paz
1. Conservar la memoria
Es una tentación pensar en conseguir la paz a cualquier precio. Sin embargo, es un gran error creer que es suficiente que el insurgente deje de matar para que todo se olvide y se inaugure un tiempo de paz.
El acuerdo sobre el primer punto de la agenda no sólo es histórico sino de profunda trascendencia para el país. Muchas investigaciones se han venido realizando sobre la situación de la población campesina, sus rezagos, sus problemas de productividad y las inmensas consecuencias de haber sido el campo el principal escenario delconflicto.
El debate político ha comenzado a girar sobre las posibilidades de progreso y bienestar que la paz abrirá a Colombia. Más allá de que semejante discusión tiene algo de temerario cuando ni siquiera se han sentado a la mesa los negociadores, lo cierto es que los planteamientos sobre el futuro del país después de la desmovilización de la guerrilla han estado dominados más por los buenos deseos que por una evaluación cuidadosa del escenario que crearía la disolución del grupo armado.
Vino al país por primera vez en 1964. Pécaut, sociólogo y filósofo, por aquellos días empezaba a interesarse por la complejidad de la violencia colombiana. Qué iba a imaginar que aquel tema lo ataría por siempre a nuestro país. “Desde esa fecha casi no paso un año sin que regrese a Colombia por una duración variable”, asegura. Entre sus obras sobresalen Orden y violencia en Colombia y Guerra contra la sociedad.
Este historiador, autor de clásicos como Intercambios violentos y Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia, vino por primera vez en 1963. Ahora vive entre Londres y Bogotá, pues sigue en su propósito de entender nuestro país.