01 de noviembre del 2024
 
Cultura tairona Campana elaborada en tumbaga, aleación de oro y cobre Ca. 1000-1500 d.C. Reg. 2004.49/ The Met Museum. Dominio público.
Octubre de 2024
Por :
CARL HENRIK LANGEBAEK*

Los primeros pobladores: Su legado

 

Cuando se trata de los primeros humanos que ocuparon el territorio que hoy es Colombia, hay algunas preguntas que despiertan la imaginación. Por ejemplo, ¿de dónde vinieron? o ¿cuándo entraron? En la prensa aparecen publicaciones con “nuevas” investigaciones que anuncian fechas cada vez más antiguas para el poblamiento, insinuando que además de gente de origen asiático llegaron también polinesios, chinos o africanos.


La realidad de a puño, sin embargo, es que los indígenas del actual territorio colombiano, como todos los demás del Nuevo Mundo, vinieron de Asia y migraron hacia el sur, poblando el resto del continente. Sobre la fecha de arribo hay debate, pero lo más razonable es que varios grupos relativamente pequeños entraron en varias ocasiones desde hace unos 24 000 años, como máximo. América fue la última gran masa continental en ser poblada y sus primeros habitantes probablemente eran muy parecidos entre sí.


Como todos los grupos humanos, los ancestros más remotos de los indígenas americanos salieron de África, lugar donde se concentra la mayor diversidad genética humana. A medida que se alejaron de ese continente fueron perdiendo algo de la diversidad genética original porque cada pequeño grupo que se desprendía de otro no llevaba todos los genes de la población originaria, y así sucesivamente hasta entrar a estas tierras.

 

La población asiática originaria tenía una herencia compartida con poblaciones que hoy habitan no solo Asia, sino también la Polinesia y la Melanesia. Además, después de su entrada al Nuevo Mundo la historia biológica no cambió. Como con cualquier población, las mutaciones y la selección natural siguieron operando. Nadie niega que pudieron haber llegado algunos pocos individuos de lugares distintos, o que ocasionalmente plantas y animales del Viejo Mundo llegaran a estas tierras, pero se trató de eventos más o menos fortuitos que no transformaron la historia de las Américas. Para muchos lectores esto es un poco desilusionante, pero los estudios científicos no permiten afirmar otra cosa, no a menos que entremos en el campo de la especulación.

 

No hay nada malo con preguntarse por el origen de los indígenas y la fecha en que ingresaron a América, pero existen preguntas más interesantes que responden a la forma como entendemos a esos primeros pobladores. Por ejemplo, independientemente de cuándo llegaron o de dónde, se supone que eran rudimentarios cazadores o recolectores, que tenían una vida dura y sencilla, y que estaban relativamente desprovistos de conocimientos sofisticados. También suele creerse que solo con el pasar del tiempo algunos de ellos habrían aprendido todo aquello que consideramos principio de la civilización: vivir en aldeas fijas, cultivar, mejorar su tecnología, alcanzar desarrollos arquitectónicos y eventualmente tener jefes poderosos.

 

Si algo define a los primeros pobladores son sus carencias, de ellos se dice lo que no tenían, no conocían o no sabían. Todo lo verdaderamente interesante vino después de ellos y culminó en grandes civilizaciones: los mayas, los aztecas, los incas, tal vez los taironas y los muiscas. Punto final.

 

La aventura del poblamiento humano en América es apasionante. Los primeros pobladores ocuparon rápidamente el continente americano dando lugar a una diversidad lingüística y cultural enorme. Empezaron por Norteamérica, donde adaptaron su tecnología a las nuevas condiciones, viviendo de la caza de animales grandes y pequeños, recolectando y utilizando plantas con diversos propósitos. Su mundo fue característico el hemisferio norte, una región con una limitada diversidad ambiental, con relativamente pocas especies de plantas y animales.

 

Aunque, por otra parte, había numerosos ejemplares de algunas pocas especies, bastante apetecibles, como es el caso de grandes mamíferos como los mastodontes, los caballos y varios más. Como resultado, los primeros pobladores adoptaron una tecnología especializada para cazar a determinados animales, sin despreciar otros recursos. Cazaban animales más pequeños, pescaban y recolectaban frutos y semillas. Incluso, algunos piensan que entraron al Nuevo Mundo con animales y plantas domesticados, siendo el perro y el calabazo los mejores candidatos.

 

Los cazadores recolectores penetraron el trópico poco después de llegar a América. Vale la pena detenerse para explicar lo que eso significa. Se trata de las tierras con mayor diversidad del mundo. Tan solo Colombia tiene 70 microcuencas y aproximadamente 60 ecosistemas terrestres y marinos. Por esta razón, el país contiene cerca del 13% de las especies de vertebrados del mundo, 20% de las aves y 14% de las especies de fauna y flora conocidas.

 

La enorme diversidad implica algunas cosas importantes para los seres humanos. Por ejemplo, excepto por unas pocas especies, cada una de ellas tiende a tener pocos individuos. Esto se puede explicar así: si el humano arrasa 100 hectáreas en Canadá, la posibilidad de que lleve a la extinción a una especie cualquiera es pequeña. Sin embargo, si lo hace en el trópico, la posibilidad aumenta exponencialmente. Para algunos, esto es sinónimo de riqueza, pero lo cierto es que también pone en evidencia la enorme fragilidad de este territorio. Esto implica que las estrategias que funcionan en otras latitudes no son efectivas aquí. Los primeros habitantes entendieron que en estas tierras, para sobrevivir, no tenía sentido apostar por unas pocas especies ni tener una tecnología demasiado especializada, sino que era necesario diversificarla.

 

Tampoco valía la pena quedarse mu- cho tiempo en un solo lugar. Lo aconsejable era moverse, aprovechando la enorme diversidad que ofrecía el paisaje y explotar recursos muy variados en diferentes regiones. Por esta razón, en vez de elaborar espectaculares puntas de proyectil especializadas en ciertos animales, como hicieron sus antepasados en Norteamérica, los primeros habitantes del trópico optaron por una tecnología fácil de producir a partir de materias primas diversas, no siempre con la idea de que se pudiera utilizar para lo mismo en repetidas ocasiones. Por supuesto, elaboraron algunas puntas de proyectil bastante sofisticadas, pero como parte de un inventario en el que predominaban artefactos que se hacían de forma expedita, con propósitos múltiples, y que permitían aprovechar al máximo la diversidad existente.

 

 

Contrario a lo que se piensa, estos primeros pobladores no fueron solo cazadores y recolectores. El trópico al cual ingresaron se caracterizaba por una amplia disponibilidad de plantas útiles, algunas de ellas domesticables. Como el lector sabrá, solo una pequeña cantidad de especies animales o de plantas se pueden domesticar. La gran mayoría de ellas, sin importar lo haga el ser humano al respecto, tiene una descendencia tan similar a la de sus ancestros que no puede ser aprovechada para favorecer la reproducción de variedades distintas. En el trópico, sin embargo, la posibilidad de encontrar plantas domesticables es mucho mayor que en cualquier otro lugar.

 

Los primeros pobladores fueron conscientes de ello y no solo favorecieron el crecimiento de ciertas plantas, sino que incluso las cultivaron modificando ampliamente el paisaje tanto en la Amazonia, como en los Andes, el Pacífico y la costa Caribe. En muchas partes del norte de Suramérica, hace unos 7 000 u 8 000 años, el paisaje no era completamente natural sino más bien un producto cultural. Como si fuera poco, los cazadores-recolectores se movían de un lugar a otro llevando consigo plantas y animales. Por ejemplo, el maíz fue introducido desde México al trópico mucho antes de la agricultura. Una vez en estas tierras, se desarrollaron nuevas variedades de esa planta y algunas de ellas regresaron a su lugar de origen.

 

Por cierto, la domesticación de plantas no solo tuvo que ver con la necesidad de producir más comida. De hecho, los primeros pobladores no parecen haber sufrido de terribles problemas de alimentación. Los datos arqueológicos muestran que tuvieron una mejor salud que la de los indígenas de épocas más tardías y, en ciertos aspectos, que la nuestra. Muchas plantas fueron domesticadas con propósitos ornamentales o porque producían efectos placenteros, incluso espirituales, como es el caso de la coca y del tabaco. Esto en cuanto a las plantas, porque el mundo de los animales tropicales es muy distinto y ofrece pocas especies susceptibles de ser domesticadas.

 

Los primeros habitantes probablemente llegaron con perros de origen asiático, aunque no se descarta que algunas variedades fueran el resultado de mezclas con parientes no muy lejanos nativos de estas tierras. En realidad, el único animal que probablemente se domesticó en lo que hoy es Colombia fue el curí. Por esta razón, los indígenas de esta parte del mundo nunca dejaron de ser cazadores, aunque practicaran la agricultura y vivieran principalmente de esta.

 

Si bien se supone que la agricultura centrada en la producción abundante de unas pocas plantas es la que permite un modo de vida “más desarrollado”, en el trópico los primeros habitantes comprendieron que los cultivos debían ser respetuosos con la diversidad ambiental. Nunca se concentraron en unas pocas especies, por productivas que fueran, y se beneficiaron del legado de los cazadores-recolectores y su interés por diversificar, aprovechando múltiples plantas en diversos lugares, sin dejar de cazar.

 

Los suelos tropicales, contrario a lo que suele creerse, no son siempre buenos y las amenazas de plagas son enormes, comparadas con las que existen en otras latitudes. Por eso, los cultivos fueron tan diferentes a los que se encontraban en España, tanto que a veces los conquistadores ni los distinguían por la enorme diversidad de plantas que crecían, unas al lado de otras, sabiamente, minimizando el deterioro ambiental. Eso se lo inventaron los primeros pobladores, no los agricultores más tardíos. Es más, a los primeros habitantes debemos desarrollos tecnológicos tan importantes como la cerámica, elaborada por primera vez hace más de 5 000 años en la costa Caribe. También debemos a ellos los primeros rituales complejos, entierros bastante sofisticados que dan a entender una relación especial entre vivos y muertos y festines colectivos desde hace por lo menos 7 000 años.

 

Por último, no sobra poner a los cazadores-recolectores (cultivadores y domesticadores) en perspectiva. Su modo de vida fue tremendamente exitoso y duradero. No se trató de un experimento pasajero, ni mucho menos. Si se hace un recuento de la historia de los seres humanos en estas tierras, resulta que estos primeros pobladores vivieron, durante milenos, sin transformarse en agricultores o en habitantes de aldeas gobernadas por unos pocos privilegiados. Su modo de vida no sentó las bases para todo eso que llamamos civilización. Más bien lograron evitarla, sin tener que lamentar sus excesos y excentricidades.


*Antropólogo y arqueólogo de la Universidad de los Andes. Doctor en Antropología de la Universidad de Pittsburgh. Profesor titular de laFacultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes.