19 de noviembre del 2024
 
Colección Banco de la República
Febrero de 2013
Por :
Carmen Elisa Acosta Peñaloza. Profesora asociada del Departamento de Literatura, Universidad Nacional de Colombia. Magíster en literatura hispanoamericana, Instituto Caro y Cuervo. Magíster en historia, Universidad Nacional de Colombia. Doctorado de filol

SOLEDAD ACOSTA Y JOSÉ MARÍA SAMPER

Matrimonio, escritura y silencios

Allí estaba él respirando belleza y talento en cada rasgo. Nunca olvidaré ese dulce día. No era la primera vez que lo veía. Sin embargo me parecía otro ser. ¡Oh simpatía! Qué simpatía. Esa cara, la figura. La veo ahora Coronel Joaquín Acosta, 1846. Acuarela de Edward Walhouse Mark.con los ojos de mi imaginación tal como la vi entonces. Día feliz, qué feliz. Por qué estaba allí si no por mí. Hizo pasear su caballo alrededor de la plaza. ¡Oh!, qué gracia, qué radiante sonrisa en su rostro, sus ojos eran brillantes como el día”1.

“A las cinco de la tarde atravesamos en gran pelotón la plaza principal de la ciudad, y como en una de las casas vivía una familia con quien yo tenía antiguas relaciones, volví la vista, al pasar, hacia las ventanas. A una de estas estaban asomadas dos señoritas de tipos muy diferentes: la una era mi amiga; la otra me era enteramente desconocida. Las miré con mucha atención, las saludé, y seguí andando para ir a aperarme en la acera del frente, a la puerta de la casa que habitaba mi madre.

“Pocos instantes después de haber abrazado a mi madre y mi hermana y despojándome de los arreos de viaje, notó la segunda que yo miraba con fijeza hacia la casa mencionada, distante como cien varas.

—¿Qué miras allá con tanto interés?,
me preguntó Agripina.
—¿Quién es aquella señorita que
está allí en frente con Soledad [Gutiérrez]?,
dije a manera de respuesta.
—¡Ah! Es una joven muy interesante.
¿Por qué me pregunta por ella?
—Porque estoy enamorado.
—¡Cómo! ¿de quién?
—De ella misma.
—¡Bah! No te burles de mí.
—No me burlo.
—¿Pero no acabas de llegar?
—Sí. ¿Y qué importa eso?
—¿Y puedes haberte enamorado sin
conocerla?
—¿Por qué no?
—¿Así… a la pasada?
—Así. La he visto, su mirada se ha encontrado con la mía, y tengo el presentimiento de que esa mirada ha decidido de mi suerte. (…)”2.

La escena sucedió el 14 de agosto de 1853 en Guaduas, ciudad ubicada en el hoy Departamento de Cundinamarca. Allí se dieron varias circunstancias que hacían ver en el futuro que esa unión amorosa era  inevitable. Podríamos afirmar, sin duda alguna, la esperanza de un amor a primera vista o un acaso del destino. Pero también se puede ver que el amor se consolida desde aspectos externos como, por ejemplo, el círculo de amistades que permite los rencuentros, la identificación de experiencias que resaltaban las características particulares de los jóvenes, como el hecho de que ella era hija de un general, Joaquín Acosta, reconocido por sus servicios a la patria y que Samper era una personalidad pública por su papel de poeta y joven político, que sentía profunda admiración por el militar. Adicional a esto, está que los dos contaban con el augurio del padre de Soledad que, frente a uno de los más importantes políticos del momento, el expresidente liberal José Hilario López, conocedor de ambas familias y que expresaba su reconocimiento por el joven José María, que había sufrido por la muerte de su esposa Elvira, predijo a Soledad su futura unión con el joven.

Un último factor determinó el interés por esta pareja de amantes: la existencia de sus dos diarios íntimos en los que se manifestaban las expresiones amorosas. El Diario íntimo de Soledad escrito cuando contaba con veinte años, comenzado en el momento en que se sintió enamorada en septiembre de 1853; y el de él iniciado en enero de 1855, a los 27 años. Los dos diarios concluyen el día anterior al matrimonio, el 4 de mayo de este año. La lectura de dichas obras se encuentra complementada por las memorias de José María Samper, su Historia de un alma, que abarca desde 1834 a  1881, un año antes de su publicación, a los 57 años. El relato de su vida en compañía de su esposa estará presente.

La relación de Soledad Acosta y José María Samper se lee, en sus propias palabras, como la de un amor que de sus primeras miradas se desplazó a una relación de dos jóvenes que poco a poco se aproximaron y reconocieron en la posibilidad de la unión en el matrimonio, marcada por un cruce de ideales e intereses compartidos. Estos discursos autobiográficos, con el carácter de curiosidadColección Museo de la Independencia-Casa del Florero, Mincultura. Reg. 3181. que comportan para el lector, permiten además tener acceso a las diversas formas como la política hizo parte fundamental de dichos intereses, y también pudo intervenir en las tensiones sobre las cuales la relación amorosa, mediada por los valores y el concepto de familia, permitieron nuevas formas de adaptación a las exigencias de los esposos.

La política estaba en el centro de la unión en su relación indisoluble con las preocupaciones morales y religiosas que tenían que ver con la consolidación del matrimonio y con este de la familia en una pareja que vinculó, de manera permanente, al menos en lo que les era posible contar, lo privado y lo público.

Las voces de la juventud

La tentación de reproducir los dos diarios está presente cuando se leen las frases que empezaron a entrelazarse en sus experiencias del amor, a la vez cuando la intervención de cada amado en las palabras del otro marcó la intensidad de la relación, sus dudas y conflictos, sus comportamientos y aproximaciones en la cotidianidad. Se trata de diarios epistolares3, formas mixtas en las que los amantes comunicaron sus palabras íntimas en lecturas compartidas que complementaron sus encuentros y sus silencios.

Los dos jóvenes hicieron parte de una comunidad en la que la palabra escrita jugaba un papel central. Fueron escritores activos durante su vida y participaron en debates no solo a través de la publicación de obras literarias, sino de artículos y en la producción y participación en publicaciones periódicas, tanto de carácter cultural como político. Escribir los diarios fue ingresar a un diálogo en el que la relación con el mundo exterior se transformó por el proceso de meditación interior que fue expuesta fuera de sí. Para Soledad, “Si cada ser tuviera un diario o recopilación de sentimientos, al poder leer el resumen de la vida interior de cada persona el primer día del año se comprendería mucho más el corazón humano y tal vez se podría reformar y cumplir mejor aquella misión misteriosa que cada alma vino a cumplir sobre la tierra y que llamamos destino”4.

Abanico, ca. 1840. Fabricación europea. Colección Museo de la Independencia-Casa del Florero, Mincultura. Reg. 3083Escribir, acompañado de las múltiples lecturas que se ponen en diálogo, activa una forma diferente de participar en las acciones en las que los individuos se relacionan con los otros, con los que se comparten los  sentimientos. “Quisiera ser Carlota Corday”, afirmaba Soledad; José María leyó por quinta vez Los  Girondinos de Lamartine. Con el paso del tiempo, ambos expresaron allí la confirmación de unos valores que fueron los que les permitieron asegurar su futuro como miembros de una sociedad ideal, del ideal del amor para el futuro de la patria: ella, con virtud, educación sólida y dignidad; él honrado, sensible y generoso.

Pero si bien, los diarios nos muestran ese mundo íntimo lleno de frases que buscan honrar y engrandecer al ser amado, también, y fundamentalmente en el caso de Soledad, dos grandes dudas acechaban la felicidad. Por una parte, la presencia de la primera esposa de José María y el amor de él hacia ella; y en segundo lugar, las decisiones políticas del amado, la manera como afectaban la intimidad y ponían en cuestión el futuro de la pareja.

Dos momentos marcaron la crisis de la implementación de los proyectos liberales y conservadores que se querían afianzar en Colombia para la consolidación de la nación, a solo algo más de dos décadas de la independencia de España. La elección como presidente de José Hilario López, representante del liberalismo, el 7 de marzo de 1849, y la toma del poder por José María Melo representante del artesanado, los democráticos, el 17 de abril de 1854. Soledad amplió sus dudas sobre el amado al verlo inmerso en el mundo público en las interpretaciones que da en sus Apuntamientos para la historia, a la manera como fueron juzgadas sus acciones políticas por sus contemporáneos y las dudas sobre su propia percepción de la realidad que ha sido imparcial hasta el momento de los acontecimientos:

Ya es el joven tribuno, el orador de las Sociedades de partido que echando a un lado la imparcialidad y con el  fuego de su elocuencia describe este período, esta era, como la vio él por el prisma engañador del  entusiasmo de las ideas que cree deben hacer la felicidad de su patria y no con la verdad de los hechos. Yo creo que se ha engañado, y estoy segura que lo que dice lo vio él, pero con los ojos de su imaginación, que embelleciendo todo lo que se le presenta engaña Soledad Acosta de Samper. Óleo de Rafael Díaz Picón, 1952. Colección Academia Colombiana de Historia.y hace que quede en el error. Está muy cerca el tiempo en que han pasado estos acontecimientos, y haciendo el autor un papel en ellos era imposible que escribiera con imparcialidad. Todavía resonaban en sus oídos los gritos y las injurias que había recibido del partido opuesto5.

Quizá ella no estaba del todo errada. José María, recordando los acontecimientos y haciendo una valoración de su experiencia, afirmó sobre ese momento, su vida y la de la colectividad:

Un grande acontecimiento que cambió la situación del país, y me llevó a la escena política; desde muchacho casi, para elevarme, impelido por el viento de la fortuna, a una altura muy superior a mi edad. Todas mis glorias, mis triunfos, mi fama, mi posición, mis desengaños y mis luchas los debo a ese acontecimiento que me puso en escena. Hasta 1849 yo era apenas un muchacho escritor, que había hecho conocer medianamente mi nombre con las excentricidades del colegial y la audacia del que se presenta al público lanzando sus inspiraciones a la prensa desde los claustros del colegio, en busca de gloria, y dominado por el santo amor a la libertad. Desde el 7 de marzo, que me hizo entrar en el mundo político, yo he sido en cinco años periodista, poeta, orador popular, institutor, publicista, apóstol de la República, abogado, negociante, empleado notable de la nación, diputado, elector, concejal, jefe municipal; casado, viudo, feliz, desgraciado, popular, perseguido, ministerial, oposicionista, proscrito, soldado, todo en una palabra!!6

Ella, por su parte, consideraba que todavía no era nadie, que requería formación José María Samper Agudelo, ca. 1870. Óleo de Felipe Santiago Gutiérrez. Colección Museo Nacional de Colombia. Reg. 476y que en su relación lograba que le enseñaran y le dieran sentido a su conocimiento. Enfrentó con valor los acontecimientos del 17 de abril, pero sufrió por el destino político que pudiera separarlos de manera permanente. Allí se produjo uno de sus mayores sufrimientos. Lo que dijeran los otros de él la afectaba, pero más allá de sentir que era aborrecido por todos.

El amor contrarresta la persecución política a la que se vio destinado por pertenecer a la fracción del liberalismo opuesta a los seguidores de Melo. En las visitas a Soledad se enteró de noticias sobre el posible golpe de Estado. Como secretario de la Cámara de Representantes debió ocultarse:

Mientras que preparábamos Camacho y yo nuestra salida, con otros amigos, estaba yo muy preocupado en otro sentido, a más de lo que aparejaba la situación política. Desde el 18 había hecho saber a la señora Acosta que estaba en salvo y en buena parte, lo que la había tranquilizado, en lo tocante a mí; pero yo estaba inquieto porque Solita, muy reservada y tímida como era, apenas me había dejado adivinar su amor, sin explicarse claramente. Ella quería ser amada pero también adivinaba… Yo pasaba los días de mi encierro llenando en prosa y verso todas las páginas de un lujoso álbum que había comenzado a preparar para ella, y  me proponía enviárselo como un regalo de despedida7.

Ella también debió huir de su casa para un convento donde esperó que llegara la tranquilidad. Abandonó su hogar, sus libros y esperó saber de la suerte que él corría. Una suerte que estaba acompañada de la duda que le generaron sus actos y las respuestas ante la crisis.

La tensión, la división entre el mundo político y la vida amorosa pareció irreconciliable. El día 7 de marzo de 1855 José María llegó a una conclusión: “La fiebre de la política ha cedido…”. Se refería al desplazamiento que hacia otra forma de vida le generó el amor, la espiritualidad religiosa de este, lo sublime. Pero dicha reflexión solo hizo parte de esa dualidad que nunca vio resuelta.

Dadas las cosas, el mundo de lo público logró el equilibrio frente a lo íntimo por medio del matrimonio. En él se expresó la felicidad no solo individual sino también frente a la sociedad. En la conformación de una familia vivió los ideales morales y participó de los intereses de la patria. Después del compromiso, iniciaron los dos Bertilda Samper Acosta, s.f Galeria de Notabilidades Colombianas, José Joaquín Herrera. Siglos XIX y XX. Colección Banco de la República.una aproximación mayor al mundo exterior: de la casa de visitas y los bailes se permitían cada vez más paseos por la alameda, asistir al teatro, a la ópera y lo más importante y que entusiasmaba a ambos frecuentar el Congreso de la República para escuchar los debates, entre los que se encontraban las propuestas de federalización de la nación.

Samper sabía que así se alejara de diversas tentaciones que lo distraían de su destino público, la ruta del matrimonio permitió seguridad, estabilidad, protección y a ella un espacio para inculcar los hábitos, los valores morales y adquirir conocimientos.

La familia se establece en Europa y América

El viaje a Europa hizo parte del futuro ideal del político, escritor y publicista en que se había convertido José María Samper. Al igual que sus contemporáneos consideró el viaje como una forma de participar con su experiencia en la apertura de rutas para la consolidación futura de la nación, la civilización, al establecer nuevas perspectivas y relaciones económicas, culturales y políticas. Inglaterra y Francia hacían parte del futuro de sus ideales literarios y políticos, visitar a Lamartine y las fábricas londinenses era casi igual de importante; España se configuró como el reconocimiento del pasado nacional y la legitimación frente a sus ideales liberales. Soledad, ya había vivido en Londres y París un par de años de infancia. A diferencia de la mayor parte de sus contemporáneas colombianas –diferencia de la que es consciente–, había vivido la experiencia cultural y el aprendizaje del inglés y el francés desde corta edad.

Pero también, en gran parte, yo llevaba la patria conmigo. Mi amada esposa y mis hijitas eran la más encantadora y adorable prolongación de este cúmulo de bienes y cosas amadas que llamamos patria. (…) La poesía, la memoria, la imaginación me mantenían muy fuertemente ligado a todas las cosas nobles y bellas de mi tierra natal; mayormente cuando yo llevaba el propósito de trabajar cuanto me fuera posible por hacer conocer mi país en el extranjero. Por último, mi ardiente deseo de instruirme estudiando y viajandoJosé María Samper Agudelo, s.f. Galeria de Notabilidades Colombianas, José Joaquín Herrera. Siglos XIX y XX. Colección Banco de la República. para ser útil a mi patria, era un poderoso elemento de prolongación moral de aquesta en tierras extrañas, para mi espíritu sediento de luz y ansioso de adquirir fuerza8.

Durante el viaje los dos ingresaron en el mismo proyecto: compartían sus publicaciones para el diario El Comercio de Lima, él sobre los asuntos políticos de Europa, ella más allá de las traducciones que regularmente realizaba en Bogotá, se dedica a la elaboración en los ramos de la crítica y de las “narraciones novelescas”. Ella redactaba con el seudónimo de Bertilda (anagrama de libertad y nombre que darían a una de sus hijas) y el título de Revista de la moda sobre bibliografía, bellas artes, literatura, algo de observaciones de viajes y movimiento de la moda elegante en Europa, él redactaba sobre acontecimientos políticos, el  movimiento literario; economía industrial, crédito público, situación fiscal y estadística en Europa y narración de viajes. Igual los dos participaron como corresponsales en publicaciones colombianas como El Tiempo, El Comercio, La América y El Mosaico.

Mi esposa y yo íbamos escribiendo simultáneamente nuestras impresiones de viaje, y era curioso comparar la diversa manera con que los objetos impresionaban a dos almas unidas por el amor, el patriotismo y la educación, pero de distinto sexo y diferente carácter. Mi esposa se fijaba de preferencia en los objetos naturales y artísticos, y yo en los hechos sociales y políticos; y cuando teníamos que observar simultáneamente un mismo objeto, por ejemplo, un paisaje, un monumento o un cuadro de pintura, Soledad daba la preferencia a lo que le parecía raro, antiguo y de expresión muy delicada, mientras que yo la daba a lo que contenía algo  muy enérgico, nuevo, con rasgos de civilización, y de tendencias espiritualistas, en lo artístico, o democráticas en lo social9.

La tensiones persisten

Las memorias relatan la reflexión sobre el tiempo. Ya quedaban atrás las conquistas amorosas del pasado y las andanzas del viaje. Era una lástima no contar con un relato autobiográfico por parte de Soledad en el que revisara el pasado. José María dio cuenta en su escrito, a los 57 años, de cómo cree él fue sorteando aquellas diferencias que alteraban las relaciones entre la vida privada del matrimonio y su manera de enfrentar la realidad política y su posición frente a ella. En la vida paralela que había asumido con el matrimonio, las pasiones y los sentimientos, tienen que ver con la moral, la que estaba sometida a los principios religiosos que marcaron en el transcurso del siglo la disyuntiva para los liberales neogranadinos. Para Samper la educación religiosa de sus hijas fue una decisión en tensión con sus ideas, al igual que como le ocurrió cuando pese a su perspectiva civil le tocó optar por un matrimonio católico. El pensar y el hacer se presentan acá diferenciados, religioso en poesía, reflexivo en filosofía y política. Samper se enfrentó a las ideas adquiridas en sus lecturas que buscaban una explicación positiva del hombre y del mundo. En 1862 pensaba que:

Ello es que yo me sentía fuera de quicio y de nivel como padre de familia. Mi esposa poseía mi alma, yo era  dueño de  la suya, y nuestras almas armonizaban por el culto a la belleza, en su patriotismo y en sus esfuerzos por adquirir luz en todos los sentidos; y sin embargo, faltaba entre los dos la comunidad en la cosa más elemental de la vida: en las relaciones a nuestra alma con la divinidad, yo idolatraba a mis hijitas, que eran mi mayor encanto y mi más poderoso estímulo para todos los esfuerzos; y sin embargo llegaría un tiempo en que ellas, al crecer y tener conciencia religiosa, no estarían en comunidad de creencias y culto conmigo, faltándonos así uno de los más poderosos vínculos de confianza, de intimidad y destino…10

La sensibilidad del político, la de la escritora que dedicó sus últimos años a la publicación del periódico La Mujer permiten ver en sus múltiples textos las formas como se encontraron y distanciaron sus propuestas  frente al amor y la política, quizá en lo que ambos consideraron la búsqueda de la felicidad no solo individual sino de la patria. Las relaciones solo las podemos leer con el paso del tiempo. Nunca sabremos sobre lo no dicho, sobre los silencios y las ausencias.Samper lo expresaba así en su diario de juventud: “¿Por qué será que  mi Soledad es tan silenciosa cuando estoy a su lado acariciándola?”11.

Referencias

  1. Acosta de Samper, Soledad. Diario íntimo y otros escritos de Soledad Acosta de Samper, edición y notas de Carolina Alzate. Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004, p. 4.
  2. Samper, José María. Historia de un alma (1834 a 1881). Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1948, p. 28.
  3. Alzate, Carolina. “El diario epistolar de dos amantes del siglo XIX. Soledad Acosta y José María
    Samper”. Revista de Estudios Sociales, Bogotá, Uniandes, No. 24, 2006.
  4. Acosta de Samper, Soledad. Ob. cit., p. 460.
  5. Acosta de Samper, Soledad. Ob. cit., p. 80.
  6. Samper, José María. Diario. (Día 7 de marzo).
  7. Samper José María. Historia de un alma, p. 52.
  8. Samper, José María, Historia de un alma, p. 145.
  9. Samper, José María. Historia de un alma, p. 246.
  10. Samper, José María. Historia de un alma, p. 334.
  11. Samper, José María. Diario íntimo. (Día 27).

Bibliografía

  • Acosta de Samper, Soledad. Diario íntimo y otros escritos de Soledad Acosta de Samper, edición y notas de Carolina Alzate. Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004.
  • Alzate, Carolina. “El diario epistolar de dos amantes del siglo XIX. Soledad Acosta y José María Samper”. Revista de Estudios Sociales, Bogotá,Uniandes, No. 24, 2006.
  • Samper, José María. Diario de José María Samper Agudelo. Comenzado el 1 de enero de 1855. Manuscrito. Colección de la Biblioteca Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo.
  • Samper, José María. Historia de un alma. (1834 a 1881). Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1948.