Desde el foso
Una de las principales efemérides que se cumplirán en 2014 serán los 160 años del golpe militar del general José María Melo, el efímero ascenso al poder de una alianza de artesanos e intelectuales y la reacción que unió a los viejos generales conservadores y liberales, enemigos entre sí, gracias a la cual los partidos tradicionales y el establecimiento pudieron recuperar el mando que habían perdido. Todo esto ocurrió en
“Los cronopios son criaturas ingenuas, idealistas, desordenadas, sensibles y poco convencionales”.
Definición popular.
Encuentro a Mafalda en Buenos Aires en un barrio típico de clase media gracias a la ayuda de su amiga Susana Clotilde Chirusi.
Permítanme empezar con una nota personal.
Doña Polita Montejo de Santos, mamá del presidente Eduardo Santos, tenía una peculiaridad. Pese a ser una dama educadísima y discreta, consideraba que la franqueza no era incompatible con la buena crianza. De este modo, cuando se sentía fatigada en una visita, decía en voz alta a los presentes:
―Me tengo que ir ahora mismo.
―¿Y eso por qué, Mamá Polita? –preguntaba sorprendido alguno de los circunstantes.
Durante los últimos meses de 2007 y los primeros de 2008, Europa se encuentra entregada a la curiosa celebración del… ¿cómo llamarlo? ¿Ridículamente, “pompis”? ¿Acaso “trasero”, como en los cómics? ¿“Derrière”, según la cursilería imperante en las revistas femeninas? ¿“Culo”, como decía don Quijote? ¿“Cola”, como decimos los colombianos?
¿Eça de Queirós? ¿Y quién es esa señora? La inmensa mayoría de los hispanohablantes no ha oído mencionar nunca a Eça de Queirós. Sólo una pequeña proporción sería capaz de explicar que ‘esa señora’ es un escritor portugués. Y apenas un mínimo grupo ha leído alguna obra suya y está en condiciones de comentarla.
He leído con interés el artículo de Daniel Samper Pizano sobre el voto femenino, pero quisiera compartir el dato de que la pionera del voto femenino latinoamericano es ecuatoriana.
A Florence Thomas
Hace cien años, a estas alturas del almanaque cientos de párrocos y obispos colombianos habían empezado ya a preparar con el mayor primor sus sermones de Navidad. Diciembre era la segunda ocasión de lucimiento para los oradores religiosos. La principal, por supuesto, era la Semana Santa, cuando los más famosos expositores trepaban al púlpito y pronunciaban interminables sermones de las Siete Palabras.