SEMBLANZA DE UN PATRIOTA: EL PRESIDENTE DEL QUINQUENIO
Lanzamiento de la candidatura de Rafael Reyes Rafael Reyes se había iniciado como comerciante y explorador, en un almacén que su hermano Elías tenía en Popayán, y de allí partió en busca de aventuras por las selvas del sur del país, descubriendo las fuentes del río Putumayo, fundando pueblos, cruzando por territorios peligrosos y antes inexpugnables, con una osadía sin parangón, pensando siempre en las posibilidades de desarrollar el comercio y nuevas industrias a partir de las innumerables riquezas naturales que se encontraban en aquellas tierras. La arriesgada aventura costó la vida a dos de sus hermanos, uno de los cuales murió a causa de las fiebres palúdicas, y el otro, devorado por indígenas que aún practicaban el canibalismo.
Reyes descubrió que era posible seguir el camino de los grandes ríos, hasta llegar al Brasil y al extremo sur del continente, uniendo algunos trechos por vías de ferrocarril, a fin de agilizar el progreso de la región. Este sueño fue el antecedente de la carretera panamericana, así como de los diversos programas de integración económica y comercial que se intentaron décadas más tarde.
Rafael Reyes publica Al través de la América del Sur |
Como militar, participó en algunas acciones importantes en la guerra de 1885, desatada por los radicales contra el presidente Núñez, logrando pacificar al entonces departamento de Panamá y a la costa Atlántica, y en 1895, ante una nueva sublevación esta vez en contra del presidente Caro, consiguió un rápido triunfo en La Tribuna, cerca de Facatativa, y en el valle de Enciso, en Santander, lo que le valió un gran prestigio, y fue recibido en la capital en medio de arcos triunfales y grandes fiestas, como las que tuvieron lugar en los días de la Independencia.
En la vida política, Reyes participó en la Asamblea de Delegatarios que suscribió la Constitución de 1886, y luego fue Ministro de Fomento, durante el gobierno de Miguel Antonio Caro, donde comenzó a formular sus ideas en relación con la necesidad de formar a las nuevas generaciones en otros campos diferentes a la abogacía o la gramática. El país requería de técnicos, agrónomos, ingenieros y comerciantes que se desplazaran por todo el territorio nacional, buscando fuentes de trabajo, industria y progreso.
Más tarde, Reyes fue enviado a Europa, a negociar una moratoria para la deuda externa que desde aquellos tiempos era una carga gravosa para el país, y aunque no obtuvo mayores resultados, ya que no pudo cancelar ningún anticipo a los intereses que corrían sin parar, sí ganó contactos y experiencia que le servirían años más tarde, en el ejercicio de la presidencia.
Reyes se encontraba en Francia cuando estalló la Guerra de los Mil Días, y aunque se le hizo un llamado para que regresara y se pusiera al frente de las tropas, se mantuvo al margen, pues no quería verse envuelto en un conflicto fratricida al que no le hallaba ninguna justificación.
A finales de 1901, antes de que la guerra hubiera llegado a su fin, viajó como representante de Colombia a la II Conferencia Internacional Americana, con sede en México, que vendría a ser uno de los primeros antecedentes de la Organización de Estados Americanos. Allí expulso sus planes de crear vías fluviales y vías férreas, para mejorar las comunicaciones entre los países, que fueron estudiadas con atención por los representantes de las distintas naciones participantes.
Tras la separación de Panamá, producida por un golpe de cuartel surgido el 3 de noviembre de 1903, Reyes viajó a Washington para presentar una protesta formal de Colombia ante el gobierno de los Estados Unidos.
A la izquierda: El presidente Rafael Reyes firma su telegrama a M. a. Angel. Instantánea de Pedro Carlos Manrique, Bogotá Ilustrado. Biblioteca Nacional De Colombia. A la derecha: Rafael Reyes Inaugura la Exposición Agrícola en el Parque del Centenario en Bogotá el 17 de julio de 1907. Gabinete artístico (Bogotá Ilustrado). Biblioteca Nacional De Colombia |
El Presidente Reyes
En 1904, Reyes fue elegido para el período presidencial comprendido entre 1904 y 1910, y un poco más tarde, al ver el empuje con el que se iniciaba su administración, se propuso que el mandato se prolongara durante 10 años, es decir, hasta 1914, lo que no se llevó a cabo por diversas circunstancias. Con el gobierno de Reyes se inicia una época de progreso y reconciliación nacional. Tras una resistencia del legislativo a aprobar reformas sustanciales en el manejo de la administración pública, y al retardar la aprobación del presupuesto presentado por el ejecutivo, Reyes disolvió el Congreso y creó una Asamblea Nacional, con representantes de los dos partidos, lo cual le trajo como consecuencia la enemistad de las figuras más radicales del partido conservador, como Felipe Angulo y el propio Miguel Antonio Caro.
Rafael Reyes inaugura la Exposición Agrícola en el Parque del Centenario en Bogotá el 17 de julio de 1907. Gabinete artístico (Bogotá Ilustrado) El presidente no se dejó intimidar por las voces que surgieron en su contra, y asumió la dictadura, con el objeto de adelantar sus acciones en pro de la modernización del país. Entre 1904 y 1908 surgieron obras públicas de gran envergadura, vías férreas entre Bogotá y Girardot, entre Honda y Ambalema, así como el inicio de la carretera central del norte, que alcanzó a llegar hasta Santa Rosa de Viterbo.
El 10 de febrero de 1906, mientras daba un paseo en coche en compañía de su hija, se produjo un atentado contra Reyes, en la zona de Barrocolorado, que comunicaba a Bogotá con la vecina población de Chapinero, del cual el presidente salió ileso. La necesidad de defender el orden público lo llevó a tomar drásticas medidas y ordenar el fusilamiento de los autores materiales del hecho, pues la pena de muerte estaba permitida por la Constitución del 86. A partir de allí, su estrella comenzó a palidecer. Cuando intentó establecer relaciones con Panamá y restablecer buenas relaciones con los Estados Unidos, en un acto de realismo político ante los hechos cumplidos, la oposición se unió en su contra, acusándolo de déspota y arbitrario. Reyes inició entonces viajes por distintas regiones del país, para verificar por sí mismo los logros de su gobierno, y en el tercero de ellos, a mediados de 1909, dejó una carta de renuncia y a don Jorge Holguín encargado del mando, y emprendió un viaje a Europa y luego a Suramérica, en un exilio que duró casi diez años. Por esto su gobierno, que sólo duró cinco años, fue bautizado como El Quinquenio. Regresó a Bogotá en 1918, donde vivió por completo retirado de la vida política. Falleció el 18 de febrero de 1921, a causa de una pulmonía.
Visto desde el presente, el gobierno de Reyes aparece como un motor de progreso y un paso en firme para la organización administrativa del país. El primer gran impulso para colocar a la nación a la altura del Siglo XX, cuyo siguiente paso vendría a darlo el presidente Alfonso López Pumarejo durante la llamada “Revolución en marcha”, entre los años de 1934 y 1938.
Los liberales y Reyes
Por Benjamín Herrera
“….no dejaré de aludir aquí, aunque muy someramente, al apoyo que el Partido Liberal prestó al Gobierno del general Reyes.
Hombre éste que en la guerra de 95 había sido generoso con los vencidos; que en la del 99 no había tomado parte; de exquisito don de gentes, de clarísima inteligencia, de nobleza de carácter poco común, y obsesionado por férvidos anhelos de progreso patrio, se dio perfecta cuenta de la situación en que la República se hallaba después de la guerra de tres años, y no ignorando que se pretendía desatar contra los liberales una nueva era de persecuciones que, de fijo, los habría obligado a tomar otra vez las armas, y que el resultado de esa lucha habría sido el agotamiento y la total ruina –no de un Partido sino de la nación entera—ofreció solemnemente, desde las alturas del solio, gobernar con todos los partidos; invitó a la concordia, abriendo un paréntesis a los odios políticos; llamó a los liberales y prácticamente les dio garantías en momentos en que ya se escuchaba el sordo rumor de la nueva tempestad de odios que sobre ellos habría caído si el nuevo mandatario no lo hubiera impedido –repito—para salvar a la Nación de un desastre absoluto. Con toda verdad puede afirmarse, como en aquella época lo dije, que la ocasión y las circunstancias fueron excepcionales. En tales condiciones ¿qué debía hacer el Partido Liberal? Defenderse rodeando al nuevo Gobierno”.
(Fragmentos de carta dirigida a Enrique Olaya Herrera el 30 de septiembre de 1920)