19 de noviembre del 2024
 
[1] Fachada de El Castillo © Museo El Castillo / Carlos Tobón
Mayo de 2021
Por :
MARTHA LIGIA JARAMILLO*

El Castillo: una muestra del arte decorativo en Antioquia

Entre altos muros de estrechas ventanas, rematados por almenaras, torres y vitrales, rodeada por un apacible jardín y escondida en un frondoso bosque, se alza esta casa custodiada por una imponente reja suspendida en columnas de piedra a manera de portada (imagen 1). Las espesas alfombras orientales, las monumentales lámparas de cristal de Baccarat, las piezas de colección y la profusión de cuadros y espejos conforman este reciento único y especial, al que sus apuntaladas techumbres de pizarra confieren un aire misterioso. El Castillo, ubicado en Medellín, Antioquia, es el museo con la mayor colección de artes decorativas de la ciudad. La edificación, inspirada en los castillos del Valle del Loira en Francia, fue construida en 1931 en estilo neogótico por la primera oficina de arquitectos de Medellín, H. M. Rodríguez, como casa de campo para el señor José Tobón Uribe.

 


[2-3] Habitacionesde don Diego y doña Benedikta
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 


En 1942, esta propiedad fue adquirida por el filántropo antioqueño Diego Echavarría Misas (1895-1971) y su esposa Benedikta Zur Nieden (1910-1998), quienes ampliaron y decoraron sus espacios con valiosas obras de arte y objetos decorativos de singular valor histórico y artístico, adquiridos en ventas y subastas en París, Nueva York, Londres y otras ciudades (imágenes 2 y 3). Su propósito era conformar una colección de artes plásticas y decorativas que constituyera un patrimonio para Medellín y, mediante esta, acercar a los visitantes locales y extranjeros al boato, la belleza, el arte y la cultura universal.

 

 

[4] Fachada y jardines de El Castillo
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

 

 

Desde su construcción en 1930, el Castillo ha sido fiel a su vocación de museo representativo de las artes decorativas correspondientes a las distintas tendencias y estilos europeos que prevalecieron en Medellín a finales del siglo XIX y principios del XX. Alrededor del cambio de siglo, en la arquitectura de la ciudad se experimentó el máximo interés por los detalles constructivos y se retomó con gran entusiasmo el esplendor de las artes decorativas aplicadas a los edificios. Si bien el Castillo evoca el gusto por el arte y la arquitectura de inspiración medieval, su fachada también posee elementos de estilo art déco y de las corrientes modernistas (imagen 4).

 

 

[5-7] Salón de música, Salón francés y Salón de los gobelinos
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 


 

 

 

 

 

Existen varios espacios en El Castillo que evidencian el aporte de artistas y artesanos locales en su construcción. En su interior, en los diferentes pisos se observa un impecable diseño en la carpintería que ostenta un meticuloso trabajo en maderas finas machihembradas. Esto ocurre, por ejemplo, en la Sala de Música, el Salón Francés, el Salón de los Gobelinos, el Salón Luis XV y en sus pasillos (imágenes 5 a 7). Los herrajes originales de forja íntegramente resuelta con remaches, pues en esa época no se usaba la soldadura, fueron elaborados por el taller de Benítez que también fabricó algunas de las lámparas y apliques que iluminan los salones (imagen 8). Las puertas, ventanas y zócalos originales de madera son de tendencia art nouveau y se atribuyen al taller de carpintería de los Callejas.

 

 

[8] Hall de las azaleas, este cuenta con herrajes elaborados en el taller de Benítez
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 


A partir de 1943, don Diego enriqueció el edificio con ventanales cerrados con vidrios biselados e importó algunos vitrales de Berna, Suiza, y del taller de Versalles, Francia. Estas obras, como las que decoran la Sala de Música y el Salón de los Gobelinos, están firmadas y fueron realizadas con vidrios pintados, mediante la técnica de la grisalla y emplomadas. Sobre el ventanal del Hall de las Azaleas se destaca un vitral elaborado por el taller del español Juan Arcos, considerado el mejor de la ciudad en su oficio. Este representa a Isolda, hija de los propietarios, quien figura brindando un ramo de rosas a don Diego. Arcos también fue el autor del vitral que se encuentra en el comedor principal, el cual reproduce la fachada de la Biblioteca de Itagüí, una de las obras sociales de los comitentes (imagen 9). Algunos vitrales más sencillos, con dibujos geométricos, fueron elaborados en vidrios importados de alta calidad, con intensos colores y ensamblados en el taller del mismo artista. Estos permitían el ingreso de la luz al interior del edificio (imagen 10). Mosaicos en alto y bajo relieve pintados a mano, procedentes del barrio de Triana de Sevilla, España, y hermosos trabajos en cerámica, decoran los zócalos del patio de las azaleas, embellecen las fuentes y algunos muros. Hoy por hoy son motivo de inspiración para numerosos artesanos de la cerámica artística. Las molduras y cornisas de los techos de las principales salas del edificio manifiestan un magnífico trabajo de estuco y yeso patinado al óleo, obra de artesanos antioqueños (imagen 11).

 

[9] Comedor
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

[10] Salón de los vitrales
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

[11] Biblioteca de don Diego Echevarría
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

 

En la colección del museo se reflejan los gustos personales de sus propietarios y su deseo de apoyar a los artistas nacionales. Cada una de las piezas que la conforman tiene un significado particular. Muestran no sólo su predilección por la cultura y el arte, sino que son también importantes referentes artísticos de diferentes estilos, tendencias y épocas. Asimismo, narran tradiciones y costumbres del pasado. Con el paso del tiempo, la colección de El Castillo ha continuado su consolidación mediante donaciones y adquisiciones. Actualmente, esta es motivo de admiración y respeto en el ámbito artístico del país y para los visitantes nacionales y extranjeros.

 

 

[12] Ánfora Meissen, perteneciente al palacio del rey Augusto II de Sajonia
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

 

En la colección se destacan piezas como pinturas de reconocidos maestros colombianos y artistas europeos, valioso mobiliario del siglo XIX y principios del XX y cristalería de Baccarat y Moser. Además, esta cuenta con vajillas, ánforas y porcelanas de reconocidas manufacturas europeas como Limoges, Meissen, Sèvres, Royal Doulton, Wedgewood, Rosenthal y Capo Di Monti. Sobresale una maravillosa ánfora Meissen, perteneciente al palacio del rey Augusto II de Sajonia (1670-1733), subastada en París (imagen 12), así como también un ánfora Sèvres de la época del Segundo Imperio francés (1852-1870) pintada con escenas románticas. El Museo conserva una vajilla Meissen que reproduce la Flora Dánica, con hermosas piezas de servicio, cuyas piezas se encuentran en diferentes museos del mundo. Otra vajilla es la Limoges azul cobalto, esgrafiada en oro y con el monograma de la familia. También forman parte de la colección bellas cerámicas, jarras y ánforas de mayólica procedentes de España, Italia y Portugal y las ánforas de gran formato bruñidas por los indígenas mexicanos de Tlaquepaque. Estos objetos se complementan con piezas elaboradas por ceramistas como Anita Rivas y María Clara Villa.

 

 

[13] José Horacio Betancur (1918-1957)
Madremonte
Talla en piedra
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

 

En la colección de artes plásticas se cuenta con obras de importantes artistas colombianos como Andrés de Santa María (1860-1945), Gonzalo Ariza (1912-1995), Jesús María Zamora (1871-1948), Francisco Antonio Cano (1865-1935), Luis Alberto Acuña (1904-1993), Eladio Vélez (1897-1967), Ignacio Gómez Jaramillo (1910-1970), Ricardo Gómez Campuzano (1891-1981) y Ricardo Borrero Álvarez (1874-1931). Igualmente, esta cuenta con obras de artistas extranjeros como Francisco Núñez de Celis (1919-1996), Alfredo Valenzuela Puebla (1856-1909) y Benito Rebolledo Correa (1880-1964). El acervo de escultura cuenta con obra del maestro antioqueño Marco Tobón Mejía (1876-1933), de Alonso Neira (1913-1990), ganador del premio nacional de cultura en 1950, y de José Horacio Betancur (1918-1957) (imagen 13). Este también lo conforman pequeños bronces y trabajos de estilos art déco, art nouveau y clásico, como la obra Cristo atado a la columna del catalán José Ortells (1887-1961). Una de las obras más importantes de la colección escultórica de El Castillo es un trabajo del artista francés Antoine Bourdelle (1861-1929), uno de los principales escultores del siglo XX. Se trata de un rostro de Beethoven, compositor preferido de la familia Echavarría Zur Nieden.

  

 

[14] Escuela de artes
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

 

 

A la muerte de don Diego Echavarría en 1971, se constituyó una fundación y desde entonces se ha conservado el estilo original de la edificación. Las pequeñas modificaciones realizadas a la construcción han tenido por finalidad su adecuación para la prestación de sus servicios como museo. El Castillo se ha constituido como un referente de coleccionismo en la ciudad de Medellín y como un espacio de preservación de nuestra herencia artística y cultural. Actualmente, en la Escuela de Artes del museo se imparten cursos, talleres y seminarios sobre las distintas manifestaciones de la plástica y el arte decorativo tales como pintura, escultura, cerámica, vitral y joyería (imagen 14). La Sala de Conciertos ofrece recitales a cargo de reconocidos artistas nacionales e internacionales. A su vez, en la Sala de Artes se ofrece la oportunidad a pintores y escultores locales y extranjeros de presentar su obra. 

 

[15-16] Patio de las azaleas y jardines de El Castillo
© Museo El Castillo / Carlos Tobón 

 

Don Diego trajo de Europa y de diversos países suramericanos innumerables semillas que plantó en El Castillo (imágenes 15 y 16). Su deseo era recrear un entorno lo más próximo al de los Castillos medievales que le sirvieron de inspiración. Diseñó los jardines franceses situados frente al edificio principal, donde se observan senderos acabados en piedra, los cuales distinguen las áreas sembradas con plantas y flores. Los parques y jardines proporcionan colores y texturas que contrastan con la austeridad del edificio principal. Estos fueron realizados con la idea de crear espacios alegres para los visitantes. El más notable es el exuberante jardín central de estilo francés, el cual fue convertido por don Diego Echavarría en un muestrario representativo de la flora local. A partir del 2009, los parques y jardines de El Castillo recobraron su encanto y lograron un nuevo esplendor, convirtiéndose en un atractivo turístico para la ciudad. Fueron rediseñados bajo la dirección del arquitecto Alberto Montes y se inició un interesante trabajo paisajístico que implicó la consolidación de fuentes y senderos. La experta Marta Cardona fue comisionada con la tarea de recuperar los jardines temáticos que hoy distinguen al museo, como son el jardín japonés, el tropical, el contemporáneo, el romántico, el de las suculentas, el bosque nativo y el patio de las azaleas.  

 

 

Hoy en día, El Castillo está dedicado a la preservación de su patrimonio, a la formación artística y a la promoción y difusión de la cultura y el arte en sus más diversas manifestaciones. Es un ícono de la ciudad gracias a la belleza de su arquitectura, al ambiente que se respira en sus salones y al esplendor de sus jardines, obsesión para don Diego Echavarría como lo había sido la arboleda para don José Tobón Uribe. En la actualidad, torres, almenaras, balaustradas y pórticos se han levantado para para dar nueva vida al museo, estas revitalizan la construcción, armonizan su volumetría, recuperan el equilibrio de las fachadas y destacan sus valores estéticos. En El Castillo se revive una historia inolvidable, nostalgia de un pasado ya perdido. Este refleja el esplendor de una arquitectura que narra una tradición de más de sesenta años, evidenciando la labor de los maestros de las artes y los oficios que hicieron gala del dominio de técnicas que también adornaron las viejas casas-fincas del barrio El Poblado de Medellín.

 

* Directora del Museo El Castillo.