LA CENTRAL HIDROELÉCTRICA GUADALUPE I
En la vecindad de los municipios antioqueños de Guadalupe y Carolina, a unos 70 kilómetros por carretera desde la ciudad de Medellín, el río Guadalupe presenta un notable accidente geográfico. Después de recorrer un altiplano, la corriente se precipita formando una catarata de 555 metros de caída, para seguir luego un encañonado curso hacia el río Porce, caída y corriente rodeados por un impresionante marco de montañas.
Para muchos, aquello era un regalo de la naturaleza destinado al deleite de los cansados viajeros que se atrevían a cruzar esos agrestes paisajes. Pero para los pioneros de la ingeniería regional de principios del presente siglo, como Francisco E. Restrepo, se trataba de una excepcional topografía que clamaba por un desarrollo eléctrico que se beneficiase del desnivel de las aguas.
De acuerdo con el censo de 1928, Medellín contaba con unos 120.000 habitantes. Datos del año anterior a éste indican que dos instalaciones con capacidad total de 2.000 kilovatios proporcionaban energía para atender las necesidades urbanas. Existían ya desde 1919 las Empresas Públicas Municipales, germen de las actuales Empresas Públicas de Medellín, un organismo cuya reputación ha traspasado las fronteras nacionales y responsable hoy de los servicios de acueducto, alcantarillado, energía y telecomunicaciones.
"Revista Empresas Públicas de Medellín", 1982 |
En el año de 1927 se adoptaba la decisión de construir la central hidroeléctrica Guadalupe I, para aprovechar el ya descrito salto de agua, después de unos históricos debates en el seno de las Empresas y del Concejo Municipal. Pues se trataba de instalar una capacidad generadora que en una primera etapa sería cinco veces la capacidad existente en ese momento, e invertir una suma que se acercaba al 50% del presupuesto anual de la entidad y con respecto a la cual sólo se contaba con un empréstito que ascendía a la mitad del costo previsto.
Penoso y heroico debió ser el proceso de construir un proyecto complejo y de gran escala para las condiciones y limitaciones de la época. Se requería emprender diversas obras hidráulicas e instalar delicados equipos electromecánicos; hacer importaciones que remontarían el río Magdalena, utilizarían el ferrocarril que comunicaba a Puerto Berrío con Medellín y exigirían una nueva carretera de 45 kilómetros de longitud; y tender una línea de transmisión para salvar la distancia de 80 kilómetros entre Guadalupe y Medellín.
Las dificultades financieras fueron un obstáculo permanente durante el desarrollo del proyecto, dados el alto costo y los modestos ingresos municipales. Causa asombro registrar que la gran depresión posterior a 1929 no aplazara indefinidamente la obra, aunque sus actividades se suspendieron varias veces por esta causa. El destacado economista Esteban Jaramillo se refería a la "magna obra que es sin duda la empresa de mayor aliento que Antioquia ha emprendido en los últimos años y cuyo mérito crece inmensamente cuando se piensa en las aciagas circunstancias económicas en que esa obra se ha realizado".
La historia posterior justificó ampliamente la visión anticipadora de aquellos pioneros del desarrollo antioqueño. La disponibilidad de abundante electricidad a un precio favorable tuvo significativas consecuencias sobre el bienestar de los habitantes y la actividad industrial de la ciudad. Las estadísticas muestran que en el período 1932-1939 la generación de energía se multiplicó casi seis veces, en tanto que para la producción industrial entre 1934 y 1945 se ha estimado una tasa promedio de crecimiento anual en la vecindad de 8%, un porcentaje sobresaliente para un lapso tan prolongado. La capacidad eléctrica del proyecto había sido importante para impulsar la reactivación industrial después de la gran crisis.
Para responder a esos vertiginosos aumentos de la demanda, entre 1938 y 1943 entraron en operación tres nuevas unidades de la central Guadalupe I, cada una con capacidad de 10.000 kilovatios. Con posterioridad, se expandió este sistema mediante la adición de tres centrales, dos embalses y varios túneles para importar aguas vecinas. Puede decirse que este conjunto de obras ha sido decisivo, como ningún otro, para el progreso y la calificación técnica de las Empresas Públicas de Medellín, así como para concitar el aprecio que la comunidad siempre le ha brindado a este organismo autónomo.