Un artífice tele-visionario
Fernando Gómez Agudelo (1931-1993) recordó en una entrevista cuando persuadió al presidente, Gustavo Rojas Pinilla, sobre la importancia de traer al país aquella técnica moderna de comunicación masiva que empezaba a trastocar el estilo de vida de Norteamérica y varios países europeos. Otras versiones aseguran que Rojas fue quien convenció al joven Fernando de aceptar el reto de tener en funcionamiento un sistema de televisión cuando terminase su primer año gobierno. Más allá del detalle, estas narrativas representan bien lo que fue la vida, el legado y el carácter de este polifacético personaje.
Nacido en el seno de una familia de la aristocracia bogotana, Fernando Gómez Agudelo no había terminado de cursar sus estudios en derecho cuando fue nombrado director de la Radiodifusora Nacional de Colombia. Ocupó dicho cargo hasta el final de la dictadura, tiempo durante cual fue el responsable del montaje de la televisión en el país. En menos de siete meses, Gómez Agudelo identificó los equipos de transmisión adecuados para la topografía colombiana, los compró a la Siemens alemana, lideró su instalación, dirigió la adecuación de los primeros estudios de grabación, viajó a Cuba para contratar un grupo de técnicos con experiencia en producción y realización de televisión y reunió un grupo de artistas de radio y teatro para que la primera transmisión fuese posible el 13 de junio de 1954.
Esta capacidad de gestión, el temperamento visionario y la audacia demostrada en la ejecución de semejante empresa, convirtieron a Gómez Agudelo en una de las figuras más influyentes en el desarrollo de la televisión colombiana. En 1963 fundó RTI (Radio Televisión Interamericana), la segunda programadora de televisión que existió en el país. Esta iniciativa contó con el apoyo y asesoría de Goar Mestre, por aquel entonces el magnate de las telecomunicaciones latinoamericanas y quien, tras el triunfo revolucionario, acababa de partir exiliado de Cuba. Desde entonces, Gómez Agudelo se convirtió en una de las figuras más influyentes del denominado sistema mixto. Aquel modelo de servicio televisivo operó por más de cuarenta años y combinó la propiedad y dirección del Estado con el influjo del capital privado, el cual estaba interesado en hacer de la televisión una potente vitrina propagandística de bienes, modelos y símbolos de consumo.
Desde su programadora, Gómez Agudelo lideró iniciativas como la fundación, en alianza con PUNCH y CARACOL, de Estudios GRAVI a comienzos de los años setenta. Estos fueron los primeros estudios de grabación que existieron por fuera de los de INRAVISION, lo cual facilitó la modernización técnica y artística de las realizaciones colombianas. Valiéndose de las diferentes alianzas comerciales que había logrado consolidar RTI a nivel latinoamericano, Gómez Agudelo se convirtió en el principal productor y exportador de telenovelas hasta la privatización de la televisión hacia 1998. Producciones como La Mala Hora, La Tregua, La Tía Julia y el Escribidor, el Gallo de Oro, Los Victorinos o En Cuerpo Ajeno no solo hacen parte de la memoria de la televisión nacional, sino también de la continental.
Negociando siempre entre su intrepidez empresarial y su preocupación por conservar el aspecto culto de la televisión, como buen represéntate de la élite intelectual chachaca, Fernando Gómez Agudelo fue sin duda una de las figuras más representativas de la televisión colombiana. Con él nació su historia y su vida incidió en la transformación de dicho medio de ser un improvisado y artesanal experimento local a una poderosa industria de dimensión transnacional. Su muerte el 16 de noviembre de 1993 marcó el ocaso de la era de las programadoras y el comienzo de la hegemonía de los canales privados, de los cuales no alcanzó a participar de forma directa aun cuando siempre fue uno de sus principales promotores.
* Estudiante del Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes, magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural del Instituto de Altos Estudios Sociales, Buenos Aires (Argentina).