19 de noviembre del 2024
 
Puente de la Toma. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-001-0500.
Marzo de 2012
Por :
Juan Carlos López Díez Magíster en historia, Universidad Nacional de Colombia. Licenciado en educación, Universidad Pontificia Bolivariana. Contador público, Universidad EAFIT. Coordinador del grupo de historia empresarial, Universidad EAFIT.

La energía y los servicios públicos en Medellín:

Un caso de modernización  y construcción de lo público

No son pocos los que consideran que Empresas Públicas de Medellín, EPM, es algo así como “la joya de la corona” del Municipio de Medellín. Gran parte de la población de la ciudad y Foto aérea de Medellín, 1954. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-008-0768.la región ha construido una unión afectiva con esta entidad. ¿De dónde ha surgido tal valoración?

En este escrito se pretende dar cuenta de los elementos históricos que tuvieron que ver con los antecedentes y el nacimiento de las EPM, en especial con el tema de la energía eléctrica, cuyo manejo ha construido un potencial no solo regional sino allende las montañas que atraviesan la región.

La historia económica y empresarial de Antioquia en el siglo XX bien podría contarse a partir del recorrido de una de sus entidades más entrañables, las Empresas Públicas de Medellín. En el artículo se pretende hablar de la empresa como tal y en particular del origen y el manejo de la energía, en estrecha vinculación con el agua, cuya relación da origen a la noción de hidroelectricidad, ventaja comparativa del país y de la región, gracias a sus características naturales, en tanto territorio tropical y montañoso.

A partir de las dinámicas económicas, institucionales y políticas se ha construido a lo largo de un siglo una cierta concepción de lo público. Ello podría tildarse de encomiable, si se tiene en cuenta el hecho de haberse presentado en una región que históricamente ha sido caracterizada, según tratadistas y estudiosos nacionales y extranjeros, por su inclinación y acento hacia los negocios y por un cierto ethos individual de empresa.

Es curioso que, al tomar como válida la anterior premisa, se hace más llamativa la construcción de un tejido social de lo público a partir de un conjunto de empresas que hoy han alcanzado a ser, en términos de indicadores, el segundo patrimonio empresarial del país tras la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol.

Al hablarse de la energía en Medellín y Antioquia, es necesario aclarar que las breñas antioqueñas que ocupan el tramo final de la cordillera Central, la mayor parte de una superficie de los 63.000 km2 del Departamento, no estuvieron bendecidas por grandes reservas de hidrocarburos en comparación con el piedemonte llanero o la Orinoquia; o de carbón como al norte, en el Caribe colombiano. Pila de Santa Rosa, 1915. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-002-0686.Por tanto, el concepto de energía en esta región se enfoca más hacia el componente de energía eléctrica producida por las fuentes de agua, que por acción de la gravedad (caídas de agua) y las alturas de las montañas permitieron, desde los lejanos tiempos de la rueda hidráulica, utilizada para actividades mineras y agrícolas, construir una tradición económica ligada al agua como un elemento central de la cultura y de la producción.

La producción de energía eléctrica o electricidad ha navegado, desde 1920, por las aguas institucionales de empresas de propiedad estatal a las que el ciudadano común llama públicas. No fue así en sus comienzos, a fines del siglo XIX, pero la feliz confluencia de factores técnicos, jurídicos y financieros, bajo la sombrilla de una gestión pública, condujo a una suerte de mito empresarial en la organización de la energía eléctrica y los servicios públicos de aguas y telefonía (hoy telecomunicaciones).

Central hidroeléctrica de Guadalupe, 1962. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-015-0967.Hoy, como balance del siglo XX, y recorrida la primera década del siglo XXI, no es exagerado afirmar que el sector eléctrico constituye uno de los de mayor proyección nacional e internacional con empresas como EPM, Interconexión Eléctrica S. A. (Grupo ISA) e Isagen. Hay espacio incluso, en tan valioso recurso como la energía, para los privados, como es el caso de Colinversiones, grupo empresarial constitutivo del llamado Sindicato Antioqueño, que ha definido su vocación de crecimiento hacia el sector energético. De ahí que así como se piensa en potencial petrolífero venezolano o el carbonífero del Cesar y la Guajira, la región antioqueña construyó un potencial energético que se constituye en punta de lanza de la competitividad del país en el nuevo milenio.

Al revisar la historia, el anterior panorama no registra que siempre haya sido así, pues la construcción fue lenta y con obstáculos. En el recuadro de esta página se muestra el testimonio de uno de los grandes cronistas de servicios públicos y de historia empresarial del país, el periodista E. Livardo Ospina, en un libro con el cual se celebraron los primeros 10 años de vida autónoma de las EPM. Ahí se da cuenta de cómo el mito, en este caso más histórico que antropológico, no surgió de la nada.

Fuente de San José. Obra del escultor F. A. Cano, encargada por la Sociedad de Mejoras Públicas.Y se hizo la luz

Un día de octubre de 1879, tras un año de experimentaciones en su laboratorio, el célebre inventor estadounidense Thomas Alva Edison (1847–1931) sorprendió al mundo con la innovación que permitiría canalizar los inventos y desarrollos de la ciencia desde comienzos de ese siglo con Marconi, Oersted, Maxwell y Faraday. Los avances en electromagnetismo, electrólisis, conducción eléctrica, potencia y luz encontraron el canal más útil que jamás se hubiese ocurrido, como lo fue la famosa bombilla de luz incandescente, a partir de un filamento de carbón en un tubo de vidrio cerrado que pudo arder por espacio de 40 horas y que condujo al registro de una patente. Esta innovación daría origen a la Edison Electric Light Company, que en 1882 iluminaría la ciudad de Nueva York y luego sería absorbida por una de las mayores empresas del siglo XX, la General Electric.

Del aporte de Edison en su laboratorio de Menlo Park (New Jersey) podrían decirse muchas cosas, que se intentan resumir en lo siguiente: a partir de ese momento se marcaría un hito de la noche, un antes y un después en la relación del hombre con la penumbra y la oscuridad. La bombilla, uno de los más típicos productos de la modernidad, desplazaría al cuarto de sanalejo los candelabros de bronce, hierro, cristal, mármol y arcilla y las lámparas alimentadas por múltiples sustancias combustibles. Fue algo así como cuando el computador personal desplazó la máquina de escribir. Las por entonces dominantes en el mercado Gas Light Companies entrarían en un inexorable declive frente al flamante sector de las compañías eléctricas.

El advenimiento de la luz eléctrica a Medellín

Desde las famosas antorchas evocadoras de lúgubres noches en películas de época, los avances de la técnica habían permitido ofrecer para uso doméstico, o en espacios abiertos al público, diferentes tipos de iluminantes como las lámparas de petróleo y sus derivados y otro tipo de carburantes obtenidos de grasas animales, aceites o productos como la cera de Castilla.

Edificio Miguel de Aguinaga, de las Empresas Públicas de Medellín, 1957. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-016-0008.No está por demás recordar que la olvidada luna en el mundo urbanizado de hoy también cumplió su papel antes del advenimiento del crecimiento de las ciudades y áreas metropolitanas, al punto de llegar a aparecer en las disposiciones legales. En el primer alumbrado público con el que contó Medellín (1851), se ofrecía el servicio de luz en horario restringido, con ‘la grasa menos costosa’. Un artículo del privilegio concedido por el Concejo establecía que dicho alumbrado “podrá excusarse mientras alumbre la luna en tiempos de verano” (E. Livardo Ospina, p. 42). Medio siglo después, cuando se inauguró el primer alumbrado eléctrico en la Plaza de Berrío, un personaje popular de nombre Marañas ordenó el traslado locativo del famoso cuerpo celeste: “Ahora sí luna, a alumbrar a los pueblos” (una pérdida lamentable para el romanticismo).

El auge que causó en el mundo la posibilidad efectiva de masificar la luz eléctrica y por extensión la fuerza eléctrica para los motores, gracias al ‘Mago de Menlo Park’, llegó al país con unos diez años de retraso. Fueron Bogotá y la ciudad de Panamá las primeras ciudades del país en intentar contar con alumbrado público, en 1889 esta, y en 1890 la capital. En Medellín también se realizaron los primeros intentos por la misma época, pero fue solo cuando se constituyó la Compañía Antioqueña de Instalaciones Eléctricas, en 1895, que la ciudad pudo contar con su primer servicio de alumbrado público y para algunos privilegiados particulares. La ceremonia de inauguración, especie de fuegos artificiales de la época, ocurrió el 7 de julio de 1898 al caer de la noche.

Cobertura de la quebrada de Santa Elena, ca. 1930. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-005-0356.La Compañía de Instalaciones se creó como compañía mixta, de propiedad pública (Departamento y Municipio) y privada, a terceras partes, pero en la práctica fue manejada por los particulares. La primera década del siglo XX trajo la crisis derivada de la guerra de los mil días (1899-1902) y así la Compañía cambió de dueño, el Municipio salió de sus acciones, el Departamento de parte de las suyas y la empresa pasó a manos de la familia Echavarría, fundadora de Coltejer en 1907, con el tiempo símbolo industrial y la mayor de las 13 textileras fundadas en la ciudad y municipios aledaños entre 1902 y 1920. Hacia la segunda década, esa empresa llegó a consumir el 49% de la energía producida por la compañía eléctrica y cada vez eran más estridentes los debates en el Concejo y las protestas en la calle. El centro de este debate marcaría el porvenir de la ciudad. Se trataba de definir si ciertos servicios prestados por empresas privadas debían prestarse con un criterio eminentemente empresarial, o si debía considerarse el interés general, sin renunciar a un enfoque de racionalidad económica. Algo así como lo mejor de los dos mundos.

Así como el Libertador Simón Bolívar llamó ‘Congreso Admirable’ a una de las Asambleas que formuló una de las constituciones de la Gran Colombia (1821-1830), historiadores locales denominaron ‘Concejo Admirable’ a quienes participaron en los debates de ese período que conducirían a la municipalización de los servicios públicos de electricidad, acueducto y alcantarillado, telefonía y otros. Ello permitiría consolidar un enfoque de propiedad que el historiador de la energía, René de la Pedraja, consideró como ‘el modelo municipal’, encarnado por Medellín, por oposición no solo a otro tipo de propiedades de carácter público como el nacional (similar a lo que luego sería la interconexión eléctrica) sino a otros modelos de negocios como el del manejo por multinacionales, existentes en una época y que se revivieron con la apertura económica del presidente César Gaviria en 1990.

Represa La Fe. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-017-0956.Es inevitable introducir una variable a estas alturas. O mejor, una institución, la benemérita Escuela Nacional de Minas de Medellín, creada en 1887 por los hermanos Ospina, Tulio y Pedro Nel, hijos del presidente Mariano Ospina Rodríguez. Luego de las vicisitudes políticas (guerras) del siglo XIX, y de vivir períodos de cierre o de anexión a la Universidad de Antioquia, la Escuela halló su período de estabilidad a partir de 1911 cuando recuperó su autonomía. Concebida bajo un acrisolado espíritu sansimonista de formar una elite tecnocrática que el país demandaba, desarrolló una línea pragmática y materialista, enfocó sus esfuerzos en cabeza de profesores, directivos y egresados en atraer el estado mundial de la tecnología y, como decía el ingeniero Alejandro López, “atravesarlo por el alma nacional”. Los ingenieros de minas vendrían a ser definitivos no solo en el manejo de las sociedades mineras y en las obras civiles y de transporte, sino en la dirección de empresas públicas como el Ferrocarril de Antioquia o la Casa de Moneda, siguiendo la enseña de don Tulio: “Tanto lo público como lo privado son objeto de gestión”; de ahí que entendieran la política y en particular la dirección de la ciudad como un asunto de racionalidad y de realizaciones concretas, a través de un organismo colegiado ‘el Concejo gerente’, especie de junta directiva de Medellín.

En el período 1911-1920 hubo ingenieros que accedieron a la dignidad de concejales como Juan de la Cruz Posada, Alejandro López, Tulio Ospina (fundador de la Escuela), Mariano Ospina Pérez (hijo del anterior y quien sería Presidente de la República entre 1946-1950), Jorge Rodríguez, Juan José Ángel y Antonio Villa. Estos profesionales, acompañados de cafeteros, comerciantes, urbanizadores y abogados como el ex presidente Carlos E. Restrepo, tomaron parte activa en la definición de empréstitos para establecer el acueducto de hierro y para financiar las primeras hidroeléctricas, para participar en las nacientes juntas de servicios públicos y para, hacia finales de la década, acordar las compras por parte del Municipio de la Compañía de Teléfonos y la Compañía de Instalaciones Eléctricas, naciendo así en 1919, primero las ‘Empresas Municipales’, y a partir de 1920 Empresas Públicas Municipales, cuyo primer superintendente sería Juan de la Cruz Posada.

Se inició un largo periplo de proyectos y formas de organización hasta el nacimiento de las ‘Empresas Públicas de Medellín’ en 1955, hoy conocidas como EPM. En los 30 se llamó Departamento de Empresas y Servicios y en los años anteriores a EPM se conoció como ‘Sección Primera’ (energía), Sección Segunda (telefonía y aguas) y Sección Tercera (los demás servicios que derivaron en el nacimiento de la Empresas Varias de Medellín).

Valga decir que por el monto de los dineros invertidos, por la necesidad de recurrir a préstamos internacionales y por su papel estratégico en el proceso de industrialización, la Empresa de Energía o Sección Primera marcaría la pauta en muchos aspectos y le daría el sello de identidad a EPM. El proyecto hidroeléctrico Guadalupe I, construido al norte del Departamento y finalizado en plena Gran Depresión del capitalismo (1932), sería lo que otro fascículo de esta colección consideraría como uno de los megaproyectos de ingeniería acometidos a lo largo del siglo XX (Credencial Historia, No. 116, agosto 1999, Darío Valencia Restrepo). Luego, en los 40, vendría la primera etapa del proyecto Riogrande, cuyas necesidades de financiación llevaron a un tire y afloje con los negociadores del Banco Mundial, concesionario del crédito, para darle autonomía a la empresa de energía. La clase dirigente de la ciudad y los gremios de la producción accedieron a las demandas del organismo internacional, pero siempre y cuando el ‘establecimiento autónomo’ cobijara no solo la energía sino los servicios de aguas y telefonía. EPM nació como una empresa integrada.

Desde una perspectiva de la propiedad y el interés común, las Empresas Públicas existen desde 1920, haciendo las veces de dependencias municipales; pero por constitución jurídica se acepta que ellas fueron creadas como ente autónomo en 1955. Según el periódico El Correo de Medellín (28 de junio de 1955), “el fin de la autonomía es alejar de aquellas entidades cualquier criterio de partido y orientarlas como organismos eminentemente técnicos”. Esta formulación teórica encontró su feliz realización en los ingenieros de minas, que dominaron la administración e incluso eran mayoría en la Junta Directiva (4 de 7 miembros) durante más de una década. Por diferentes mecanismos se ha logrado conservar esa inercia de un mando tecnocrático.

Una palabra final

Son innumerables los acontecimientos que han ocurrido en más de medio siglo, desde la constitución de las EPM como ente autónomo, que han permitido delinearla como elemento insoslayable del devenir regional político y empresarial. El constituyente de 1991, exalcalde de Bogotá y exministro, Jaime Castro, en artículo reciente, manifestó: “es claro que las regiones que no tienen presencia en el sector energético y en el de las telecomunicaciones no tienen futuro” (“¿Qué hacer con la ETB?”, El Tiempo, 24 de abril de 2011, p. 8). Si lo anterior es cierto, es razonable concluir que la región antioqueña y su área metropolitana de Medellín contaron con la EPM como un protagonista de primer orden en su proceso de urbanización y modernización.

Bibliografía

  • Botero, Fernando y Villegas, Luis Javier. Medellín. Una mirada al pasado, una visión de futuro. Medellín, EPM, 2000.
  • De la Pedraja, René. Historia de la energía en Colombia 1537-1930. Bogotá, El Áncora Editores, 1985.
  • Egan, Louise. Thomas Edison: The Great American Inventor. Barron’s Educational Series, 1987.
  • García Estrada, Rodrigo. El Concejo de Medellín 1900-1999. Medellín, Concejo de Medellín, 2000.
  • Mayor Mora, Alberto. Ética, trabajo y productividad en Antioquia. Bogotá, Tercer Mundo, 1984.
  • Ospina. E. Livardo. Una vida, una lucha, una victoria. Medellín, Empresas Públicas de Medellín, 1966.

Imagenes

  • Foto aérea de Medellín, 1954. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-008-0768.
  • Pila de Santa Rosa, 1915. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-002-0686.
  • Central hidroeléctrica de Guadalupe, 1962. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-015-0967.
  • Fuente de San José. Obra del escultor F. A. Cano, encargada por la Sociedad de Mejoras Públicas.
  • Edificio Miguel de Aguinaga, de las Empresas Públicas de Medellín, 1957. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-016-0008.
  • Cobertura de la quebrada de Santa Elena, ca. 1930. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-005-0356.
  • Represa La Fe. Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Reg. BPP-F-017-0956.