22 de diciembre del 2024
 
Ilustraciones de Alberto Ramírez Santos
Agosto de 2021
Por :
JUANITA SÁENZ-SAMPER*

La técnica del vaciado a la cera perdida

Entre los artesanos prehispánicos del territorio que hoy ocupa la República de Colombia sobresalieron los orfebres. Estos se destacaron por su experticia en la técnica del vaciado a la cera perdida.  Mediante este procedimiento elaboraron objetos macizos planos, adornos con delicadas filigranas y piezas huecas en tres dimensiones. La cera se obtenía de las colmenas de abejas sin aguijón nativas de la región, las abejas angelita, especie que cuenta con una amplia dispersión por todo el territorio desde el nivel del mar hasta los 3400 metros.

 

El proceso básico iniciaba con la fabricación en cera del modelo del objeto deseado con todos sus detalles. A este se le adicionaba, también en cera, un apéndice en forma de embudo que servía posteriormente como orificio para vaciar el metal líquido. Dependiendo del tamaño del objeto, también podían adicionarse rollos de cera que unían diferentes partes de la figura, los cuales luego facilitarían el flujo del metal fundido. Con el fin de garantizar la reproducción fiel de la figura y proporcionar cierto aislamiento entre el modelo y el molde, este último se cubría con una fina capa de arcilla casi líquida mezclada con carbón. El objeto así listo se recubría con varias capas de arcilla para crear el molde, cuidando de no tapar el embudo de cera. Una vez alcanzado el grosor deseado, el molde se dejaba secar y endurecer. Luego se calentaba al fuego para derretir la cera y dejar dentro la impronta fiel de la figura a reproducir. En el molde caliente y hueco se vaciaba, a través del embudo, suficiente metal fundido para llenarlo. Una vez endurecido el metal y con el molde frío, éste se rompía para sacar la pieza. Entonces se cortaban los conductos y el embudo y se pulía lo necesario.

 

Para reproducir objetos huecos de tres dimensiones, los orfebres primero hacían una preforma o núcleo en una mezcla de arcilla y carbón. Es posible que a esta preforma se le adhiriesen apéndices alargados a manera de tabiques que servían para sostener el modelo dentro del molde. Luego la preforma se cubría con una capa uniforme de cera a la que se le adicionaban elementos como tiras, rollos y círculos para crear los detalles deseados en el objeto. La cera no cubría los apéndices de arcilla y carbón de la preforma. Una vez se terminada de definir la figura, se aplicaba el proceso de vaciado anteriormente descrito. Los tabiques servían para que, luego de derretir la cera, el núcleo pudiera mantenerse en su posición “flotando” dentro del molde. Luego de calentar el molde, derretir la cera, vaciar el metal fundido, esperar a que se enfriara el molde y romperlo para sacar la pieza, se obtenía un objeto que todavía contenía el núcleo de arcilla y carbón y, seguramente, sus tabiques. Estos últimos eran retirados y en muchos objetos se mantenía el núcleo sin retirarlo, tal como ocurría con orejeras y narigueras. En cambio, en piezas como los poporos –recipientes para cal– este núcleo se retiraba al menos parcialmente. Los objetos así trabajados lucían perforaciones en sus paredes correspondientes a los tabiques, las cuales eran taponadas con metal de la misma aleación del resto de la figura. Finalmente se pulían, suavizaban y emparejaban las superficies para obtener el objeto deseado.

 

* Arqueóloga, jefe de la Sección de Registro de Colecciones, Museo del Oro, Banco de la República.