cine colombiano
En un centro de acogida para adolescentes en Colombia, los directores Clare Weiskopf y Nicolás van Hemelryck (Amazona) piden a un grupo de mujeres jóvenes que cierren los ojos e imaginen la historia de una compañera de clase ficticia llamada Alis.
Cali luce inmóvil a los ojos de César Acevedo. Los años pasan, pero es la misma de ¡Que viva la música! Está ahí, estática, atrapada en un único tiempo y un único tempo. El tempo caleño, podría decirse: el del voseo cadencioso, la salsa, el buen clima. Y el de las contradicciones: que en la región que dio a luz a Andrés Caicedo haya más centros comerciales que museos y bibliotecas, por ejemplo; o que se viva la música y se muera en las esquinas.
Esta divertida historia cuenta cómo un grupo de futbolistas aficionados se preparan física y mentalmente para el primer torneo callejero llamado ´Bolaetrapo`. Una manera muy especial de jugar al balón que se ve mucho en la Costa Atlántica, especialmente en los barrios más populares de Barranquilla.
Desde el 29 de noviembre
En todos los cines del país
Para el joven cineasta Jhonny Hendrix Hinestroza ―quien escribió el guion con Alfonso Acosta y coprodujo con Maritza Rincón―, Chocó es su primer proyecto cinematográfico en solitario. Hasta ahora el resultado ha sido mejor de lo que esperaba.
Una persecución es lo primero en lo que se ve envuelto el público. ¿A quién persiguen?, ¿por qué lo persiguen? No se sabe; de lo que sí puede estar seguro es de que nadie parpadeará y mucho menos despegará los ojos de la pantalla hasta que Wilson Tenorio trate inútilmente de quitarle el arma a Félix, guardaespaldas de uno de los hombres más respetados de las bodegas de Sanandresito.
Desde el 19 de julio
Esa podrá ser una de las razones por las que el director Riccardo Gabrielli apostó por La Lectora, una historia atractivay muy interesante, ya que no sólo cuenta el secuestro de la estudiante, sino que también dibuja creativamente la historia que está escrita en el libro.
En casi 74 años de historia cinematográfica colombiana son contados con los dedos de la mano los ‘genios’ que le han botado corriente al tema de la animación.
Como dice el viejo dicho, “hijo de tigre sale pintado”. Cuando niño, Mateo Stivel se sentaba en las piernas de su padre David Stivel mientras él ponchaba las cámaras en los estudios GRAVI. Allá, miraba con atención cómo David lograba dar vida a un lenguaje que pronto se convertiría en el estilo de vida de Mateo, el audiovisual.