19 de noviembre del 2024
 
Plaza de mercado de Girardot, perspectiva dibujada por P.J. Pinilla J., 1947
Septiembre de 2016
Por :
Carlos Niño Murcia

PLAZA DE MERCADO DE GIRARDOT: LEOPOLDO ROTHER

La Sección de Edificios Nacionales del Ministerio de Obras Públicas realizó a mediados del siglo XX proyectos que bien vale la pena tener en cuenta, pues entre ellos se encuentran algunos de sus mejores "momentos", tanto a nivel de esa oficina como dentro del marco general de la historia de la arquitectura en Colombia. A finales de los años 40 el Ministerio reunía a los principales arquitectos del país, ya fueran los mayores (Violi, Rother, Blumenthal), o los jóvenes recién egresados (J.M. García, Solano, Martínez Sanabria, Vieco, Burbano, Gaitán C. y otros más), quienes aportaron un nuevo ímpetu renovador sobre la madurez y experiencia de los veteranos. Además, hacia 1950 no existían en el país ni Coldeportes, ni el Instituto Colombiano de Construcciones Escolares, ICCE, ni las Empresas Municipales, ni muchos otros institutos descentralizados que pronto tomarían bajo su jurisdicción los proyectos y construcciones de cada especialidad.

La primera de estas obras fue la de la Plaza de Mercado de Girardot (1946-1948), de Leopoldo Rother, un proyecto extraordinario, moderno como ninguno, eficiente y funcional. El edificio está ubicado cerca del río Magdalena y consiste en una estructura de concreto, ligera y recursiva; no tiene muros de cierre y así aprovecha las brisas y logra una frescura que sorprende al entrar al edificio, después del sofocante calor del exterior. Su planta es un cuadrado con cuatro grandes escaleras en cada uno de los vértices, que ascienden al segundo nivel; éste presenta vacíos hacia el piso principal, lo que integra los espacios y los airean e iluminan.

En la fotografía : Leopoldo Rother

 

La plaza se empezó a construir en diciembre de 1946 y en el 48 se hablaba de estar completo el sótano y en realización el resto de la estructura, como también tres cuartas partes de la cubierta. Según el arquitecto Hans Rother, hijo de Leopoldo, el autor "propuso que las bovedillas se mantuviesen cubiertas con agua en ligero movimiento y con provisión de aire burbujeante", pero este original aislamiento térmico fue sustituido por escoria. Además, un funcionario redujo arbitrariamente la altura de las columnas, "sin cambio de las dimensiones horizontales, con el objeto de economizar unos pocos denarios", y con graves efectos para la proporción del conjunto.

Su autor describe el proyecto en la Revista Escala Nº 20 así: "En esta obra, que proyecté en el año 1946, se usaron por primera vez en Colombia membranas de concreto. La cubierta se compone de 198 membranas, las que tienen un largo de 7 metros y un ancho de 2,5 m [...] la flecha es de 0,5 m. Como en el año 1946 en Colombia todavía no existían experiencias en el cálculo de membranas, construimos en el Departamento de Edificios Nacionales del Minobras (es decir en el sótano del edificio Murillo Toro, que estaba en construcción) una membrana de ensayo en tamaño natural y la cargamos hasta llegar a la rotura, resultando que la resistencia de la membrana fue muy superior a la calculada. Las membranas de Giradot las proyecté con una viga superior invisible; las columnas en V forman con las vigas de la galería y con las vigas invisibles de la membrana, triángulos resistentes [...] El desagüe de la cubierta se efectúa por las columnas, las que se encuentran en cada segundo, tercero o cuarto eje, respectivamente. En los ejes intermedios se deja evaporar el agua en los triángulos de las membranas para lograr un ambiente fresco en la Plaza..."

La novedosa utilización de membranas de concreto interesaba mucho en aquellos años a los arquitectos del país; los cálculos de este tipo de formas se realizaban de modo experimental e intuitivo, y pronto se constituyó en un elemento generalizado del lenguaje racionalista y moderno. Visitar hoy la plaza de mercado de Girardot es gozar de un edificio grácil y funcional, luminoso y refrescante, no obstante el aspecto de congestión y desaseo que casi siempre presentan los alrededores de mercados en nuestro país; aunque goza, sí, como todos nuestros mercados, de ese ambiente exuberante y pintoresco pleno de colorido y vitalidad.