desarrollados en ellos, algunos autores han sugerido la crisis de esa dicotomía. Al respecto, varios textos sociológicos y geográficos llaman la atención sobre las dificultades de la división entre ámbitos urbanos y rurales. Asimismo, la constante fluidez entre lo urbano y lo rural, que varios de los practicantes de la historia urbana han detectado, da cuenta, paradójicamente, de las dificultades inherentes a esa oposición.

 

Lo separación de la realidad en ámbitos urbanos y rurales no es natural ni universal. Esa perspectiva se deriva, en gran medida, de fenómenos socioespaciales europeos de la antigüedad y de la época moderna. También, se debe a la aproximación que a esos fenómenos han hecho distintas corrientes académicas originadas, por ejemplo, en Francia, Alemania e Inglaterra, desde comienzos del siglo XX. Así, por ejemplo, en investigaciones adelantadas por geógrafos, urbanistas e historiadores franceses, los espacios locales han tendido a ser analizados de acuerdo con la oposición entre sociedades feudales y burguesas característica de la Edad Media.

 

Sería difícil relacionar de forma exclusiva los estudios de esta serie de Credencial Historia con tal aproximación, pues se ha intentado reunir aportes que, aunque proceden de distintas disciplinas, están articulados alrededor de un interés común: la reflexión sobre las relaciones entre espacio y sociedad y cómo se expresan en los poblados analizados Es decir, la serie procura trascender la discusión, bastante habitual, incluso en ámbitos académicos, de que la importancia de un poblado está dada por factores como la alta densidad poblacional, la superficie dilatada, la capacidad industrial y el control ejercido sobre una región.

 

Para concluir, se espera que estas coordenadas de carácter general y sucinto acerca de debates relacionados con la evolución de los estudios históricos sobre los poblados en el país sean útiles para enmarcar los escritos que serán presentados en la serie “Colombia: Poblaciones que hicieron historia”. Asimismo, que el público lector tenga la oportunidad de nutrir su conocimiento a partir de las sugerencias bibliográficas y de los enfoques aquí propuestos.

 

Camino real entre Barichara y Guane, en Santander.
 
Bibliografia
  1. Acerca de la región como unidad de análisis y resultado de procesos históricos, véanse, por ejemplo, Germán Colmenares, “La nación y la historia regional en los países andinos, 1870-1930” [1985], en Germán Colmenares, Varia. Selección de textos, Tercer Mundo Editores / Universidad del Valle / Banco de la República / Colciencias, Bogotá, 1998, pp. 143-168; Orlando Fals Borda, “El ordenamiento territorial: perspectiva después de la Constitución de 1991”, en Juan José Vieco, Carlos Eduardo Franky y Juan Álvaro Echeverri (eds.), Territorialidad indígena y ordenamiento en la Amazonía, Instituto Amazónico de Investigaciones, Unibiblos / Programa COAMA, Leticia, 2000, pp. 151-159, y Nancy P. Appelbaum, Muddied Waters. Race, Region, and Local History in Colombia, 1846-1948, Duke University Press, Durham, 2003.
  2. Sobre etapas de poblamiento, véanse Jacques Aprile-Gniset, La ciudad colombiana. Prehispánica, de Conquista e indiana, Banco Popular, Fondo de Promoción de la Cultura, Bogotá, 1991, y Jacques Aprile-Gniset, La ciudad colombiana. Siglo XIX y siglo XX, Banco Popular, Fondo de Promoción de la Cultura, Bogotá, 1992.
  3. Véanse, por ejemplo, Marta Herrera Ángel, “Transición entre el ordenamiento territorial prehispánico y el colonial en la Nueva Granada”, Historia Crítica n.º 32 (julio-diciembre de 2006), pp. 118-152, y Jaime Salcedo Salcedo, “Un vestigio del cercado del señor de Bogotá en la traza de Santafé”, Ensayos. Historia y teoría del arte n.º 20, 2011, pp. 155-190.
  4. Entre otros trabajos de estos autores, pueden tenerse en cuenta Carlos Martínez Jiménez, Urbanismo en el Nuevo Reino de Granada, Banco de la República, Bogotá, 1967; Gilma Mosquera Torres y Jacques Aprile-Gniset, Dos ensayos sobre la ciudad colombiana, Universidad del Valle, Cali, 1978; Alberto Corradine Angulo, Historia de la arquitectura colombiana. Colonia, 1538-1850, Escala, Bogotá, 1989; Lorenzo Fonseca Martínez y Alberto Saldarriaga Roa, Arquitectura popular en Colombia. Herencias y tradiciones, Altamir Ediciones, Bogotá, 1992, y Jaime Salcedo Salcedo, Urbanismo hispano-americano, siglos XVI, XVII y XVIII. El modelo urbano aplicado a la América española, su génesis y su desarrollo teórico y práctico, Centro Editorial Javeriano, Bogotá, 1996, 169.
  5. Peter Marzahl, Town in the Empire. Government, Politics, and Society in Seventeenth-Century Popayán, University of Texas Press, Austin, 1978; Germán Colmenares, Historia económica y social de Colombia II. Popayán, una sociedad esclavista. 1680-1800 [1979], Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1997, pp. 188-189; Germán Colmenares, Cali: Terratenientes, mineros y comerciantes. Siglo XVIII, Biblioteca del Banco Popular, Bogotá, 1983, y Germán Colmenares, La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada. Ensayo de historia social, 1539-1800, Academia Boyacense de Historia, Tunja, 1984.
  6. Juan Friede, El indio en lucha por la tierra. Historia de los resguardos del macizo central colombiano, Ediciones Espiral, Bogotá, 1944; Orlando Fals Borda, “Indian Congregations in the New Kingdom of Granada: Land Tenure Aspects, 1595-1850”, The Americas 13, n.º 4 (Apr., 1957), pp. 331-351, y Magnus Mörner, “Las comunidades de indígenas y la legislación segregacionista en el Nuevo Reino de Granada”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura n.º 1, 1963, pp. 63-88
  7.  Germán Rodrigo Mejía Pavony, Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá, 1820-1910, Centro Editorial Javeriano / ICANH, Bogotá, 1999, y Marta Herrera Ángel, Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII, ICANH / Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 2002.
  8. Véanse, por ejemplo, Carlos Niño Murcia y Sandra Reina Mendoza, La carrera de la modernidad. Construcción de la Carrera Décima. Bogotá (1945-1960), Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, Bogotá, 2014; Bibiana Preciado, Canalizar para industrializar. La domesticación del río Medellín en la primera mitad del siglo XX. Ediciones Uniandes, Bogotá, 2015; Vladimir Sánchez Calderón, “Tunjuelo: un río del sur. Desigualdad urbana en Bogotá a mediados del siglo XX”, tesis para optar al título de Doctor en Historia, Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes, Bogotá, 2016, y Enrique
  9. Martínez Ruiz, Quinta Sión. Los judíos y la conformación del espacio urbano de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2018.