Opinión
Acaba de estrenarse en Netflix la nueva temporada de Black Mirror, con más episodios que las dos anteriores; son seis en esta tercera entrega, aunque no sé si sea correcto el término “episodios”, ya que cada uno está hecho como una película singular, con sus propios actores y una trama independiente.
Quizás no haya una mayor congruencia que la que hay entre lo que Antonio Caballero escribe en sus columnas y la cara que pone cuando habla. Mírenlo y digan si es una exageración: el ceño fruncido dibuja en la frente algo similar a un árbol en otoño, cuyas ramas son la marca de antiguas elucubraciones que reflejan cierta preocupación perenne o un genio de los mil demonios. Sus ojos melancólicos, o más bien su mirada impaciente, delata un genuino fastidio con la pose, o mejor, con que lo inviten a posar. A él, que nunca ha connivido con las apariencias.
El columnista de revista Semana, uno de los periodistas más escépticos del país, anda escribiendo una historia de Colombia para la Biblioteca Nacional, que la está publicando capítulo tras capítulo, desde la llegada de Colón a América, en formato digital. Por estos días aparecerá en la página web de la institución el cuarto capítulo, que se puede leer sin pagar un peso.
Es común que una generación que ha vivido un gran cambio político represente los miedos de la generación anterior (de 30 años antes, aproximadamente) en obras que se construyen desde el punto de vista de los niños. Es natural y honesto que así sea, por la obvia razón de que los autores de las obras que tratan sobre la generación anterior fueron niños durante el período que quieren representar.