cultura
CUANDO ERA NIÑA, mi primer gran deseo fue aprender a leer para no depender del tiempo y la voluntad de ningún adulto. Es decir, para emanciparme de los grandes y sus agendas colmadas.
EN LOS AÑOS NOVENTA. Vivo como un extranjero en el mundillo cultural. He hecho allí amigos extraordinarios que no posan de ángeles caídos ni parecen artistas cuando uno se los encuentra en la calle. He dado con oficinistas de la ficción, como yo, que no se creen cultos, ni presumen de su hartazgo, ni desprecian el talento ajeno, ni andan por ahí decretando cánones y perdonando vidas. No posan. No son clichés encarnados.
COMO TODAS LAS demás mesas del taller, esta también tiene sus dos brazos retráctiles de metal, agarrados a lado y lado. De uno de ellos cuelga una lámpara direccional que no deja rincón sin claridad en la superficie de trabajo.
CALI VIBRA con especial intensidad en el mapa cultural del país. Y no solo porque sea la ciudad más poblada del suroccidente de la geografía nacional, así como el motor económico de una región próspera. Más bien, porque en ella confluyen dos grandes ramas del relato colombiano con particular efervescencia: la de los Andes y la del Pacífico, con todo lo que cada una implica.
*Artículo publicado en julio del 2021.
*Artículo publicado en la edición impresa de febrero del 2021.
*Artículo publicado en la edición impresa de mayo de 2020.
EN LA DIVISIÓN de Walt Disney Animation Studios, que acumula 63 largometrajes a lo largo de su historia, han explorado la cultura latinoamericana en apenas cinco de ellos.
LA EXPERIENCIA cosechada en campos como la fotografía, el periodismo, la ecología y la crítica literaria forjaron la mente del estadounidense Frank Herbert, quien a su vez moldeó esta, una de las sagas de ciencia ficción más trascendentales en la historia del género.
UNA PULSERA DELGADA con los colores de Colombia adorna la muñeca derecha de Tilda Swinton (Londres, 1960).