30 de diciembre del 2024
 
La tragedia de Armero y la niña Omaira Sánchez
Septiembre de 2016
Por :
José Eduardo Rueda Enciso

LA AVALANCHA DE ARMERO: NOVIEMBRE 13 DE 1985

Cuando Belisario Betancur se posesionó como presidente de Colombia afirmó: "No se derramará ni una sola gota de sangre durante mi gobierno". Pese a sus buenas intenciones, lo que no sabía el nuevo mandatario era que, además de la fuerte arremetida del M-19 y la consolidación de la violencia generada por el narcotráfico, la naturaleza aportaría su arremetida a la trágica historia de Colombia: el jueves santo de 1983 un terremoto casi arrasó con Popayán y el 13 de noviembre de 1985, a las 11:30 de la noche, una avalancha del río Lagunilla, ocasionada por la erupción del volcán Arenas del nevado del Ruiz, borró del mapa a Armero, la más importante ciudad del norte del Tolima, que dejó un saldo de 26.000 muertos (el 65% de las muertes ocasionadas ese año por desastres de la naturaleza), 20.611 damnificados y heridos, muchos de ellos mutilados y gravemente afectados, por no decir que derrumbados psicológicamente, e incalculables pérdidas económicas (4.400 viviendas, 19 puentes, $1.400 millones del comercio). Era la tragedia de mayor magnitud en la historia de Colombia.

Con anterioridad a 1985 se habían presentado erupciones en 1595 y 1845, y en ambas oportunidades hubo avalanchas de aguas fétidas y calientes por el río Lagunilla, que nace en el flanco noreste del nevado, y a cuya orilla se ubicaba la desaparecida Armero. Las poblaciones de Ambalema, Anzoátegui, Cambao, Chinchiná (la más perjudicada después de Armero), Guarinocito, Guayabal, Honda. Lérida, Líbano, Mariquita, Murillo, Santuario y Santa Isabel fueron afectadas; los gases, el humo y las cenizas se levantaron hasta 15 km de altura y provocaron cambios climáticos en la zona central del país (por ejemplo, 25 mil hectáreas de papa del altiplano cundiboyacense fueron cubiertos por la ceniza proveniente del volcán) y alteraciones ecológicas en el 60% del país; el caudal del río Magdalena creció de forma vertiginosa.

El símbolo humano de la tragedia fue Omaira Sánchez, una niña armerita residente en el barrio Santander, de 13 años, que quedó atrapada entre rocas y ladrillos y que agonizó durante sesenta horas en el fango, víctima de la gangrena gaseosa. Gracias a las crónicas del periodista Germán Santamaría, Omaira se convirtió en el símbolo mundial de la peor tragedia ocasionada por un volcán en este siglo; durante el tiempo que sobrevivió habló con periodistas y socorristas y constantemente envió un mensaje de fe y esperanza.

Luego de la tragedia, los centenares de cadáveres recuperados fueron sepultados en fosas comunes para prevenir posibles epidemias. Comenzó el proceso de reubicación de los damnificados en Guayabal, donde se erigió una alcaldía militar, Ibagué, Lérida, Venadillo, Ambalema y Cambao, donde se construyeron barrios para acogerlos. El gobierno se vio obligado a declarar la emergencia económica y contó con la ayuda de agencias internacionales y la solidaridad nacional e internacional. Pero los programas de reubicación nunca tuvieron el cubrimiento ni la efectividad esperada, teniendo en cuenta las millonarias donaciones y partidas presupuestales de las que se habló. Armero, declarado Campo Santo, fue visitado por el papa Juan Pablo II en 1986, y durante un tiempo se convirtió en lugar de romería y saqueo.

La tragedia pudo haberse evitado. Desde octubre de 1984 existía la advertencia de una eventual erupción; en diciembre de 1984 se presentaron fumarolas, clara evidencia de lo que se gestaba. Entre febrero y octubre de 1985, técnicos de Ingeominas acompañados por geólogos norteamericanos trabajaron en la zona y elaboraron un mapa preliminar de riesgo volcánico. El 24 de septiembre de 1985 el representante de Caldas, Hernando Arango Monedero, adelantó un debate en la Cámara a cuatro ministros sobre el peligro; muchos no le creyeron y fue considerado como un sensacionalista. Fue una tragedia anunciada, que sirvió para que la toma del Palacio de Justicia, ocurrida la semana anterior, pasara a un segundo plano en las noticias.