MARÍA (MÁXIMO CALVO)
"Yo soy un amante del cine, digan lo que digan los refinados y los snobs", dijo Eduardo Castillo, en El Espectador, en 1919. Colombia poco a poco se pone a tono con los tiempos modernos y al llegar el decenio de los veinte el cine es el espectáculo urbano, masivo y regular. Curiosamente es en el ambiente de las grandes haciendas y los cañaduzales del Valle del Cauca donde un grupo de entusiastas emprende la heroica empresa de realizar el primer largometraje de ficción colombiano.
El sacerdote franciscano Antonio José Posada, antioqueño, aficionado al teatro y al cine, propone en Panamá, en 1921, la filmación de la ya famosa novela de Isaacs al camarógrafo español Máximo Calvo, y de regreso a Colombia logra entusiasmar a Alfredo Del Diestro, de temporada en el Valle del Cauca con su compañía lírico dramático. Buscando financiación y apoyo entre los miembros solventes de la sociedad vallecaucana, conocen a Federico López, dentista recién llegado de Jamaica, donde se desempeñaba como embajador de Colombia, quien da el impulso económico definitivo. Los Salcedo de Buga se vinculan y se crea la sociedad productora, la Valley Film. Posada escribe entonces a Calvo y le envía un giro en dólares para la compra de materiales: 12.0000 pies de negativo, 10.000 de positivo y una pintura especial para la cara y las manos de los artistas. "Es mejor traer todo de allá. Tenemos que hacer una cosa supremamente buena. Véngase bien preparado".
Alfredo del Diestro firmó el guión, que se conserva. Su esposa, la actriz mexicana Emma Roldán, los demás miembros de la familia y algunos hijos de hacendados y comerciantes locales asumieron varios papeles. El músico Hernando Sinisterra aceptó el papel de Efraín, y María y Emma (hermana de Efraín) fueron interpretados por Stella y Margarita López, quienes con permiso de su papá, don Federico, el socio de la Valley, fueron las únicas "niñas bien" que se atrevieron a actuar para la cámara. El rodaje se inició en octubre de 1921 con la llegada de Máximo Calvo, quien traía todo lo encargado. Los testimonios coinciden en el recuerdo de frecuentes discusiones entre Alfredo Del Diestro, el director artístico, un artista de la escena mimado del público, y Máximo Calvo, el director de cinematografía, hábil técnico de origen campesino. Calvo se encargó de revelar, editar y positivar la película en un improvisado "laboratorio" que montó en el oratorio de María y en una quebrada de El Paraiso, donde obtuvo las tres primera copias de exhibición.
El Patrimonio Fílmico Colombiano conserva tan solo un fragmento de 45 segundos, pero la película duraba más de tres horas y se presentaba en dos funciones (se conservan, sin embargo, numerosos fotogramas que Calvo coleccionó en un álbum). Acudir a las proyecciones de María era un deber patriótico. La película comenzaba con el pabellón nacional, sobre el cual se sobreimponía el retrato de Jorge Isaacs. Se elogió la fidelidad a la obra literaria, orgullo de las letras nacionales "aun en sus más ínfimos detalles". Hubo quien escribió que "la film produce más lágrimas que la novela". El argumento era de antemano un logro incuestionable. El consenso se dio en torno al "esplendor" de nuestros paisajes, "que no se encuentran así no más" y que "la redimen de sus lunares". Con el estilo exaltado de la época se destacaron las escenas filmadas en el Dagua, en Buenaventura y en Cali, y los crepúsculos y vistas del Valle. Se apreció igualmente su factura técnica: "Calvo ha hecho milagros". A pesar de la benignidad con que se la miró y las excusas, también se escribió sobre sus defectos. Algunos actores "poco salen de los gestos compungidos". Se mencionaron anacronismos en el vestuario y el amoblamiento. Eduardo Castillo, en El Gráfico de Bogotá, la descalificó como romanticismo trasnochado "para ingenuos y sensibles"
El 20 de octubre de 1922, María se proyectó por primera vez, en ensayo privado en el cual "se recomiendan correcciones y supresiones". La expectativa era grande cuando se estrenó poco después (posiblemente en diciembre) con gran bombo en el Salón Moderno de Cali. Abundancia de lágrimas, aplausos y llenos, registra la prensa en las primeras exhibiciones. Un sonado pleito que ganó la familia Isaacs por los derechos de autor contra la Valley Film sirvió de publicidad adicional y sentó el primer precendente jurídico de la materia en Colombia. La cinta batió records de taquilla a pesar de los precios más altos. Las acciones de la Valley Film se valorizaron, otros socios se incorporaron incrementando el capital y se encargaron nuevas copias a la Eastman Kodak en Rochester, distribuidas a partir de 1923 en Colombia y los países vecinos durante algunos años, con repeticiones sin antecedentes. La acogida del público y el éxito comercial de María abrió el camino incierto de la realización de películas en Colombia a otros productores, quienes durante el período silente realizaron 20 largometrajes.