21 de diciembre del 2024
 
Panorámica de Dosquebradas. ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE JAVIER GARCÍA JARAMILLO, 2015 CA.
Mayo de 2020
Por :
Sebastián Martínez Botero * Doctor en Historia. Escuela de Ciencias Sociales, Universidad Tecnológica de Pereira, y Coordinados del Archivo Histórico Municipal de Pereira. Este artículo se basó en una entrevista con el historiados Julián Chica Cardona, a

DOSQUEBRADAS

El medio natural y las tensiones por el control

Cuando en 1852 Agustín Codazzi recorrió la jurisdicción de la recién fundada Santa Rosa de Cabal para dibujar la carta de la provincia de Córdova, dejó consignado en la primera un sitio denominado Los Frailes. Este lugar daba nombre a un punto del camino que desde el siglo XVI los españoles que fundaron la ciudad de Cartago habían asignado a la orden de los franciscanos. Es la referencia más remota que se tiene de lo que hoy es Dosquebradas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1879, el viajero francés Jorge Brisson describió la parte baja, a la que llamó El Plan, un valle que “se extiende en medio de las montañas como un gran hoyo de pantanos”. Famosa es la frase atribuida a los arrieros: “por ahí no se llega a ningún Pereira”, la cual resultó de lo dificultoso del camino por la abundante presencia de lagunas, quebradas y alta pluviosidad que había en El Plan.

 

Desde el siglo XIX, el territorio en el que se asienta Dosquebradas, perteneciente por entonces a Santa Rosa de Cabal, empezó a tener una relación muy estrecha con la aldea de Pereira, que quería anexarlo como parte de su jurisdicción. Ello se logró en 1880, por medio de la Ordenanza n.º 5 de la Municipalidad del Quindío, la cual fue revocada dos años después por el gobernador Félix de la Abadía, propietario del camino entre Cartago y Manizales. Esto evidencia la tensión de intereses a la que desde muy temprano estuvo sometida Dosquebradas.

 

Jurisdicción de Santa Rosa de Cabal y sitio de Los Frayles Provincia de Córdova, 1852 (detalle) Comisión Corográfica Archivo General de la Nación, Mapas y Planos 6, 18

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El poblamiento: tres líneas paralelas

Para el siglo XX se definió la organización lineal de Dosquebradas, gracias a tres ejes paralelos que la recorrerán en sentido nororiente-sur. En primer lugar, la quebrada Dosquebradas. En segundo lugar, la línea del Ferrocarril de Caldas, que entró en funcionamiento entre 1921 (apertura del Puente de la Máquina) y 1923 (inauguración de la Estación Gutiérrez). Y, finalmente, la carretera Pereira-Manizales, construida por la Sociedad de Mejoras Públicas de Pereira, en 1926. Estos tres ejes del desarrollo urbano de Dosquebradas orientaron su expansión sin una centralidad concreta, sino más bien bajo una lógica de archipiélago de acuerdo con la cual las urbanizaciones iban quedando separadas por quebradas.

 

La carretera creó un flujo que configuró un asentamiento compacto en el sector conocido como La Capilla. Allí se levantó el primer templo y se destinó un terreno para parque. Si la ciudad se hubiera desarrollado a partir de una plaza principal, esta debió ser la de Santa Teresita, lugar dónde quedó ubicada La Capilla. No obstante, se construyó con la fachada hacia la carretera, lo cual restó importancia al parque que quedó a sus espaldas. Según el urbanista Jacques Aprile-Gniset, este es un comportamiento natural en una ciudad lineal donde el “centro” no es una plaza, sino una vía principal.

 

 

Proceso de urbanización: un archipiélago barrial

En 1959, el ingeniero italiano Giovanni D’Zitti, propietario de la finca Los Naranjos y de los terrenos San Fernando y Los Molinos, realizó un loteo que incluyó un parque, para hacer más atractiva la venta de los predios. Sin embargo, ese espacio no cobró el suficiente protagonismo para convertirse en un espacio central dominante dentro de la población. Aún así, el barrio San Fernando prosperó junto a la carretera a Manizales y el lugar llamado El Crucero, única vía a la Estación Gutiérrez, que era una de las estaciones del Ferrocarril de Caldas, aproximadamente a dos kilómetros de distancia del parque del barrio. Por su parte, el pereirano Jaime Giraldo García ejecutó el loteo para el barrio Otún y dispuso de un predio para la parroquia San Judas Tadeo. Pese a estar en el lecho del río, este proyecto urbano ayudó a paliar la compleja situación asociada con la existencia de tugurios, que por décadas se venía presentando en el sector. Cerca de allí también realizó otro loteo para el barrio El Japón.

 

En 1961, Giraldo, junto al topógrafo Evencio Cardona, se dio a la tarea de intervenir lo que históricamente se llamó El Plan. Realizaron un “manzaneo” para la creación de cuatro barrios, que quedaron divididos por quebradas, circunstancia que generó la sensación de ser cada uno un “pueblo independiente”. El primero fue Santa Teresita, que limitaba al norte con la quebrada Manizales y al sur con la quebrada La Soledad. Luego quedaron La Castellana y Los Naranjos. El cuarto fue Buenos Aires, separado de Los Naranjos por la quebrada Los Molinos. Este último, ocupado principalmente por miembros de la Policía Nacional, tal y como ocurriría tiempo después en el barrio Guadalupe. En la década de 1970, Giraldo incursionó en la construcción de barrios para clases medias, como La Pradera y Santa Mónica, que contaron con un urbanismo más cómodo, avenidas de acceso que incluían separadores con zonas verdes y viviendas inspiradas en el modelo de ciudad jardín. Al igual que en la experiencia anterior, quedaron recluidos como una isla entre las quebradas Frailes y La Víbora.

 

Aunque Giraldo terminó con dificultades económicas debido a problemas con sus deudores, dado que la venta a crédito de los predios no ofrecía ninguna garantía al urbanista, su modelo impulsó nuevas iniciativas. Aparecieron los barrios Alonso Valencia y Valher, construidos por los hermanos Valencia en inmediaciones de su complejo industrial; Villa Fanny, de la filántropa pereirana Fanny Aristizábal, o el barrio Los Molinos, orientado a estratos socio-económicos más altos. En 1985, el Instituto de Crédito Territorial incursionó con el barrio Santa Isabel y la urbanización El Campestre, cuyo nombre se debe a que se edificó sobre el terreno del primer Club Campestre, que había sido construido en 1935.

 

Fábrica de Comestibles La Rosa, 1960 ca. ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE JAVIER GARCIA JARAMILLO. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Giraldo también gestionó la autorización de constitución de una Junta de Acción Comunal, que él mismo presidió, en una de sus urbanizaciones. Este hecho fue importante, porque impulsó la aparición de otras 20 juntas, lo cual puso de manifiesto la gran actividad comunitaria que se vivió en aquel momento. No hay que perder de vista que en Dosquebradas se venían instalando fábricas que atrajeron a una numerosa población obrera.

 

A finales de la década de 1940, la fábrica de comestibles La Rosa, de propiedad de la Grace Line Company; Textiles Omnes, de origen francés, y Confecciones Valher impulsaron la contratación de mano de obra femenina, situación que probablemente aportó a que muchas juntas de acción comunal estuvieran compuestas por mujeres, incluyendo la junta pro-municipio. De esta tendencia también da cuenta la vida de la señora Lorencita Villegas de Santos, reconocida líder cívica nacida en Dosquebradas, que llegó a ser primera dama de la Nación.

 

 

La erección del municipio

En 1911 se elevó el primer memorial al gobernador de Caldas, en el que se solicitaba la anexión de Dosquebradas a Pereira. Fracasó. En 1936, junto a 200 firmas de propietarios, se envió un segundo memorial, que, pese al esfuerzo del diputado pereirano Emilio Correa, no logró pasar del primer debate en la Asamblea Departamental de Caldas. Así las cosas, los pereiranos llevaron la idea de la segregación de Santa Rosa de Cabal al nuncio apostólico, quien la acogió. Así, en 1952, por medio de una bula papal que creó la diócesis de Pereira y el vicariato de Dosquebradas, esta población fue separada de Santa Rosa para anexarse a la nueva diócesis.

 

Lorencita Villegas de Santos. FOTO ARCHIVO PARTICULAR.

Lorencita Villegas de Santos (Dosquebradas, 1899 – Nueva York, 1960). Líder cívica nacida en Dosquebradas. En 1917 se casó con Eduardo Santos Montejo, que fue elegido presidente de Colombia en 1938. En su rol de primera dama se dedicó a labores de beneficencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1959, la Asamblea de Caldas reconoció a Dosquebradas como corregimiento especial, y en 1964 se creó la junta pro-municipio. La creación del Departamento de Risaralda, en 1967, no significó un gran cambio. De hecho, el primer gobernador, Cástor Jaramillo Arrubla, fue opositor de la independencia de Dosquebradas. Prueba de ello es que cuando, en 1969, se presentó el proyecto para crear el municipio, Jaramillo se opuso, mientras que conservadores como Emiliano Isaza Henao lo respaldaron. Finalmente, el 6 de diciembre de 1972 se aprobó con tan solo un voto de ventaja, en la Asamblea de Risaralda, la creación del Municipio de Dosquebradas. Pese a este impulso, fue difícil dar inicio al funcionamiento del municipio, por la falta de un decreto reglamentario, que solo llegó en 1976. Esto significó que, hasta ese año, continuó la dependencia de Santa Rosa en aspectos como lo judicial, lo educativo y lo notarial.

 

Panorámica de Dosquebradas. ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE JAVIER GARCÍA JARAMILLO, 2015 CA.

 

 

En definitiva, esta lucha por la erección del municipio es la muestra de las contradicciones políticas de varios sectores. El historiador Julián Chica afirma que ni siquiera la creación del municipio impulsó un correcto desarrollo de Dosquebradas. A su juicio, siempre han mediado intereses exógenos a las necesidades reales de la población. La creación del Área Metropolitana del Centro Occidente Colombiano, en 1994, puede haber significado un nuevo aire. Sin embargo, con una élite política que perpetúa viejas prácticas y una deficiente planeación territorial, podría decirse que la ciudad aún tiene un gran reto para afrontar en el siglo XXI.

 

 

 

Bibliografia:

 

1 Jorge Brisson, “A pie de Cali a Medellín en 1890”, en Las Maravillas de Colombia, tomo 4, Forja, Bogotá, 1979, p. 195.

2 Jacques Aprile-Gniset, La ciudad colombiana. Prehispánica, de Conquista e indiana, Banco Popular, Fondo de Promoción de la Cultura, Bogotá, 1991. p. 28

3 Julián Chica Cardona, Dos-Quebradas. Industria y Región, 1880-1980, Editorial Capital Graphic, Manizales, 2015.