CARTAGENA Y SUS FORTALEZAS
LAS FORTIFICACIONES de cartagena dan testimonio del intenso periodo histórico de la colonización europea de América. La corona española tuvo que defender sus colonias ante la presión de sus rivales europeos que también querían aprovecharse de las riquezas del Nuevo Mundo. El mar Caribe fue el escenario de la confrontación y las ciudades portuarias que hacían el enlace con la metrópoli tenían que ser protegidas.
Las fortificaciones que se construyeron en América correspondieron a los modelos de las fortificaciones del Renacimiento desarrollados a partir del uso de la pólvora, que consistían en murallas gruesas que podían contener el impacto de una bala de cañón. Los mejores ingenieros militares al servicio de la corona española trabajaron en las fortificaciones del Caribe durante los siglos XVII y XVIII.
Antes de ocuparnos de las fortificaciones de Cartagena debemos revisar la geografía del lugar: la extensa bahía orientada de norte a sur tiene dos entradas hacia el mar entre la península de Bocagrande y las islas de Tierrabomba y Barú, llamadas Bocagrande y Bocachica. La ciudad antigua ocupa dos islas interiores, Calamarí y Getsemaní, al extremo norte de la bahía. Hacia el interior hay una serie de cerros, entre los que destaca La Popa de la Galera, que es un hito en el paisaje y punto de referencia para la navegación.
Localización de la ciudad amurallada y las fortificaciones de Cartagena de Indias. Finales del siglo XVIII. Fuente: Bustamante y bustamante, 1993 |
Los continuos asaltos piratas durante el siglo XVI, por el auge económico y la concentración de riquezas, obligaron a los pobladores a protegerse. Roberto Baal, Martín Cote, Juan de Beautemps, John Hawkins y Francis Drake atacaron la ciudad en este periodo. Las primeras defensas que tuvo la ciudad fueron hechas de forma apresurada ante la inminencia de los asaltos piratas y no quedaron vestigios. Había trincheras para defender la entrada por tierra a la ciudad: un pequeño fuerte, el Boquerón, a la entrada del surgidero y un fuerte en la punta de Icacos para defender la entrada a la bahía, llamado de San Matías.
El plan de defensa de los puertos del Caribe fue ordenado por Felipe II, por tal motivo el ingeniero Bautista Antonelli realizó su proyecto de cercar la ciudad con una muralla abaluartada en 1594. La construcción fue encomendada al ingeniero Cristóbal de Roda que ejecutó la obra entre 1614 y 1631, y amplió el cerco para incluir el actual barrio de San Diego. Simultáneamente, el gobernador Francisco de Murga decidió fortificar la isla de Getsemaní dado el rápido aumento de la población. En la bahía, Roda levantó el fuerte de Santa Cruz de Castillo Grande, en la punta del Judío, y el gobernador Francisco de Murga construyó los fuertes de Manga y San Juan de Manzanillo.
Por la parte de tierra también se alejaron las defensas; el cerro de San Lázaro, por su ubicación estratégica, se fortificó con un bonete, cuya construcción inició el gobernador Pedro Zapata de Mendoza en 1656 y concluyó al año siguiente, al que nombró como castillo de San Felipe de Barajas. Con estos fuertes el surgidero, la Bocagrande y la parte de tierra quedaron completamente protegidos.
Plano de la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia), Firmado por bautista Antonelli 1594.(Archivo General de Indias , M y P. Panama, Sta. Fe y Quito ,10). Fuente: Terán,1989. |
Pero un hecho fortuito alteró la estrategia defensiva pues el naufragio de tres navíos portugueses en el canal de la Bocagrande provocó que la arena se acumulara formando una barra que se podía atravesar caminando. Entonces las corrientes de la bahía dragaron el canal de Bocachica y lo habilitaron para el paso de grandes embarcaciones, por lo tanto fue necesario el abandono de algunas fortificaciones existentes y avanzar las defensas a Bocachica, así, a cargo del ingeniero Juan Bautista Antonelli, se construyó un fuerte en el extremo sur de la isla de Tierrabomba, el castillo de San Luis.
A consecuencia de la guerra de los Nueve Años, que tuvo sus repercusiones en América, vino a Cartagena el barón de Pointis quien protagonizó uno de los más grandes ataques que sufrió la ciudad. Llegó el 13 de abril de 1697 al frente de una flota de 28 naves y 4.000 hombres, quienes bloquearon la entrada de Bocachica, desembarcaron en Tierrabomba, se tomaron el castillo de San Luis, todos los fuertes de la bahía y por último el castillo de San Felipe, así se apoderaron de la ciudad.
El ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor llegó en 1707 a reconstruir lo que habían arrasado los franceses y realizó nuevas obras en un lapso aproximado de 25 años hasta su muerte. Reconstruyó la muralla de La Marina y sus baluartes y construyó la nueva puerta de la ciudad conocida como la Boca del Puente. También trabajó en Getsemaní, en la puerta y el puente de La Media Luna y en el castillo de San Felipe. En la bahía reparó los fuertes de Santa Cruz y San Juan de Manzanillo; y en Bocachica reconstruyó el de San Luis e hizo una serie de baterías frente al mar.
Cartagena, 1735. Plano topografico de la villa y sus inmediaciones con relacion a los edificios mas importantes. Archivo General de la Nación.Mapoteca 4,Ref x-5. |
Cuando en España comenzó la dinastía de los Borbones Francia dejó de ser el principal enemigo del Imperio Español, por otra parte, Inglaterra, con el inicio de la revolución industrial requirió ampliar sus mercados y se interesó por el comercio en América, con lo que generó sucesivos conflictos con la corona española que mantenía su política de monopolio. Es así como en marzo de 1741 llegó a Cartagena la escuadra inglesa más grande y poderosa que jamás surcara los mares, comandada por el almirante sir Edward Vernon, y formada por 186 barcos y 23.000 hombres; mientras que la defensa de la plaza estaba compuesta por solo 3.000 hombres y 6 navíos de guerra comandados por don Blas de Lezo. Vernon, con la misma estrategia de entrada de Pointis, destruyó todo a su paso y llegó hasta el castillo de San Felipe desde donde pretendió tomarse la ciudad. Allí, después de una cruenta batalla nocturna, perdió la guerra. Fue una derrota tan inesperada para la corona inglesa que esta ya había mandado a acuñar monedas en las que aparecía Vernon sometiendo a Blas de Lezo.
Tras este último ataque, el rey Carlos III emprendió un nuevo plan de defensa en el que, por su importancia estratégica, se priorizaron las fortificaciones de Cartagena y para lo cual trabajaron ininterrumpidamente los ingenieros Juan Bautista Mac Evan y Antonio de Arévalo hasta finales de siglo. El primero de ellos, nombrado nuevo director general de las fortificaciones, arribó a la ciudad en 1741, su labor se concentró en las defensas de la bahía y el canal de Bocachica, también fue autor del Fuerte de San Sebastián del Pastelillo.
Fuente de San fernando de Bocachica |
Luego, Antonio de Arévalo fue nombrado en el mismo cargo por el rey Carlos III, el que ocupó hasta su muerte en 1800. Trabajó en la ciudad durante cincuenta años y fue el último de los grandes constructores. En Bocachica construyó las baterías colaterales del castillo de San Fernando y la batería del Ángel San Rafael, y protegió la batería de San José con una escollera. Resolvió definitivamente el problema de la barra de Bocagrande, reabierta naturalmente en 1739, con la construcción de una muralla submarina. Desde entonces, el canal de Bocachica es el único acceso al puerto.
El castillo de San Felipe de Barajas fue ampliado por Arévalo hasta alcanzar su aspecto actual mediante la construcción de un complejo de baterías colaterales. En la ciudad comenzó en 1765 la construcción de la escollera de La Marina para retirar el mar y proteger la muralla de sus embates, obra que en la actualidad está oculta debajo de la avenida Santander. Con el cuartel de Las Bóvedas completó el cerco de la muralla y finalizó su construcción con la colocación del escudo de las armas reales sobre la arcada central. Este hecho puso el punto final al proceso de fortificación de Cartagena de Indias.
Entrada del fuerte de San Sebastian del pastelito obra de Juan Bautista Mc Evan |
Las guerras de independencia fueron el hecho histórico fundamental de principios del siglo XIX. Cartagena declaró su independencia absoluta de la corona española el 11 de noviembre de 1811. Pocos años después España emprendió la reconquista, cuando en 1815 llegó a la ciudad el general don Pablo Morillo al mando de una fuerte armada. El general conocía la ciudad y sus fortificaciones por todos los documentos de archivo y por ello decidió no atacar la ciudad sino tomársela tras un prolongado sitio, cuyos habitantes resistieron heroicamente. En 1821 la ciudad fue liberada por el ejército patriota, comandado por el general Mariano Montilla, que levantó la bandera colombiana en la cima del castillo de San Felipe.
Durante el siglo XIX Cartagena perdió su importancia militar y comercial, ello tuvo como consecuencia la crisis económica, una fuerte disminución de población y el abandono de las fortificaciones que ya eran obsoletas. A finales del siglo, cuando el cartagenero Rafael Núñez llegó a la presidencia de la República se reactivó la ciudad, lo cual se reflejó en su crecimiento urbano por fuera del recinto amurallado, en vías de comunicación y en mejoras sanitarias. Las demoliciones del puente fortificado y la puerta de la Media Luna, el Revellín del Cabrero y algunas brechas en el cordón de murallas fueron las primeras afectaciones a las fortificaciones causadas por el periodo de modernización urbana. Afortunadamente, por esa época las ideas europeas acerca de los monumentos históricos y la importancia de su conservación y restauración habían enraizado en nuestro país y el Congreso de la República, y en tal sentido se promulgó la Ley 48 de 1918.
Baluarte de Santa Catalina que junto el Baluarte de San Lucas conforman la Tenaza. Obra de Cristóbal de Roda. |
Desde entonces y hasta ahora, diversas instituciones, profesionales y personal de obra han participado en las labores de investigación, conservación, restauración y puesta en valor de las fortificaciones de Cartagena, pero todavía hay mucho por hacer. El sistema fortificado es disperso en el territorio, además del centro histórico y su entorno inmediato abarca también las islas de Tierrabomba y Barú e incluye grandes obras emblemáticas y otras complementarias como son: hornos de cal, tejares, aljibes, caminos militares entre otros. Aún con lo logrado mediante las acciones realizadas se debe continuar un trabajo permanente de documentación, exploración arqueológica, conservación y difusión, y sobre todo, de integración a la vida urbana y a la apropiación social.
Cuartel de las Bóvedas obra de Antonio de Arévalo |
Bibliografía
- Marco, E. Cartagena de Indias, puerto y plaza fuerte. Cartagena, Alfonso Amado Editor, 1960.
- Zapatero, J. Las fortificaciones de Cartagena de Indias. Estudio asesor para la restauración. Madrid, Banco Cafetero de Colombia, 1969.
- Bustamante, María y Bustamante Germán. Cartagena de Indias Colombia, guía ciudad histórica. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1993.
- Terán, Fernando. El sueño de un orden. La ciudad hispanoamericana. Madrid, Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas, MOPU, 1989.