22 de noviembre del 2024
 
Febrero de 2019
Por :
ALBERTO SALDARIAGA*Arquitecto, Universidad Nacional de Colombia. Especialista en vivienda y planeamiento urbano del Centro Interamericano de Viivienda CINVA. Decano Facultad de Artes y Diseño, Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá.

LA ARQUITECTURA POPULAR TRADICIONAL

La arquitectura popular tradicional es un modo de pensar y construir que se originó en un pasado más o menos lejano, se incorpora en el conjunto de los modos de habitar de una comunidad determinada y perdura en el tiempo hasta cuando es sustituida por otras maneras de pensar, construir y habitar, en especial aquellas que derivan de los influjos de la modernidad. En las tradiciones arquitectónicas que aún subsisten en Colombia se encuentran herencias provenientes de los distintos momentos de la formación histórica del país. En ellas se hallan entremezclados aportes provenientes de la arquitectura indígena prehispánica, de la arquitectura hispana de la colonia, de la arquitectura traída al país por los esclavos africanos y de influencias diversas llegadas al país durante el siglo XIX. El concepto de “mestizaje” aplicado usualmente en referencia a las mezclas étnicas puede aplicarse por analogía al proceso de fusión de herencias culturales diversas en la arquitectura tradicional.

Vivienda en palafito común en ríos y zonas costeras del Pacífico.

De acuerdo con esto, las diferentes expresiones de la arquitectura popular tradicional colombiana pueden entenderse como síntesis de otras tradiciones diversas que al fusionarse aportaron a la mezcla elementos de su composición original. Las tradiciones propias de la arquitectura de los grupos indígenas prehispánicos se desarrollaron dentro de sus propios procesos de estabilización y consolidación hasta el momento de la llegada de los españoles, quienes a lo largo de los tres siglos de su dominación transfirieron al territorio conquistado y colonizado las propias tradiciones que trajeron de sus lugares de origen. Los pobladores africanos, en su condición de esclavos, desarrollaron algo de lo que conservaron de sus tradiciones nativas, especialmente en los “palenques” cimarrones. De estas tres fuentes primarias derivan prácticamente todas las tradiciones existentes. Los aportes del siglo XIX se fusionaron con esa estructura ternaria y se evidencian en la adopción de nuevas técnicas constructivas y en los aspectos ornamentales.

Casa de hacienda en la región cafetera.

La dimensión histórica de las tradiciones arquitectónicas regionales o locales reflejada en los aportes o herencias culturales recogidas a lo largo del tiempo, corresponde con los hechos mismos que intervinieron en la formación de las culturas regionales: el territorio geográfico, las diversas fases del poblamiento, con sus aportes étnicos y culturales, sus actividades económicas y sus transformaciones. El mestizaje como fenómeno cultural implica, de hecho, la presencia diversa de aportes en la fase formativa, y en la fase de consolidación, la estabilización de esos aportes en síntesis particulares. En esa dimensión histórica, el territorio geográfico es la base de más larga duración y mayor continuidad. El medio ambiente natural se modifica por la presencia de los pobladores, la cual, a su vez, se transforma en sus procesos de organización social y económica y, en el caso americano, de encuentro con otros pobladores, con otras culturas, con otra civilización. Este proceso, que ha sido el mismo de la formación y consolidación de las culturas regionales, suministra la imagen de los participantes y de sus respectivos aportes.

Casa tradicional en la isla de San Andrés

En el ámbito de influencia de una tradición regional activa, lo urbano y lo rural actúan coordinadamente, configurando una totalidad cuyos alcances se extienden a la población que habita el territorio de la región. La arquitectura rural es necesariamente diferente de la urbana y, sin embargo, ambas cuentan con una serie de elementos comunes: unas mismas raíces culturales, orígenes arquitectónicos semejantes y familias de técnicas constructivas correspondientes. Lo rural está usualmente más ligado al entorno inmediato, mientras que lo urbano se constituye en un sistema más autónomo, por lo mismo más sujeto a influencias y transformaciones. Los elementos de significación varían dado que la vida del campesino posee una dimensión diferente a la del habitante del pueblo o de la ciudad. Las tradiciones urbanas y arquitectónicas regionales pueden entonces entenderse como “lenguajes” culturales con una gramática particular y dos “dialectos”, el rural y el urbano.

Casa tradicional de San Andrés y Providencia.

En Colombia, en la arquitectura popular tradicional, pueden identificarse tres grandes grupos o familias. La primera de ellas proviene de las tradiciones indígenas, asociadas en algunos casos con los aportes africanos, por ejemplo en la arquitectura tradicional de las llanuras del Caribe, de la costa del Pacífico y a lo largo del río Magdalena. La segunda proviene de la herencia hispánica y se localiza principalmente en los pueblos y ciudades fundados durante los tres siglos de colonización española, por ejemplo en los pueblos de Santander y Boyacá, Cauca y Nariño y en la arquitectura rural de sus regiones. La tercera es la arquitectura tradicional de la región antioqueño-caldense, herencia del proceso de poblamiento conocido como la “colonización antioqueña” y caracterizado por el empleo de la guadua como material de construcción. La arquitectura tradicional de San Andrés y Providencia es un caso especial, por derivar de tradiciones inglesas elaboradas en las islas del Caribe.

En la casa popular tradicional de las tierras cálidas del Caribe y del interior se conjugan los muros en bahareque y las cubiertas en hojas de palma. La tierra pisada se empleó más en las tierras altas de Nariño y de Boyacá. El bahareque como material de construcción asume diversas modalidades locales y regionales y se ha combinado con los aportes africanos, hispánicos y del siglo XIX de maneras diversas. Es una técnica universal, que se ha desarrollado en diferentes contextos geográficos y culturales y especialmente en la franja tropical del continente americano. Su versatilidad es enorme, lo mismo que su economía. En el campo de la vivienda popular tradicional colombiana el bahareque es un material económico y, con un buen cuidado, duradero.

 

La guadua, el bahareque y la tapia pisada son materiales deconstrucción de usofrecuente en la vivienda tradicional.

 

 

De la misma manera que el bahareque es la herencia constructiva más importante del período prehispánico, el adobe es la herencia hispánica más significativa en cuanto a materiales para muros se refiere. Buena parte de las ciudades y pueblos fundados durante el período colonial en Colombia fueron construidos en ese material. El ladrillo, fabricado desde muy temprano en el período de la colonia, fue más común en las construcciones cartageneras y de otras ciudades de la costa Atlántica que en el interior. Santa Fe de Bogotá y Popayán, por el contrario, poseen un buen número de edificaciones en adobe, con algunos detalles destacados en piedra y ladrillo. La apropiación del adobe y de la teja de barro en la cultura popular fue extensa, sobrevive en muchos lugares del país y se asocia usualmente a la herencia de esa tradición.

 

La arquitectura de la “colonización antioqueña” es un fenómeno gestado y desarrollado ampliamente durante el siglo XIX. El origen de esta arquitectura se sitúa en la herencia hispánica acumulada en la región de Antioquia a lo largo del período colonial. De ella deriva el manejo espacial de patios, corredores y aleros. A lo largo del siglo pasado, la arquitectura de los pueblos y veredas de la región antioqueña se formó con ese aporte pero se construyó en otros materiales: tapia pisada y guadua, material este que finalmente se impuso y alcanzó un grado de desarrollo técnico y estético insuperable. Las estructuras en guadua de las regiones de Caldas, Quindío y Risaralda son ejemplos muy interesantes de solución del problema planteado por la topografía montañosa.

Aleros y balcones típicos en una casa de la región cafetera

Una característica especial de la arquitectura de la colonización antioqueña es su calidad estética, lograda a base del manejo del trabajo ornamental de puertas, ventanas, balcones y corredores y de la aplicación de colores contrastantes en los muros y en los elementos de madera. Lejos de ser uniforme, la ornamentación de la arquitectura se particulariza en cada subregión e incluso en cada localidad de esta gran región cultural. En los motivos ornamentales populares se reelaboran temas neoclásicos y art nouveau, llegados seguramente a través de revistas y de panfletos circulantes como modelos para ser reproducidos. Esta tradición arquitectónica se encuentra actualmente vigente y suscita un gran interés en los sectores profesionales del país. A partir de la experiencia popular se han desarrollado diversos experimentos en vivienda masiva y en vivienda exclusiva, en los cuales se intenta capturar algo de la audacia estructural y de la calidad estética de la tradición, la cual, sin embargo, muestra todavía frescura e impulso creativo superiores a los intentos de los especialistas.

 

En la costa del Caribe colombiano se desarrolló, desde finales del siglo XIX, una arquitectura en madera cuya mejor expresión se encuentra en las viviendas de algunos barrios cartageneros y otras poblaciones de la región como Colosó, en el departamento de Sucre y también en las construcciones palafíticas de la Ciénaga Grande de Santa Marta. Una tradición similar ya existía desde el siglo XVIII en las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Las viviendas isleñas de madera fueron ejemplos de una arquitectura cuyos orígenes pueden situarse en Jamaica y en otras islas de Caribe. De estae tradición se conservan ejemplos en la isla de Providencia. En la isla de San Andrés están prácticamente extintas.

 

Las tradiciones constructivas populares en Colombia se encuentran en vía de sustitución por materiales y técnicas industriales y por formas que se pueden consideraa “modernas”, a su manera. Las investigaciones que se han desarrollado sobre técnicas tradicionales como la tapia pisada en Barichara,  en Santander y la guadua en el Quindío han comprobado su eficacia y se ofrecen para su posible empleo en nuevas edificaciones de diverso carácter, más alláa de la vivienda.