19 de noviembre del 2024
 
San Pacho navegando en el río Atrato durante las Fiestas de San Pacho. Quibdó (2012). Foto Natalia Quiceno Toro
Abril de 2017
Por :
Natalia Quiceno Toro. Antropóloga de la Universidad de Antioquia y Doctora en Antropología Social de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Docente del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia en Colombia.

CELEBRAR EL SANTO EN EL CHOCÓ

En el Chocó de los últimos años, donde el despojo de tierras, las masacres y desplazamientos forzados irrumpieron en la vida de las comunidades rurales, los santos se han convertido simbólicamente en importantes mediadores y agentes de denuncia.

 

La dimensión política de las celebraciones en las fiestas patronales no reside exclusivamente en los mensajes que se transmiten a través de disfraces, carrozas y procesiones: consiste sobre todo en las fuerzas que activan la fiesta, la dimensión espiritual que se conecta con el territorio, la gente y las relaciones que se actualizan, y reavivan en cada celebración. Así mismo, se trata de conjurar el miedo y resistirse al encierro o repliegue que pretenden los grupos armados cuando amenazan a los pobladores con toques de queda o con formas particulares de habitar sus territorios desde el temor y el confinamiento.

Santos y devotos se celebran en diversos momentos del año y en muchos lugares del Chocó: La Virgen de la Candelaria o mejor conocida como la ‘Canducha’, el 2 de febrero; San Antonio, el 13 de junio; la Virgen del Carmen, el 16 de julio; la Virgen de las Mercedes, el 24 septiembre y San Pacho, el 3 de octubre, entre otros. Lugares como Tagachí, en la cuenca del Atrato; Raspadura, en Unión Panamericana, Bellavista y La Loma; Piedra Candela, en Bojayá; además de Tanguí, Vigía del Fuerte, Istmina y Quibdó, cada uno en su momento transforma su cotidianidad, dispone su territorio para crear un espacio sagrado y festivo de celebración.

Es en estas fiestas patronales donde se encuentran los parientes que viven lejos, o aquellos que han migrado a las diferentes ciudades de Colombia. Es ese el momento ritual donde el pueblo reactiva muchas fuerzas y narra, a través de danzas, desfiles, balsadas y procesiones, sus preocupaciones, miedos y sueños. La espiritualidad hace parte del mundo de esta sociedad y tiene presencia también en prácticas como la partería, la terapéutica e incluso como un elemento histórico, pero primordialmente en la construcción de comunidad.

 De esta manera, el estudio de la relación de la religiosidad con prácticas culturales en esta región, tales como la balsada, una forma de procesión por el río o de la fiesta patronal, permite entender la función de los encuentros de familias y comprender elementos de la espiritualidad contenidos en el concepto de que allí los santos están vivos. 

Balsada en la Fiesta de las Mercedes. Mojarra, Itsmina (2012).  Foto Natalia Quiceno Toro

 

La Candelaria, Las Mercedes  y La Virgen del Carmen

En Tagachí, la fiesta a la Virgen de la Candelaria tiene lugar cada 2 de febrero. La preparación de los devotos se extiende a diversos poblados donde se encuentran los parientes, especialmente en Quibdó, donde días antes de los actos centrales se dan cita en un bote transportador de madera para embarcarse con decenas de personas, músicos, comida y bebida rumbo a la celebración. Allí la fiesta religiosa se anuncia en el amanecer con música y voladores. A las cinco de la mañana sale el bunde, un grupo de gente que va bailando y recorriendo todo el pueblo al ritmo de la chirimía. Las calles pueden estar inundadas, pero esto no es un impedimento para ‘bundear’, en un espacio de encuentro y jolgorio, donde los cuerpos danzan, saltan y se chocan unos con otros creando un ritmo colectivo donde no es el baile de uno, sino el baile de todos. 

Muchos dicen que el eje de la fiesta es el bunde, otros por el contrario, vienen por las celebraciones religiosas, pero esto no implica una separación radical entre lo uno y lo otro; el baile, el canto y la alegría son parte central de estos ceremoniales de la región. Lo que en muchas fiestas se designa puntualmente como dimensiones sagradas y profanas, en este escenario permite descubrir canales de contacto para crear nuevas modalidades de celebrar lo sagrado.

Cantadoras y músicos en el Pacífico nariñense. Olaya Herrera, Nariño (2014). Foto Carlos Benavides Díaz

 

En las fiestas patronales los devotos recorren el espacio en un ritual a través del baile, de los desfiles de cachés (disfraces), de las procesiones, de los desfiles de comparsas, de las eucaristías y los bailes de chirimía. También es un tiempo propicio para bendecir el agua que cura enfermos, limpiar una casa y bautizar niños, entre otros actos. El río como eje articulador de la vida en tierras chocoanas es protagonista en muchas de las fiestas patronales. En varios poblados se mantiene la práctica de la balsada, una procesión por el río donde el santo patrono sale a la escena pública y recarga con su potencia espiritual los lugares que recorre. 

En la fiesta de la Candelaria del año 2012, con el río Atrato inundando las calles de Tagachí, la gente esperó a tener una señal de la Virgen para decidir si salía o no de la iglesia. Para muchos devotos que el pueblo esté anegado en tiempo de fiesta es señal de que la Virgen no quiere salir y su voluntad debe ser respetada. En las tres misas que se hicieron en la pequeña iglesia del pueblo ese año, la Candelaria se encontraba lista, engalanada y alumbrada. Igualmente, los devotos llegaban al recinto con el mejor traje y los adornos en oro que cada uno tiene en su casa. El día de la misa principal estaba asignado a las mujeres quienes como protagonistas lucían sus mejores vestuarios y adornos, y en un acto sagrado llegaban al templo con sus velas para cumplirle las promesas hechas a la ‘Canducha’. Ese año desafortunadamente no se pudo realizar la procesión central por las inundaciones.

Pero si la ‘Canducha’ no sale a la procesión, la fiesta llega a la iglesia. Así fue en aquella ocasión. La Candelaria en el año 2012 no salió a recorrer las calles de su pueblo ni a embarcarse por el río, pero sus devotos llegaron a ella y bundearon con toda la energía necesaria para reavivar la fuerza del pueblo. El templo estaba lleno de detalles, al lado del altar se colocaron varias ollas llenas de agua para ser bendecidas y junto al sacerdote estaba lista la chirimía para entonar su música alegre. A la hora de escuchar la palabra de Dios o de comulgar, el grupo de danza y los músicos ejecutaban un preámbulo, previo a los momentos claves del ritual de la eucaristía. El final se convirtió en una reunión comunitaria donde se anunciaron los bundes, concursos, finanzas y demás temas de interés del pueblo.

Jóvenes en el Bunde durante la Fiesta de la Candelaria. Tagachí (2012). Foto Natalia Quiceno Toro

 

En Istmina, a orillas del río San Juan, la Virgen de Nuestra Señora de las Mercedes también tiene como eje festivo la famosa balsada, hecha con balso y palma barrigona, que surca desde el corregimiento de la Mojarra hasta esta población. Los abuelos cuentan que anteriormente la balsada se hacía solo con los pobladores de este lugar, quienes después de realizar un ritual de alumbramiento en su comunidad llevaban a la Virgen hasta Istmina para la misa. 

Cabe recordar, que desde los años ochenta, los barrios de Istmina se sumaron a los encuentros organizados río arriba en la Mojarra para participar en un concurso de balsas, cuya elaboración se encomienda a los moradores de este lugar. En este concurso se valora la pertinencia del tema, los aspectos étnicos, la decoración y el mensaje que debe ser siempre alusivo a la virgen. Además, ese carácter competitivo de la balsada es reciente. Algunos pobladores cuentan que anteriormente la fiesta tenía un ambiente de teatro callejero, puesto que todos hacían representaciones para la Virgen y no existía la división por barrios, ni el carácter de concurso. 

En el año 2012, las temáticas de las balsadas se nutrieron de contenidos políticos. Las balsas lanzadas a las corrientosas aguas del río San Juan aludían a los diálogos entre grupos de guerrilla y el Gobierno Nacional. En cada una de ellas, la Virgen de las Mercedes aparecía simbólicamente como la mediadora. La balsa del barrio San Francisco se llamó ‘Virgen de las Mercedes, Intercesora de paz’. La del barrio Offel representó un volcán con armas y fuego que era apaciguado por la Virgen emergiendo de las profundidades con la siguiente inscripción: ‘María, volcán de amor que apaga la guerra’. La ganadora del concurso, procedente del barrio Camellón, se tituló: ‘Protege los frutos de nuestra tierra’, y estaba engalanada con productos agrícolas como el caimito, el chontaduro, la piña, el banano y el borojó, frutos olvidados de las siembras. Los pobladores le pedían ayuda a la Virgen para ‘incentivar al campesino’ a retomar sus cultivos, en lugar de cambiarse a otros productos como la coca, estimulada por el narcotráfico en la región. En este sentido, José Óscar Córdoba se refiere a la celebración de San Antonio en el poblado de Tanguí como la fiesta que se constituye en un intento por romper el silencio y abrir una grieta al dominio de la guerra.

Representación de los ‘Diálogos de Paz’ en la Balsada durante la Fiesta de las Mercedes. Mojarra, Itsmina (2012). Foto Natalia Quiceno Toro

 

Además, el río es también protagonista en los actos religiosos de los municipios de Bojayá y Vigía del Fuerte. La Virgen del Carmen y la Virgen de las Mercedes, respectivas patronas de estos dos pueblos atrateños, cada año en julio y septiembre cumplen su labor de recorrer los territorios y activarlos con la fuerza de la fiesta. En estos dos poblados existe una práctica ritual que se deriva de la balsada, pero que adicionalmente actualiza y fortalece las relaciones de vecindad y compadrazgo entre ambos pueblos. Durante la fiesta patronal de la Virgen de las Mercedes en Vigía del Fuerte sus devotos la embarcan para ir a visitar a su vecina a la otra orilla del río Atrato, la Virgen del Carmen, ritual que igualmente se realiza cada 16 de julio en el sentido contrario. 

Estos lazos de solidaridad han sido vitales en los momentos más difíciles de confrontación armada en la región. Hacia Vigía del Fuerte huyeron para refugiarse de las balas los habitantes de Bellavista en mayo del 2002, después de que un enfrentamiento entre paramilitares y guerrilla acabara en la terrible masacre de Bojayá. Hoy ambos pueblos continúan siendo pueblos hermanos, a pesar de pertenecer a departamentos diferentes, hermandad que se expresa en lugares como el cementerio ubicado en el pueblo de Bellavista, donde son sepultados los muertos de ambos municipios. 

Es por esto, que los ríos son parte esencial de la vida en tierras chocoanas, ya que son considerados como espacios en los cuales deben participar las figuras sagradas. Si los santos están vivos es necesario entonces que se embarquen porque la vitalidad del río intensifica sus poderes para continuar protegiendo a sus pueblos y a sus devotos.

Mujeres bailando en la Balsada durante la Fiesta de San Pacho. Quibdó (2012). Foto Natalia Quiceno Toro

 

Fiestas de San Pacho en Quibdó

La fiesta principal de Quibdó es la de San Francisco, adoptado como su símbolo de religiosidad y nominado San Pacho. Como lo relata la antropóloga Natalia Montes, los componentes de la fiesta a San Francisco en Quibdó no han sido los mismos en toda su historia, dado que a partir de los años 80 la fiesta ha vivido intensas transformaciones. Hoy los componentes principales son las alboradas barriales, la alborada general, los San Pachitos, las misas franciscanas, los gozos franciscanos, la subida y bajada de banderas, la lectura del bando, las carrozas, comparsas, verbenas populares y la balsada. 

Las alboradas constituyen una especie de anuncio de la fiesta. En los barrios se realizan entre el 21 de agosto y el 2 de septiembre, ya que el 3 de septiembre se lleva a cabo la alborada general como gran acontecimiento en la ciudad.  Los San Pachitos son réplicas de la fiesta en diversos lugares donde hay presencia de colonias chocoanas. En Quibdó se llevan a cabo dos de estas celebraciones, a menor escala, una, durante el mes de diciembre para aquellos que retornan a su tierra en tiempo de vacaciones, y otra, el famoso San Pachito que se realiza el 19 de septiembre para los niños, evento que se enmarca dentro del cronograma festivo. 

El 19 de septiembre se realiza la lectura del bando, la subida de banderas y el desfile de mitos y leyendas. Con este preámbulo se invita a la ciudadanía a esta celebración, que se inicia el 20 de septiembre con el desfile de banderas donde salen los protagonistas de cada uno de los barrios, los representantes de la junta central y las instituciones de la ciudad que se vinculan a las festividades.

Después, entre el 21 de septiembre y el 2 de octubre cada uno de los 12 barrios participantes celebra su día con carrozas, disfraces y comparsas. Cada día el barrio recibe el bastón que le da las facultades para mantener la tradición. En la comparsa de cada barrio se integran diversos elementos teatrales, musicales y políticos. Un componente vital de este momento es el bunde o revulú, el espacio y la expresión donde quienes no hacen parte oficial del desfile pueden vivir la fiesta. Al final del día los miembros del barrio invitan a la ciudad a una verbena popular en su territorio donde se encuentran vecinos, familiares y amigos, alrededor de bebidas, comidas, música y baile.

Muchos autores coinciden en que la balsada es la práctica más antigua de esta celebración, en el marco de este fasto que data de 1648, el cual fue promovido por Fray Matías Abad, al que se considera su creador. La balsada se realiza el día 3 de octubre y la imagen de San Pacho recorre el río acompañado por muchos botes decorados y llenos de gente bailando al ritmo de la chirimía. También se realiza el 4 de octubre un recorrido por las calles de la ciudad en una procesión muy festiva, que marcha bajo los acordes del himno al patrono religioso, interpretado por bandas de músicos con vestidos muy coloridos. 

En los actos preparatorios de este festejo, un hombre realiza la labor de preparar la imagen de San Francisco varias horas antes de que inicie la procesión. En este acto de víspera de la procesión al santo, generalmente una mujer abre cuidadosamente una caja de lata llena de bolsitas pequeñas, de allí saca joyas de oro que han sido ofrecidas por sus devotos a este patrono religioso, la mayoría en un cumplimiento de mandas o promesas. Las cadenas o adornos de oro que viste San Pacho, cada 4 de octubre, son parte de la historia de un chocoano y algunas de esas joyas tienen una antigüedad de un siglo o más. 

Balsada en la Fiesta de San Pacho, Quibdó (2012).  Foto Natalia Quiceno Toro

 

El 4 de octubre se lleva a cabo la misa mayor que se oficia en la catedral de Quibdó, después de los recorridos que son denominados, Gozos. Estos inician ese día a las tres de la mañana y tienen las características de una procesión que parte de la catedral y recorre los arcos en los barrios que se disponen a celebrar cada uno de los misterios de la fe católica. Al otro día, el 5 de octubre, se lleva a cabo la Arriada de banderas, evento que se desarrolla con un desfile multicolor por todos los barrios, pleno de músicas y que representa el final de la fiesta de cada año. 

Es evidente que este festejo de tradición es uno de los escenarios privilegiados para reconocer que la música y la religiosidad se toman la calle. Esto con el fin de otorgarle nuevas dimensiones a lo festivo para generar apropiación de estos espacios, del cuerpo y lograr la reconquista de los territorios perdidos. 

Cierre de la Balsada a San Pacho en el barrio La Yesquita durante la Fiesta de San Pacho. Quibdó (2012).  Foto Natalia Quiceno Toro

 

También constituye un espacio para promover nuevas formas de sociabilidad. No es un lugar estático que reproduce tradiciones e identidades; allí también los pueblos se confrontan con sus propios conflictos y pueden pensar estrategias para transformarlos, tal como lo plantea Natalia Alzate al señalar que “los espacios comunitarios que se fortalecen con la llegada de las fiestas, se presentan y construyen formas de aprendizaje que ayudan a consolidar la apropiación de prácticas culturales y organizativas de niños, niñas y jóvenes”.  

Chirimía en las Fiestas de San Pacho, Quibdó (2012). Foto Natalia Quiceno Toro

 

Finalmente, en las comunidades afrochocoanas, los santos se constituyen como agentes importantes de las ritualidades de sus pobladores para mantener activa la religiosidad, a tal punto, que estas creencias –como algunos la califican– hacen parte de la vida sabrosa que caracteriza al chocoano, y es por esta razón, que los conflictos en esta región de Colombia no han podido desviar el sagrado derecho al goce festivo. 

Referencias

1 Ver: Córdoba, José. Resistencia Festiva. Fiesta de San Antonio de Padua en Tanguí (Chocó) en el contexto del conflicto armado (1996-2008). Tesis de Maestría. Bogotá: Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, 2009.

2 Si bien la firma final del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC en noviembre del 2016 implicó una importante transformación de las dinámicas bélicas en la región, persiste la presencia de diversos gruposarmados que se configuran como amenazas relevantes a la construcción de verdaderos procesos de transición en la región.

3 Arocha, Jaime. Velorios y Santos Vivos. Comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Bogotá: Editorial del Museo Nacional de Colombia, 2008. p. 73.

4 Villa, William. Carnaval. Política y Religión. Fiestas en el Chocó. En: Revista Gaceta, mayo - diciembre. Bogotá: Mincultura, 2000. p. 162.

5 Córdoba, Op. cit., p. 49.

6 Ver: Montes, Natalia. “…San Pacho Bendito…”. Resignificación de la chirimía chocoana en la fiesta patronal quibdoseña. 1980 - 2013. Medellín, 2014, 155 p. Trabajo de Grado (Antropología). Medellín: Universidad de Antioquia. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.

7 Arango, Ana María. La recuperación del territorio perdido: educación musical, adoctrinamiento y resistencia en Quibdó, Colombia. En: Boletín del Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico (OPCA). No. 5. (Jul., 2013); p. 62. ISNN2256-3199. [online]. [Citado 8 de marzo de 2017]. Disponible en: https://opca.uniandes.edu.co/boletin/ 05.pdf

8 Ver: Ayala, Ana Gilma. Reseña histórica de la fiesta de San Francisco de Asís. 360 años: 1648- 2008. Homenaje a San Francisco de Asís y al pueblo quibdoseño. Cuarta edición. Quibdó: Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico, 2002.

9 Montes, Op. cit., p. 81.

10 Palacios, Ómar. Memoria de la Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó, regocijo de fe, cultura y civismo que alegra y cohesiona a los chocoanos. Medellín: Editorial Mundo Libro, 2014. p. 24.

11 Arango, Op. cit., p. 62.

12 Alzate, Natalia. Las fiestas populares de San Pacho en Quibdó (Chocó, Colombia) como herramienta de organización comunitaria. En: Revista de Trabajo Social. No. 12, enero - diciembre. Bogotá: 2010. p. 167-180.

13 Ver: Quiceno, Natalia. Vivir Sabroso. Luchas y movimientos afroatrateños en Bojayá, Chocó, Colombia. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2016.