21 de diciembre del 2024
 
1924. Una escena de Los Mercenarios, de Antonio Álvarez Lleras, estrenada en el Colón de Bogotá por la Compañía Española de Teatro Adams-Nieto. Cromos - 1924
Septiembre de 2016
Por :
Carlos José Reyes

EL TEATRO EN COLOMBIA EN EL SIGLO XX

Sobre las ruinas del antiguo Coliseo Ramírez, y luego Teatro Maldonado, fue levantado el Teatro Colón, en la última década del Siglo XIX, como un homenaje al IV Centenario del descubrimiento de América. Al mismo tiempo, en la última década del Siglo XIX se inaugura el Teatro Municipal, edificado en forma análoga al Colón, como teatro “a la italiana”, y en las primeras décadas del Siglo XX comienzan a edificarse diferentes teatros en Cali, Medellín, Cartagena, Popayán y otras capitales departamentales, en un proceso que contribuye a la aparición de autores y compañías, así como a la formación de un público para el teatro.

Primero autores

Entre los primeros autores colombianos que trabajaron en la transición del Siglo XIX al XX pueden mencionarse los nombres de don Lorenzo Marroquín, hijo del presidente, quien escribió el drama Lo Irremediable, en compañía de Rivas Groot. Pasada la Guerra de los Mil Días, el abogado y comediógrafo Adolfo León Gómez decidió publicar su obra El Soldado, que había sido muy aplaudida en la única función de estreno que se llevó a cabo a fines del Siglo XIX, ya que fue censurada por criticar el reclutamiento de campesinos, con ocasión de las guerras civiles que habían asolado al país a todo lo largo del Siglo XIX. Más tarde, varios escritores, poetas o novelistas, ensayan la escritura teatral. Entre ellos podemos mencionar a varias figuras de primera línea en las letras nacionales, como José Eustacio Rivera, Porfirio Barba Jacob o José María Vargas Vila. Varios autores de comedias y sainetes de la época surgen entre los miembros de La Gruta Simbólica, que era una reunión de bohemios y poetas repentistas. Entre ellos cabe mencionar a Federico Rivas Frade, autor de varias comedias, o a Clímaco Soto Borda. Entre los primeros autores laureados en los premios teatrales, creados por la sociedad de autores de la época, se hallan Adolfo León Gómez, el autor de El soldado, Felipe Lleras Camargo, Emilio Franco o Alejandro Mesa Nichols.

De izquierda a derecha: Delfina Guido, Luis Alberto García, Clara Samper, Ana María Martín y Gerardo Calero en La Importancia de Llamarse Ernesto, de Oscar Wilde. Montaje del T.P.B y dirección de William Márquez. Archivo T.P.B.

 

Luis Enrique Osorio y Antonio Alvarez Lleras

Los dos autores más destacados de la primera mitad del Siglo XX fueron el médico y comediógrafo Antonio Alvarez Lleras y el periodista y comediógrafo Luis Enrique Osorio, quienes no solamente escribieron una buena cantidad de piezas teatrales, sino que también formaron sus propias compañías, que hicieron parte del repertorio de teatro colombiano que se presentó en el Teatro Municipal, situado entre el Capitolio Nacional y el Observatorio Astronómico, edificio que fue demolido durante la administración del doctor Laureano Gómez.

Antonio Álvarez Lleras (Bogotá, 1892-1956) ejerció la profesión de odontólogo, fue diplomático y académico, pero en el campo en que fue más conocido y al cual le dedicó largas jornadas de trabajo fue al arte escénico. Para montar sus propias obras creó la compañía Renacimiento, uno de los primeros elencos estables del teatro colombiano en el Siglo XX. Con un grupo de actores aficionados, llevó a escena sus sainetes, como El marido de Mimí, Sirena busca marido o El doctor Bacanotas, pero su obra teatral más importante la constituyen sus dramas, inspirados en el estilo de Echegaray o Benavente, autores españoles de gran prestigio en la época. Entre estas obras podemos destacar los dramas históricos El Virrey Solís, La toma de Granada y Los traidores de Puerto Cabello, o las que podríamos considerar como sus obras más importantes: Fuego Extraño, Víboras Sociales y Como los muertos, esta última llevada al cine en los primeros tiempos de nuestra historia fílmica. 

Uno de los autores más prolíficos y populares de toda la historia del teatro colombiano fue Luis Enrique Osorio, nacido en Bogotá en 1896 y muerto en 1966. Creó varias agrupaciones escénicas, entre las que se destacaron la Compañía Dramática Nacional y la Compañía Bogotana de Comedias, por medio de las cuales se esforzó por consolidar la actividad teatral de un equipo de actores que más tarde se vincularon a la radio y a la televisión como profesionales del arte dramático. Periodista y animador del teatro colombiano, trabajó durante casi cincuenta años, en forma ininterrumpida, por desarrollar la dramaturgia nacional, no sólo a través de su propia obra, sino apoyando la de otros autores que trataran los temas y personajes nacionales, tanto en sus artículos en El Tiempo como en su revista La Novela Semanal, donde publicó obras de Daniel Samper Ortega, Sofía de Moreno y otros autores. Con un poco más de cuarenta obras teatrales, escritas a lo largo de un mismo número de años, Osorio logró formar un público, primero en el Teatro Municipal y posteriormente en su propia sala, el Teatro de la Comedia, cuya construcción fue financiada con el producto de años de labor escénica, efectuada con una amplia acogida por parte del público capitalino. Entre sus obras más reconocidas podemos citar La familia política, El Zar de precios, Ahí sos camisón rosao, El doctor Manzanillo, Toque de Queda, Adentro los de Corrosca, El loco de moda, Pájaros Grises, El rancho ardiendo, Préstame tu marido, Bombas a domicilio o Nube de abril. Su comedia Los Creadores fue estrenada con éxito en París, en el Teatro Michel, bajo la dirección de Fernand-Bastide, en el año de 1926.

Adolfo León Gómez. Archivo El Duende

 

El teatro de Luis Enrique Osorio se caracterizó por su lenguaje sencillo, de carácter coloquial, con algunos elementos costumbristas y otros de un realismo urbano, muy ligados a la vida diaria de personajes de la clase media capitalina, así como otras comedias de carácter rural. Sus obras, de carácter amable y pintoresco, adquirieron matices sombríos y una atmósfera dramática, sobre todo a partir de los sucesos del 9 de abril de 1948, tras el asesinato del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán. Obras como Nube de Abril, Toque de Queda o Los Pájaros Grises, son un amargo testimonio de los conflictos de la época, y aunque conserven elementos de comedia, con el fin de atraer al gran público, no dejan de mostrar un sub-texto amargo y escéptico.

Autores del medio siglo

Con la aparición de la radio y más tarde de la televisión, se abrieron nuevas fuentes de trabajo para las gentes de teatro, tanto actores como directores, dramaturgos, escenógrafos, ambientadores y demás artífices de las artes escénicas, en las que podían encontrar no sólo un pasatiempo ocasional, sino una actividad profesional de la cual derivar el sustento, casi siempre combinando la actuación en teatro con los dramatizados de radio y televisión. Estos medios, en su primera época, después de los años 30 y hasta la llegada de la comercialización competitiva de la programación, pudieron ofrecer buenos espacios de radio teatro o tele teatro, en los cuales participaron autores, directores y actores que también hacían parte del teatro vivo. En este teatro de transición también participaron varios poetas del movimiento “Piedra y Cielo” o del grupo de “Los Nuevos”, como fueron José Umaña Bernal, cuya comedia “El buen amor” fue laureada en el concurso nacional de 1927, Jorge Zalamea Borda, autor de El rapto de las Sabinas y El regreso de Eva, Arturo Camacho Ramírez, autor del drama lírico Luna de arena o Jorge Rojas, autor de La doncella del agua.

Luis Enrique Osorio. El Gráfico – 1917

 

A estos nombres se suma el de Rafael Guizado, vinculado a la Radio Nacional, quien intentó aproximarse a formas más modernas de escritura escénica, con piezas como Verano, Complemento o Allegro. Las inquietudes sociales aparecen con el teatro de Manuel zapata Olivella, cuyas piezas El retorno de Caín, Caronte liberado, Mangalonga el Liberto o Los pasos del indio muestran la crítica situación de marginalidad de las negritudes y los indígenas. Hacia el medio siglo aparece otro fenómeno de amplia acogida popular, como son las revistas musicales y de caricatura política creadas por Emilio Campos, Campitos, quien tenía una especial habilidad para imitar las voces de los políticos más destacados del momento y sus espectáculos se realizaban con muñecos y máscaras caricaturescas de estos personajes. 

Seki Sano en Colombia

Las directivas de la recién creada televisión, con el fin de formar un personal más calificado para los programas dramatizados, traen a Colombia al maestro japonés Seki-Sano, formado en la Escuela de Vivencia de Stanislavski. Aunque permanecerá muy poco tiempo en Colombia, a causa de la censura por sus ideas políticas de izquierda, dejará un importante legado en relación con el oficio del actor, criticando la vieja escuela de “representación”, de gestos ampulosos y voces declamatorias, para proponer formas de actuación más naturales, basadas en los recuerdos personales de los actores y en actitudes más convincentes y justificadas. De allí sale toda una promoción que se ubica en una primera etapa en la Escuela de Teatro del Distrito, en los sótanos de la Avenida Jiménez con carrera 8ª, para luego pasar al Teatro “El Búho”, fundado por Fausto Cabrera, del cual hicieron parte actores y directores de las nuevas tendencias. “El Búho” dio a conocer a los autores de las vanguardias en Europa y los Estados Unidos, y pronto esta influencia se extendió a otros grupos que se fueron formando en la década de los años 60 y a comienzos de los 70, muchos de los cuales aún continúan trabajando, con salas propias y un amplio repertorio. 

Izquierda: Antonio Álvarez Lleras. El Gráfico - 1913. Derecha: Manuel Zapata Olivella. Foto. Ernesto Monsalve

 

Escuelas de Teatro

A mediados de los años 50 se crearon las Escuelas de Arte Dramático de Bogotá y Cali, que dieron lugar a la consolidación de los primeros grupos estables del país. En Bogotá, la Escuela Nacional de Arte Dramático, cuya sede se hallaba en la sala del Palomar, en los altos del teatro Colón, tuvo como primer director al español Juan de Mena, y más tarde al actor, director y declamador Víctor Mallarino. De las muestras de fin de año de esta escuela nacieron los primeros festivales de teatro, en los años de 1956 y 1957. En Cali, por su parte, se formó la Escuela Departamental de Teatro, dirigida en un comienzo por el maestro español Cayetano Luca de Tena, y más tarde por Enrique Buenaventura. Con los años, de esta escuela surgiría toda una generación de actores, así como el Festival de Arte de Cali, dirigido en su primera etapa por la actriz y gestora teatral Fanny Mikey, actual directora del Teatro Nacional. También jugó un importante papel en los años 60 la Escuela de Teatro del Distrito, más tarde llamada Luis Enrique Osorio, que tras la creación del Instituto Distrital de Cultura se convirtió en la ASAB, Escuela de Artes de Bogotá, que cuenta con carreras de Teatro, Danza y Bellas Artes, avaladas profesionalmente por la Universidad Distrital. A ellas se sumaron la Universidad del Valle y la Universidad de Antioquia, y en forma más reciente la Pedagógica y la Universidad del Bosque de Bogotá, que cuentan con las carreras de teatro en sus departamentos de estudios profesionales.

Izquierda: 1970. Carlos Barbosa y Fanny Mikey en el montaje de Las Sillas, de Eugenio Ionesco, adaptación de Carlos José Reyes y dirección de Jorge Alí Triana. Foto Abdú Eljaiek. Derecha: 1968. Mónica Silva y Luis Enrique Pachón en la Mandrágora de Nicolás Maquiavelo. Dirección Jorge Alí Triana

 

Festivales de Teatro

Los festivales han contribuido a desarrollar la actividad escénica en Colombia, pues han permitido confrontar los trabajos de los grupos en un ámbito nacional e internacional. Entre los primeros cabe destacar el Festival Nacional de Teatro, realizado en el teatro Colón desde 1957, gracias a la energía y constante actividad de figuras como el profesor húngaro Ferenc Vajta, el director teatral, de radio y televisión Bernardo Romero Lozano, maestro notable de muchos actores colombianos, y el apoyo de un comité directivo entre quienes se contaban figuras de la cultura, la política y la vida social como Pedro Gómez Valderrama, Gloria Zea, Andrés Holguín y muchos otros. A partir de 1965 comenzaron a celebrarse los Festivales Nacionales de Teatro Universitario, con un carácter competitivo en una primera etapa, con el fin de seleccionar grupos para participar en el Festival Nacional. En 1968 se creó el Festival Internacional de Manizales, primero, para grupos de teatro universitario de América Latina y más tarde para grupos experimentales y de nuevas tendencias, en especial de teatro latinoamericano y con presencia de algunos grupos españoles del teatro independiente. El último y el más ambicioso e importante de los festivales vino a consolidarse a finales del Siglo, como el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, bajo la dirección de Fanny Mikey y la codirección en las primeras ediciones de Ramiro Osorio, quien más tarde fue el primer Ministro de Cultura del País. Este Festival, de una amplia concurrencia de grupos de todos los continentes, ha logrado adquirir el prestigio de ser uno de los festivales más importantes del mundo en los últimos tiempos. En él han participado los grupos, tendencias y directores de mayor renombre en la escena internacional.

 

Enrique Buenaventura y el Teatro de Cali

A mediados del Siglo XX Enrique Buenaventura regresa de una gira por América del Sur y se integra a la Escuela Departamental de Teatro del Valle. De allí surgirá el Tec, que con los años se convertirá en un grupo independiente, que en el presente año cumple medio siglo de existencia. Al Tec dedicará Buenaventura su actividad escénica durante toda su vida, y tras su muerte, sus cenizas fueron físicamente sembradas en la sede del teatro. La figura de Buenaventura se destaca como el artífice más completo del teatro colombiano en el Siglo XX. Autor, director, ensayista, poeta, promotor teatral, pintor y teórico del teatro, consiguió desarrollar una dramaturgia propia, logrando concentrar importantes influencias, como la del esperpento de Valle Inclán, el teatro épico de Bertolt Brecht y una constante búsqueda de temas y personajes colombianos, latinoamericanos y del Caribe. Su amplia obra comprende piezas como El Monumento, A la diestra de Dios Padre, basada en un cuento de Tomás Carrasquilla, de la cual realizó más de cinco versiones diferentes, Los papeles del infierno, un grupo de obras cortas sobre la violencia en Colombia, La Orgía, El Menú, La Trampa, El Convertible rojo, Historia de una bala de Plata, La tragedia del rey Christopher y muchas otras. Sobre el teatro y las teorías de Enrique Buenaventura se han realizado estudios e investigaciones en toda América Latina, España o los Estados Unidos, al considerarlo una de las figuras más destacadas del teatro latinoamericano del Siglo XX.

Izquierda: Enrique Buenaventura. Magazine Dominical de El Espectador. Centro: 996. Logosímbolo del V Festival Iberoamericano de Teatro, diseño de Antonio Grass. Archivo El Duende. Derecha: Santiago García. Magazine Dominical de El Espectador 

 

Los grupos teatrales de Bogotá

En 1966 Santiago García y otros directores, actores y artistas, fundaron la Casa de la Cultura, cuya obra de estreno fue Soldados, basada en la novela La Casa Grande, de Alvaro Cepeda Samudio, en versión y dirección de Carlos José Reyes. Santiago García llevará a escena varias obras de teatro contemporáneo, entre ellas el Marat Sade, de Peter Weiss. Esta institución escénica más tarde se convertirá en el Teatro La Candelaria, al adquirir sede propia en el tradicional barrio bogotano. La Candelaria inició sus actividades llevando a escena obras del repertorio universal, como Bertolt Brecht, Esquilo, Ramón del Valle Inclán, Peter Weiss y muchos otros, para dedicarse más tarde a la investigación de la dramaturgia nacional y la creación de sus propias obras, mediante el sistema de Creación Colectiva usado con un peculiar estilo por García y sus compañeros de trabajo. Con este último método La Candelaria ha llevado a escena algunas de las obras más destacadas del teatro colombiano de fines del Siglo XX, como Guadalupe Años Sin Cuenta, La ciudad Dorada, Golpe de Suerte o El Paso. También el grupo ha trabajado la dramaturgia de autor, con obras del propio Santiago García, como El Diálogo del Rebusque, inspirada en Quevedo, Maravilla Estar y otras, o piezas de otros miembros del grupo, como La Tras Escena, de Fernando Peñuela, o El viento y la ceniza, de Patricia Ariza.

Izquierda: 1985. Presentación, en el Teatro de La Candelaria, de Corre, Corre, Carigüeta, pieza dirigida por Santiago García, y una de las tres obras que resultaron del trabajo de investigación del Grupo de La Candelaria sobre el problema del choque cultural occidente América. Archivo El Duende. Centro: Fanny Mikey, Carlos Barbosa, Gustavo Angarita y Antonio Corrales en La Muerte de un Viajante, montaje del T.P.B. y dirección de Jorge Alí Triana. Archivo T.P.B. Derecha: Jorge Alí Triana. Archivo T.P.B.

 

Tras el surgimiento de este primer grupo con sede propia comenzaron a formarse otros, a fines de los años 60 y comienzos de los 70, que continúan desarrollando sus actividades artísticas en la actualidad, como el Teatro “La Mama”, creado en un principio por Kepa Amuchastegui, en afinidad con el teatro experimental “La Mama” de Nueva York. Este grupo inició una campaña a mediados de los años 70 para adquirir sede propia, bajo la dirección de Eddy Armando, quien sigue al frente del grupo en el presente. Entre sus montajes más destacados se encuentra su obra Los tiempos del ruido.

En 1970 inició sus actividades el Teatro “El Local”, del cual ha sido director a lo largo de su historia Miguel Torres, actor, director, dramaturgo y escritor de notables calidades. Entre sus primeros montajes de un estilo muy personal, puede mencionarse El deseo atrapado por la cola y en su sede propia, en el barrio de La Candelaria, la obra La Siempreviva, inspirada en el tema de los desaparecidos en el Palacio de Justicia, a finales de 1985. 

En 1968 fue creado el Teatro Popular de Bogotá (TPB), por un grupo de directores formados en la escuela de teatro de Praga, Checoslovaquia, Jaime Santos, Rosario Montaña y Jorge Alí Triana, quien dirigió el grupo hasta su final liquidación, en la última década del Siglo. El TPB realizó una importante labor en giras por todo el territorio nacional, hasta adquirir su propia sede, el antiguo Teatro Odeón, que antes estuvo a cargo del Teatro “El Búho”, a comienzos de los años 60, La Corporación Festival de Teatro y la Universidad de América. El TPB trabajó durante un poco más de 25 años, con un variado repertorio de teatro mundial, con obras de autores clásicos y modernos. Entre sus creaciones nacionales cabe destacar la pieza: I Took Panamá, sobre la separación de Panamá de Colombia en 1903, una creación del grupo con dramaturgia de Luis Alberto García y dirección de Jorge Alí Triana.

Otro grupo de amplia trayectoria y gran importancia ha sido el Teatro Libre de Bogotá, dirigido por Ricardo Camacho. Este conjunto surgió del Teatro Experimental de la Universidad de los Andes, y más adelante ha consolidado su trabajo, contando con dos sedes, la primera en la Candelaria y la segunda en Chapinero, ubicada en el antiguo Teatro de la Comedia, construido por Luis Enrique Osorio a mediados del Siglo XX. El Teatro Libre ha contado, además, con la cooperación de otros directores, como Jorge plata y Germán Moure y de destacados dramaturgos, como Jairo Aníbal Niño, autor, entre otras obras, de El Monte Calvo, El Sol Subterráneo o Los inquilinos de la ira, estas dos últimas llevada a escena por el Teatro Libre. También se destaca el montaje de la obra La agonía del difunto, original de Esteban Navajas, concebida como una crítica social y una fuerte dosis de humor negro.. El Teatro Libre cuenta, además, con una Escuela de Teatro que ha logrado importantes resultados en la formación de actores y directores a finales del Siglo XX.

Izquierda: (1976) Teatro El Local. Archivo El Duende. Centro: 1974. Nuria Monje, Inés Correa y Mónica Carrasco en una escena de I Took Panama, creación colectiva del T.P.B., dramaturgia de Luis Alberto García y dirección de Jorge Alí Triana. Foto Jaime Valbuena. Derecha: 1976. Luis Fernando Montoya, Laura García y Gustavo Angarita en La Ópera de tres centavos, de Bertold Brecht. Dirección de Jorge Alí Triana. Foto Teresa Hernández

 

En Bogotá se destaca la actividad del Teatro Nacional, fundado y dirigido con una eficaz gestión por Fanny Mikey, quien ha logrado formar un público estable para sus temporadas permanentes en las tres sedes con las que cuenta, en la Calle 71, en el Barrio La Castellana y la Casa del Teatro, ubicada en el Barrio La Soledad. Además del impulso a muchos grupos, que se presentan en la Casa del Teatro, el teatro Nacional es responsable de la creación y continuidad del Festival Iberoamericano de Teatro, que en el 2006 llegó a su décima edición, batiendo todos los records de público y calidad de los participantes, de todo cuanto antes se había hecho en Colombia. 

En el año de 1969 fue creada la Corporación Colombiana de Teatro, que tuvo a su cargo la organización de festivales y muestras de teatro nacional y aún desarrolla importantes actividades del sector, al contar con su propia sede, ubicada al lado del Teatro La candelaria.

Otros muchos grupos han surgido en Bogotá, Medellín o Cali. En Medellín la tarea de Gilberto Martínez, Mario Yepes y otros gestores y directores escénicos, logró impulsar tanto la creación de grupos como el surgimiento de una nueva dramaturgia. Aparte de los nombrados, cabe mencionar la alta calidad estética lograda por el grupo Matacandelas, dirigido por Cristóbal Peláez, o la nueva dramaturgia del grupo Ex Fanfarria, con obras de José Manuel Freydel, asesinado en extrañas circunstancias en Medellín. Con una trayectoria semejante se encuentran el Pequeño Teatro, dirigido por Rodrigo Saldarriaga y el Taller de Artes de Medellín, dirigido por Samuel Vásquez.. También ha sido importante la tarea desarrollada por el grupo Águila descalza, cuya obra País paisa se convirtió en un gran éxito de taquilla.

Izquierda: 1978. Carolina Trujillo en Ricardo III, de William Shakespeare. Traducción de Gabriel y Olga Restrepo F. Montaje del T.P.B. Dirección de Jorge Alí Triana. Archivo T.P.B.  Centro: 1989. Celmira Luzardo y Judy Henríquez, en Rosa de Dos Aromas, de Emilio Carballido. Montaje del T.P.B. y dirección de Carlos José Reyes. Foto Rafael Zárate. Derecha: 1993. Los Caballeros de El Dorado, espléndida recreación dramática de un episodio de la Conquista, pieza de Luis Alberto García, se estrenó en el Teatro Santa Fe el 24 de septiembre, con Montaje del Teatro Arte de Bogotá. Archivo El Duende

 

1988. Yuldor Gutiérrez y Adelaida Nieto en Romeo y Julieta, de William Shakespeare. Traducción de Pablo Neruda. Montaje del T.P.B. Dirección de Jorge Alí Triana. Foto Esperanza Beltrán

 

En Bogotá han surgido grupos importantes, cuya sola lista no alcanza a caber en estas líneas, y por lo tanto sólo nombramos a los más destacados, entre los que se cuentan Mapa Teatro, dirigido por los hermanos Rolf y Heidi Abderhalden, el grupo Acto Latino, con una amplia trayectoria, bajo la dirección de Sergio González, el Teatro Ensamblaje, dirigido por Misael Torres, quien ha logrado montajes de alta calidad, tanto para obras de sala como para teatro callejero, en especial Las tres preguntas del Diablo, de Misael Torres, o las piezas inspiradas en Cien Anos de Soledad, de García Márquez, la primera de las cuales fue Memoria y olvido de Úrsula Iguarán, realizada en colaboración con Juan Carlos Moyano. También ha logrado continuidad y varias obras significativas para sala y para teatro de calle el grupo El Tecal (Teatro Estudio Calarcá), dirigido por Críspulo Torres, así como el Teatro Taller de Colombia, el decano de los grupos de teatro de calle, dirigido por Jorge Vargas y Mario Matallana, o el grupo La Casa del Silencio, de teatro gestual y mimo, dirigido por Juan Carlos Agudelo. Entre los dramaturgos más destacados de las últimas promociones cabe destacar los nombres de Fabio Rubiano, Víctor Viviescas, Alvaro Campos, Carolina Vivas o Henry Díaz. También ha tenido un importante desarrollo la danza teatro, con la obra de Alvaro Restrepo y su Colegio del Cuerpo o el grupo L´Explose, dirigido por Tino Fernández con la participación dramatúrgica de Juliana Reyes. Finalmente, a la par con la diversidad de propuestas del teatro han tenido un importante desarrollo, en toda clase de técnicas y modalidades, las obras de Teatro de Títeres, con grupos consolidados de gran calidad como La Libélula Dorada, grupo dirigido por los hermanos Iván Darío y César Álvarez, o Hilos Mágicos, dirigido por Ciro Gómez, que cuentan con sede propia y desarrollan una permanente actividad. Los titiriteros se han agrupado en una asociación llamada ATICO, con la cual han desarrollado importantes muestras evaluativos y jornadas para amplios públicos populares, infantiles o juveniles, logrando importantes resultados en la consolidación del sector.