MAGANGUÉ
Magangué es un ejemplo de lo accidentada que ha sido la historia del río Magdalena y su aprovechamiento para el comercio del país. En su condición de puerto, mientras el río se sostuvo como la mayor ruta comercial de Colombia, esta población alcanzó prosperidad y progreso.
En el Caribe colombiano, el acceso a las vías de comunicación, en especial a aquellas de carácter fluvial, fue decisivo durante el período colonial y hasta por lo menos la primera mitad del siglo XX en la definición de las primacías que alcanzaron ciudades, villas, pueblos o sitios y la posición de unos sobre otros. En el territorio caribeño, a lo largo del tiempo, los ríos y sus afluentes, principalmente en sus cauces bajos, no han discurrido por el mismo lugar, situación que, de forma súbita, puede impedir que sean usados como rutas comerciales.
Balcon con decoración eclectica |
La depresión Momposina, espacio geográfico donde los ríos Cauca, Cesar y San Jorge tributan sus aguas al río Magdalena, es una región especialmente indicadora de los cambios que los hechos naturales han suscitado en las primacías urbanas del Caribe colombiano. Cada uno de los ríos en mención se explaya en múltiples “brazos” y caños que conforman una especie de “delta interior”, que es siempre proclive a desastres naturales causados por el derrame de sus aguas, y cuya geografía cambia permanentemente.
En la década de 1860, la corriente principal del Magdalena, que al llegar a la población de El Banco se divide en los brazos de Mompox y Loba y forma, así, la isla Margarita o isla de Mompox, terminó por desviar su curso hacia el brazo de Loba. De esta manera, en la segunda mitad del siglo XIX, por los azares del cambiante río y en medio del apogeo de la navegación a vapor, Magangué asumió en pocos años el carácter que antes ostentaba la villa de Santa Cruz de Mompox.
FOTO DAVID ARIAS SILVA, 2008 |
El cambio de la corriente principal del Magdalena marginó a la villa colonial del comercio, y Magangué se estableció como puerto intermedio y escala obligada de los barcos de vapor que surcaban el río, los cuales, para mediados del siglo XIX paulatinamente habían comenzado a desplazar a los champanes como principal medio para movilizar la mercancía a través de las vías fluviales, en especial por los ríos Magdalena y Cauca. La población se convirtió entonces en el enlace de la depresión Momposina, las Sabanas de Bolívar (actuales departamentos de Córdoba y Sucre), La Mojana y el río San Jorge o las poblaciones de las márgenes del bajo río Cauca con las ciudades costeras de Cartagena, Barranquilla Santa Marta y el interior del país.
Las referencias escritas sobre Magangué datan del siglo XVI y, a propósito de ello, en la Elegía de Varones Ilustres de Indias, el cronista Juan de Castellanos menciona que el pueblo fue establecido por Diego Carvajal. Diferentes relaciones de encomiendas de la provincia de Cartagena también dan cuenta de su existencia. Por ejemplo, una relación de 1663 indica que en la encomienda de Magangué había 16 indígenas tributarios, número que se reduce a 10 según datos de la visita realizada por Jacinto Vargas Campuzano (1674-1675), quien además señala que este pueblo del distrito de Mompox contaba con 92 habitantes.
Carta corográfica del Estado del Bolívar, construida con los datos de la Comisión Corográfica i de orden del gobierno jeneral Manuel Ponce de León y Manuel María Paz, 1864 Biblioteca Luis Ángel Arango |
En el siglo XVIII, el pueblo de Magangué fue agregado al de Yatí, a donde fue trasladada la población indígena. Magangué quedó entonces con categoría de “sitio de libres”, un asentamiento habitado mayoritariamente por pobladores “mestizos” que no estaban adscritos a comunidades indígenas ni se encontraban esclavizados. Para el año de 1772, Diego de Paredo, obispo de Cartagena, relaciona la existencia en el lugar de una “Feligresía de libres con 382 familias que contiene 1.393 almas de confesión y 64 de esclavos. […] Es en el día sitio de algún comercio. En su parroquia, que es de piedra, madera y teja, se venera con gran devoción la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Candelaria”.
Transcurridos cuatro años del informe del obispo Paredo, Antonio de la Torre y Miranda le dio estatus jurídico al sitio. Como consecuencia de lo anterior, este oficial español manifiestó que “inmediato a la Parroquia de N. S. de Magangué fundé nuevamente su población con 287 vecinos, que componían 1.415 almas”.
Ferri transportando camiones y otros vehiculos sobre el rio magdalena frente a Magangué |
La importancia que adquiere la población en los últimos años del dominio colonial y los primeros años después de la Independencia se vio reflejada en su erección como villa, reconocimiento otorgado por las autoridades republicanas del Estado de Cartagena en 1813. En 1824 se le designó como cabecera de uno de los cantones que conformaban la provincia de Cartagena y, en 1859, se creó el Departamento de Magangué, entidad territorial del Estado de Bolívar que luego se transformó en la provincia del mismo nombre.
A mediados del siglo XIX, de gran renombre a nivel nacional fueron sus ferias comerciales, desarrolladas desde 1858 en coincidencia con las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Candelaria, cuya festividad celebra la Iglesia el 2 de febrero. La alternancia de estas ferias con las del corregimiento de San Antonio (junio) y las “Ferias del Cristo” (que tenían lugar en la población de San Benito Abad en el mes de septiembre), que después pasaron a desarrollarse de forma conjunta en Magangué, facilitaba la comercialización de los productos que eran cancelados por plazos en sucesivos eventos.
Casa en el barrio Córdoba |
Las ferias, además, permitieron la comercialización de mercancías importadas, a la vez que productos como el tabaco de las provincias de Magangué y El Carmen se vendían a las casas exportadoras de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta. Así mismo, fueron espacio para la comercialización de manufacturas de varios rincones de la región Caribe. En 1880, por ejemplo, el geógrafo británico Frederick Simmons anotaba que una peculiar estera producida en Chimichagua y Chiriguaná (Cesar) se vendía por miles de docenas en las ferias de Magangué.
El ocaso de las ferias coincidió con el quiebre finisecular: la Guerra de los Mil Días, la mayor regularidad de la navegación a vapor y el sistema de agentes viajeros las condenaron a su extinción. No obstante lo anterior, el puerto de Magangué se había convertido en el de mayor movimiento sobre el río Magdalena después del de Barranquilla, hecho que coincidió con la consolidación de la ganadería como la industria más importante del departamento de Bolívar. Su puerto era embarcadero del ganado criado en las Sabanas de Bolívar, y desde allí se transportaba hasta otros puertos como Barranquilla, Puerto Berrío, Puerto Wilches o La Dorada.
Para la década de 1920 se calculaba que más de cincuenta mil reses pasaban por el puerto de Magangué, al tiempo que productos agrícolas como el tabaco, arroz, maíz y caña de azúcar eran ampliamente comercializados en el que se llegó a considerar como el primer centro de abastecimiento de alimentos sobre el río Magdalena. Surgieron además pequeñas industrias que solventaban las necesidades básicas locales de artículos como esteras, sandalias, sillas de montar, artículos de hojalata, sombreros, jabones y cigarrillos, entre otros. Las publicaciones periódicas, si bien generalmente fueron de vida efímera, constituyeron otra actividad importante del puerto. De hecho, entre los años 1873 y 1940 se contaron más de cuarenta publicaciones.
Edificio en el centro de Magangué |
El auge comercial del puerto caminó de la mano del desarrollo urbano y arquitectónico. El fácil acceso a materiales importados, especialmente cemento Portland y hierro, llevó a su amplia utilización en viviendas y edificios comerciales, bien como materiales estructurales, o para reproducir elementos formales decorativos acordes con las modas del momento. El barrio Córdoba, sector de la ciudad que en principio surgió como corregimiento separado del área urbana por el caño de Baracoa, para los años treinta del siglo pasado se había consolidado como un ensanche residencial alejado del bullicio del puerto, una muestra de la amplia acepción de nuevos modos de vida que se consideraban como modernos.
Magangué es un ejemplo de lo accidentada que ha sido la historia del río Magdalena y su aprovechamiento para el comercio del país. En su condición de puerto, mientras el río se sostuvo como la mayor ruta comercial de Colombia, esta población alcanzó prosperidad y progreso, fue un lugar que convocó a personas y familias nacionales o extranjeras -especialmente italianos y siriolibaneses-, quienes, a fuerza de trabajo y habilidades en los negocios, quisieron hacerse a una mejor calidad de vida. Así, por cerca de un siglo, Magangué se benefició del intenso tránsito que se desplazaba por la arteria fluvial, pero cuando la navegación a vapor entró en decadencia a mediados del siglo XX, como parte de esa lógica, el puerto también sufrió el mismo destino.
Edificio en el centro de Magangué |
Referencia Bibliográfica
- Alfonso Del Valle Porto, Compendio monográfico de la historia general de la villa de Magangué, Grupo Impresor Ltda., Medellín, 1992, p. 35.
- Lola G. Luna, Resguardos coloniales de Santa Marta y Cartagena y resistencia indígena, Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular, Bogotá, 1993, pp. 118-124.
- Diego de Paredo, Noticia historial de la provincia de Cartagena de las Indias año 1772, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 6-7, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1972, p. 150.
- Antonio de la Torre Miranda, Noticia individual, de las poblaciones nuevamente fundadas en la provincia de Cartagena, la mas principal del nuevo Reyno de Granada, de las Montañas que se descubrieron, Caminos que se han abierto de los Canales, Cienagas y Rios, con expresion de las ventajas que han resultado á la propagacion del Evangelio, al Comercio y al Estado, D. Luis de Luque y Leyva, Santa María (España), 1794, p. 37.
- Alfonso Del Valle Porto, Compendio monográfico, p. 80.
- Eduardo Posada Carbó, El Caribe colombiano. Una historia regional (1870-1950), Banco de la República / El Áncora Editores, Bogotá, 1998, pp. 91 y 92.
- Eduardo Posada Carbó, El Caribe colombiano, p. 205.
- Eduardo Posada Carbó, El Caribe colombiano, p. 268.