24 de noviembre del 2024
Foto | Shutterstock
7 de Noviembre de 2017
Por:
Ana Catalina Baldrich

Esta semana se conocieron algunas fotografías de la ‘isla de plástico’ que flota en el mar Caribe. A propósito, hasta hace tres meses los colombianos comenzaron a pagar el impuesto al consumo de bolsas plásticas. ¿Qué tanto ha servido la campaña para eliminarlas?

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¿Por fin les ganamos a las bolsas plásticas?

Las cifras son contundentes. Cada año se vierten más de 8 millones de toneladas de plástico a los océanos. El 40% de la superficie oceánica del planeta es ocupada por partículas de plástico que se han sumado a otros escombros y forman grandes parches de basura del tamaño de países. Quizás la seguidilla de huracanes (‘Harvey’, ‘Irma’ y ‘María’), que dejaron cerca de 90 muertos a su paso, más cuantiosos daños materiales, hizo pasar inadvertida la noticia del descubrimiento, por parte del capitán Charles Moore, de la organización Algalita, de uno nuevo, esta vez entre Chile y Perú.

Hace casi 70 años, los 2.500 millones de habitantes que en ese entonces tenía el planeta produjeron un millón y medio de toneladas de plástico. En 2016, cuando la población superó los 7.000 millones de personas, la cifra llegó a 300 millones de toneladas. Los datos de organizaciones independientes, como Plastic Oceans y Algalita, se suman a los cálculos publicados en mayo pasado por la ONU: a este paso, para el año 2050 el mundo marino tendrá más plásticos que peces.

El séptimo objetivo de desarrollo del milenio es garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, lo que incluye –entre otros– reducir la tasa de deforestación, responder de manera decisiva al cambio climático y ralentizar la pérdida de diversidad biológica. Y para todo esto reducir el consumo de bolsas plásticas es fundamental. Por un lado, los peces las confunden con alimento. Por el otro, es sabido que tardan muchos años en degradarse y, en la práctica, no hay literalmente dónde meterlas.

Cristian Rivera, de la dirección de Asuntos Ambientales Sectorial Urbana del Ministerio del Medio Ambiente, dice que el gran problema de las bolsas plásticas, además de la inadecuada disposición final, es que, según su calibre, medida y proceso de fabricación, pueden tardar hasta 10.000 años en degradarse. “Las bolsas plásticas terminan en los parques, los ríos, los humedales, los mares. Esa inadecuada disposición final hace que la problemática se incremente, sobre todo en los ecosistemas hídricos y marinos”.

 En abril del año pasado, cuando se calculaba que en promedio cada colombiano consumía 288 bolsas plásticas al año, el Ministerio de Medio Ambiente dio el primer paso para cambiar estas cifras. Reglamentó el uso racional de las bolsas plásticas y estableció, por ejemplo, que aquellas cuyo tamaño fuera menor a los 30 x 30 centímetros saldrían de circulación.

“Cuando expedimos las resolución –dice Rivera– lanzamos la campaña ‘Reembólsale al planeta’, con la que buscamos cambiar hábitos de consumo: reutilizar la bolsa, reciclarla o no pedirla. Logramos reducciones aproximadas del 25% en el consumo de bolsas plásticas, en comparación con los reportes de las grandes superficies respecto a 2015”. La norma, además, impuso a los distribuidores reducir, para 2027, en 60% el número de bolsas distribuidas respecto de 2016.

El 28 de diciembre de 2016, la Ley 1819, en los artículos 207 y 208, creó el impuesto nacional al consumo de bolsas plásticas. 

 

Una cuestión de economía o de ecología

El 1° de julio los colombianos comenzaron a pagar 20 pesos por cada bolsa que soliciten en los almacenes y farmacias de cadena y en las grandes superficies comerciales. Según Cristian Rivera, todavía el Ministerio de Medio Ambiente no tiene un balance de los efectos de la ley, pero es notorio que cada vez son más los colombianos que prefieren no pedir una bolsa de plástico a la hora de pagar su cuenta.

Ana María Arabia, jefe de Sostenibilidad del Grupo Éxito, que cuenta con 562 almacenes de las marcas Éxito, Carulla, Surtimax y Super Inter, dice que en julio de 2017 –cuando comenzó el cobro del impuesto– se registró una reducción del 57% en el consumo de bolsas plásticas frente al mismo mes del año pasado. El mismo comportamiento se registró en Cencosud, dueño de las tiendas Jumbo, Metro y Metro Express. “De julio a agosto de este año se experimentó una reducción del 68% en la compra de bolsas plásticas por parte de nuestros clientes”, dijo Juliana Mejía, jefe de Responsabilidad Social. Revista Credencial no logró obtener datos de las tiendas Olímpica.

Además del cobro del impuesto, el Grupo Éxito estableció un día a la semana en cada una de las tiendas, en el que se les pide a los clientes no pedir bolsas para transportar sus compras, reusar bolsas plásticas que ya tienen o usar alternativas ecoamigables. En sus mercados se ofrecen 66 alternativas de empaques reutilizables que incluyen bolsas y carritos, cuyo costo va desde los $ 950 hasta los $ 26.000. 

La venta de este tipo de artículos también muestra un cambio en los hábitos del consumidor. Según las cifras del Grupo Éxito, en julio de 2017 se vendió un 353% más de alternativas de empaque reutilizable que en julio de 2016. 

Hasta la fecha no existe un estudio que determine si a los colombianos los motiva la economía o la conciencia ambiental. Los cierto es que los índices están mostrando que en todos los estratos económicos y en todas las ciudades del país las bolsas plásticas están pasando a un segundo plano. “Hay una tendencia a la reducción y no está segmentada. Los comportamientos son muy parecidos –dice Arabia–. Por eso ofrecemos alternativas de empaques en todas nuestras líneas”. Así las cosas, no es absurdo esperar –como asegura Cristian Rivera– que el Impuesto Nacional al Consumo de las bolsas plásticas muera por sí solo y deje de representar ingresos al país. Al final de cuentas, por conciencia o por economía, nadie lo querrá pagar. 

 

Si no es plástico, ¿qué?

 

Los efectos sobre los ecosistemas no se limitan a las bolsas, sino a cualquier producto plástico. En Colombia, hay quienes ya están trabajando en reemplazarlo con ingeniosas alternativas: 

 

Bolsas de banano: Daniel Salcedo, estudiante de Ingeniería Industrial de la Universidad Nacional, sede Medellín, elaboró una bolsa de papel de 25 x 25 cm a partir de los seudotallos y las fibras del banano. El estudiante considera que llevar la iniciativa a un proyecto piloto requeriría una inversión inicial de 1.528 millones de pesos.

 

Platos de hoja de plátano: Un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia fabricaron un prototipo de platos ecológicos de hojas de plátano que tardarían en degradarse cerca de 28 días, frente a los 1.000 o 200.000 años que demoran en desaparecer los de icopor y plástico.

 

Plástico verde: Investigadores del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia están desarrollando un tipo de plástico que no afecte el medio ambiente con biopolímeros a partir de células aisladas de suelos colombianos. Según los investigadores, que están trabajando en optimizar los procesos de extracción para disminuir costos, se espera obtener un material 100% biodegradable, que se pueda usar en botellas desechables, contenedores, bolsas, pañales y servilletas.

 

 

*Publicado en la edición impresa de octubre de 2017.