WOREKÜCHIGA - RITUAL TICUNA DE LA PELAZÓN O DE LA MOÇA NOVA
El ritual de la Pelazón, como iniciación de la mujer a la vida adulta, hace parte de los ceremoniales culturales de la comunidad amazónica de los Ticuna. A pesar que ha sido abandonado por algunos grupos de esta comunidad, tanto por la influencia de la iglesia evangélica, que lo prohíbe, como por la afluencia de otros valores y paradigmas culturales, su realización sigue siendo importante para muchas mujeres y hombres de esta etnia. Para precisar, los Ticuna están conformados por unas cuarenta mil personas, distribuidas en diversos lugares del Trapecio Amazónico de Colombia, Brasil y Perú, siendo una de las etnias más numerosas de la Amazonía.
En muchos de los asentamientos Ticunas donde se hace el ritual de la Pelazón, este comparte un lugar en un escenario festivo que en la actualidad incluye fiestas de fundación del asentamiento, días de la madre y del padre, así como Navidad y Año Nuevo. En general, todos estos son momentos que permiten compartir comida, bebidas, visita de parientes, amigos y hasta de turistas, pero sin duda el ritual tiene un carácter especial: es un acto que se relaciona con la construcción de la identidad Ticuna y con la formación de un cuerpo individual y colectivo, que mantiene alianzas y relaciones sociales.
Adorno indígena del Amazonas hecho con plumas de garza, loro, guacamaya roja y paujil. Foto Colección Del Museo Etnográfico Banco De La República, Leticia, Colombia |
El ritual
La Pelazón es un acto que mantiene viva la tradición y al mismo tiempo es un ritual contemporáneo que ha sabido acomodarse a las diversas transformaciones que han vivido y viven los indígenas Ticuna en la actualidad. El ritual comienza a prepararse cuando el cuerpo de la joven cambia y tiene su primera menstruación. Al recordar los consejos de su madre cuando era más pequeña, la joven sabe que hacer, sabe que está viviendo una etapa importante y si decidió con su familia que le harían la Pelazón, ella sabe que por un período de tiempo debe permanecer aislada.
Anteriormente, se construía una pequeña habitación con hojas de palma de aguaje donde la joven permanecía alejada de los demás, pero hoy en día suele usarse un espacio de su casa. Las únicas personas que pueden visitarla son su madre y una tía paterna, quienes deben estar atentas a su cuidado, le aportarán una dieta especial y le hablarán de las responsabilidades que tendrá como mujer adulta, especialmente de madre.
Durante ese período, visto como un inicio, se cree que la joven pertenece a otro mundo, está en un estado de purificación, débil, frágil y sin fuerza, y por eso es tan importante que no entre en contacto con otras personas. El solo contacto con un hombre es percibido como la interrupción del proceso de desarrollo que la joven vive en ese momento, y del mismo modo, también deben estar alerta a los espíritus de la selva (llamados ngo-ogü) que tratan de ponerse en contacto con ella. La joven mujer debe evitar escucharlos porque le harán daño, se puede enfermar y de paso se considera que una posible intervención del más allá puede ocasionar efectos negativos para el resto de la comunidad. Estas situaciones de peligro latente deben ser controladas con un total alejamiento de la joven y una dieta ligera.
La muchacha puede estar recluida en dicho espacio de uno a seis meses, dependiendo de la disponibilidad de alimento que tenga su familia, es decir, debe haber suficiente yuca para hacer el masato que se consume durante el ritual, así mismo es importante que haya provisiones de carne para ofrecerles a los participantes.
Encuentro intercultural indígena en Puerto Nariño, Amazonas (2003). Foto Carlos Lema |
Cuando todo está preparado, incluyendo comida e invitados, empieza la fiesta, se tocan tambores y flautas para animar e informarle a toda la comunidad que se inicia el ritual. Algunos familiares de la niña rallan huito (Genipa americana) para pintarle el cuerpo de negro en señal de protección. Cuando ella sale del cuarto donde estuvo recluida, tiene los ojos cerrados, es acomodada sobre la hoja donde se ralló el huito y es pintada por las mujeres. Luego es adornada con una vestimenta que está hecha principalmente de hermosas plumas y una corona de plumas de guacamayo, loro común y garza blanca. Todo esto va incrustado en tela de yanchama, pintada y coloreada con tintes vegetales de achiote rojo y azafrán amarillo. Además de adornar su cabeza, la corona tiene la función de mantener tapados los ojos de la niña por un tiempo durante el ritual Ticuna.
Encuentro intercultural indígena en Puerto Nariño, Amazonas (2003). Foto Carlos Lema |
Las mujeres empiezan a distribuir la comida entre los participantes. Luego, entran en escena las máscaras, chamû, bailan y les dan masato de yuca y carne. Las personas enmascaradas son invitadas por el organizador del ritual con mucho tiempo de anticipación. La confección de las máscaras es completamente secreta, nadie más que quien la construye conoce y sabe cuándo, qué, cómo y dónde elabora su atuendo. Solamente él sabrá qué ánima de la naturaleza representará durante el ritual, porque él lo ha soñado. Él sabe qué diseñar, los colores que va a utilizar y el mensaje que desea transmitir. En algunos casos representan el clan de la joven; otras veces seres de la tierra, el agua, la selva o fenómenos naturales como la lluvia, el relámpago, el viento, el sol y luna; otras veces representan insectos, hormigas o gusanos, entre otros.
Al final de la tarde, a la niña le quitan el cabello (de allí su denominación en español como Pelazón), cabe recordar que en el pasado su pelo era extraído desde la raíz, pero en la actualidad se usan tijeras para cortarlo. Esta nueva costumbre se ha instaurado para hacer más presentable el ritual ante la mirada de los no indígenas quienes consideran dicha práctica un poco salvaje. Después, la niña es transportada hasta el río y su madre la desviste y le arroja agua sobre todo su cuerpo. Los demás participantes también se bañan y así se culmina el ritual, continua la fiesta, se bebe el masato, se baila y se canta hasta el amanecer.
Danza indígena ancestral en la Amazonía colombiana (2008). Foto Carlos Lema |
Cuerpo individual y social
Durante la reclusión, en la llamada fase inicial, la joven está lejos de los suyos y se considera que entra en otro mundo. Estas situaciones para los Ticuna significan que su esencia vital, ae y su fuerza pora están reducidas. ¿Qué quieren decir estos dos conceptos?, ¿qué relación tienen con el cuerpo de la joven y con el cuerpo social?
Para los Ticuna, según lo explica el antropólogo Jean Pierre Goulard, el cuerpo de las personas está conformado por una forma exterior (piel y miembros) y una interior (sustancias y órganos). Al mismo tiempo, el cuerpo de todos los seres, humanos y no humanos está compuesto por tres principios estrechamente relacionados, el pora (fuerza-energía), el ma-û (principio corporal o de vida) y el a-e (esencia de vida), cada uno de los cuales se manifiesta en expresiones materiales; el pora a través de la capacidad para crecer y trabajar, se ubica en el corazón; el ma-û tiene que ver con el nombre, los comportamientos y atributos de la persona que reposan en la sangre y en la lengua; y finalmente, el a-e se ubica en los huesos. Durante la reclusión tanto el pora como el a-e están debilitados, y por esta razón, es fundamental que la joven mantenga una dieta para no enfermarse, y cuando sale, el masato de yuca es el princial alimento que se le da para reforzar su pora.
Acto central del Ritual de la Pelazón en Puerto Esperanza, Amazonas (2014). Foto Eliana Herrera Huérfano |
Con la realización del ritual, ¿qué es lo que los Ticuna están asegurando? En primera instancia, se está buscando el bienestar de la niña, fortalecer y construir un cuerpo que reproducirá nuevos seres, así, el ritual de la Pelazón permite ‘renovar’ la sociedad, en el sentido que se forma el cuerpo de una mujer que en el futuro reproducirá nuevas personas. La construcción del cuerpo social también es un objetivo que se persigue con la organización del ritual en cuanto involucra la participación de las dos mitades exogámicas sobre las que se sustenta la organización social Ticuna para permitir las alianzas interclánicas, entre los clanes de animales con plumas y los clanes de animales sin plumas.
Ritual amazónico en Puerto Esperanza, Amazonas (2014). Foto Eliana Herrera Huérfano |
Así mismo, este ritual de fertilidad, como lo llama la antrópologa, Ainete Guedes, reproduce la vida social Ticuna y es la base de las actividades de subsistencia como: la agricultura, la caza y la pesca. En el ritual esto se evidencia en los intercambios que se hacen con las entidades animales y vegetales representadas en las máscaras. Cuando las mujeres mayores ofrecen el masato de yuca, producto de su trabajo en la chagra (zona de cultivos agrícolas), están intercambiando los animales que fueron cazados para poder realizar el ritual.
De esta manera, la comida y el masato que se ofrece durante el ritual es parte fundamental para el intercambio social, pero no lo es de ninguna de manera el producto del trabajo de los hombres y las mujeres. La abundancia de estos alimentos en la fiesta, sobre todo de masato de yuca, significa que la familia trabajó duro para que el ritual saliera bien, que son generosos y procuran la abundancia de alimentos para todos; dos cualidades morales que entre las sociedades amazónicas tienen gran relevancia social.
Cuerpo y persona
Este ritual nos lleva a reflexionar sobre el significado de persona en una sociedad como los Ticuna, puesto que para ellos el acto sexual no basta para reproducir un ser, sino que es necesario un trabajo cotidiano y ritual, desde cuando se nace hasta la edad adulta. Reproducir un individuo no es solo un acto biólogico, sino un acto contextualizado y referencial. El antropólogo Francesco Remotti se refiere a este proceso como un “hacer humanidad”, un proceso “antropo-poietico” a través del cual se aprende a hacer seres humanos en un cierto modo:
Se aprende a hacer coincidir la humanidad con algunos alimentos y con algunas modalidades de alimentación; con ciertas posturas y con ciertas etiquetas de comportamiento; con ciertas normas higiénicas y con específicas maneras de curar el propio cuerpo; con ciertas ideas y valores morales, y con determinados modos de pensar y sentir.
Familia indígena del Amazonas. El vestido ceremonial está hecho con palma de aguaje, característica de la comunidad del resguardo Ticuna, Yaguas y Cocamas residentes en PuertoNariño, Amazonas (2005). |
Desde pequeña, la niña Ticuna acompaña a su mamá en los trabajos de la chagra, de la casa y aprende a tejer la chambira (Astrocaryum chambira). Son trabajos-experiencia a través de los cuales el cuerpo de la joven mujer se forma, son las “técnicas del cuerpo”, como lo afirma el sociólogo Marcel Mauss que le permitirán saber trabajar la chagra, un trabajo que exige un importante esfuerzo físico, que implica llevar canastos de yuca sobre la cabeza, mantener la espalda derecha y las piernas robustas y flexibles. Mientras trabajan juntas, la madre la aconseja, le enseña que no debe ser negligente, le enseña los cuidados que debe tener con su cuerpo, con la menstruación, la sexualidad y el parto. Entre los Ticuna, la persona se construye por medio del trabajo del cuerpo, cuerpo que es historia, alimentos, acciones, emociones, como lo asegura la antropóloga Michela Fusaschi, “no solo tenemos un cuerpo, somos también un cuerpo”.
Para muchos Ticuna, decir que aún realizan el ritual de la Pelazón es una forma de reconocerse como ‘Ticunas tradicionales’ reinvindicando así su identidad étnica. En muchos asentamientos donde aún se realiza este acto ceremonial se han vivido además profundas transformaciones y el ritual ha sido capaz de interactuar con situaciones contemporáneas, por ejemplo, en la preparación y realización del acto para que no solo participen indígenas Ticunas, sino que indígenas de otras etnias, así como no indígenas puedan ser invitados importantes. Esos ‘otros’ ayudan a que el ritual pueda realizarse para hacer intercambios entre la gente con quien se vive o con quienes se mantienen relaciones de distinto tipo. Se puede decir que “la humanidad se configura como un proyecto nunca enteramente realizado: se trata de construir juntos e incensantemente humanidad y sociedad”. Así pues, estos rituales festivos en el Amazonas hacen parte de la esencia de la vida indígena. h
1 La palabra worekü significa: ‘mujer que ya tuvo su primera menstruación’.
Referencias
1 Goulard, Jean Pierre. Les Genres du Corps: Conceptions de la personne chez les Ticuna de la Haute Amazonie. París: Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, 1998.
2 Guedes, Ainete. As máscaras e os instrumentos musicais da ‘festa da moça nova’ Ticuna. Relatório de iniciação científica. Belém: Museo Paranaense Emilio Goeldi, 2001.
3 Remotti, Francesco. Forme di umanità. Progetti incompleti e cantiere sempre aperti. Torino: Paravia Scriptorium, 1999. p. 7.
4 Mauss, Marcel. Teoria generale della magia e altri saggi. Torino: Editorial Einaudi, 2000.
5 Fusaschi, Michela. Corporalmente corretto. Roma: Meltemi Editore, 2008. p. 45.
6 Remotti, Op. cit., p. 26-27.