23 de noviembre del 2024
De izquierda a derecha. Isabela Cantos. Juliana Zapata. Valentina Quiceno.
De izquierda a derecha. Isabela Cantos, 20.843 suscriptores. Juliana Zapata, 59.831 suscriptores. Valentina Quiceno, 21.101 suscriptores.
27 de Junio de 2016
Por:
Redacción Credencial

No son brutos, solo que gustan de otros libros. Leen, graban, editan, reseñan y opinan. Millones de jóvenes los ven, los siguen, comentan sus contenidos y junto a ellos llenan sus estanterías de nuevos títulos. Es la nueva realidad de los booktubers.

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La comunidad BookTube o la lectura como tendencia

La vida digital, a la que millones de jóvenes se conectan, está llena de debates. Incluso hay youtubers que critican a otros por considerarlos de menor calidad. Hay espacio para todo: tutoriales de las más diversas índoles, clases de matemáticas, consejos de belleza, rutinas de ejercicio, recetas de cocina, humor, videojuegos, vivencias diarias y… crítica literaria. Sí, los jóvenes que viven conectados a través de tablets, smartphones y PC también leen, comentan y critican.

La comunidad BookTube surgió hace un poco más de seis años en habla inglesa; en castellano, hace cuatro, y se especializa en comentar libros. Cientos de jóvenes dedican horas a la lectura, para luego comentar y compartir impresiones con sus suscriptores. Su influencia es tanta que las editoriales los buscan, los apoyan y, como a cualquier crítico literario, les envían paquetes de libros mensualmente.

 

Por gusto y por emoción 

El promedio de los suscriptores de estos canales está entre los 13 y 26 años, y comparten la forma de comunicarse, la moda y –ante todo– los gustos literarios. En Colombia se destacan tres lectoras: Juliana Zapata, de 26 años, y cuyo canal, BastVilard, cuenta con 59.831 suscriptores; Valentina Quiceno, de 17 años, dueña de The Grey Lady, que tiene 21.101 suscriptores, e Isabela Cantos, de 23 años, cuyo canal, Crónicas de una merodeadora, suma 20.843.

Las críticas contras los youtubers no los afectan. De hecho, ninguna comenzó a comentar libros en internet con ánimo de posar de intelectual. Isabela dice que los booktubers no pretenden reaccionar a las afirmaciones de que son “una generación vacía”. “Surgimos para comentar los libros, no para demostrar que no somos huecos porque no lo somos, como tampoco lo son los youtubers. Si un canal como el de Germán Garmendia tiene casi 28 millones de suscriptores es porque algo está haciendo bien”.

El número de suscriptores que tienen sus canales generan un impacto que, según Jaime Báez, jefe de promoción de Editorial Océano, se evidencia en la cantidad de personas que interactúan con ellos hablando de libros en las redes sociales.

Isabela lee porque le gusta aislarse de la realidad y emprender aventuras en la piel de guerreros, princesas y vampiros. Con su canal quiere llegar a personas que, como ella, disfrutan de este tipo de libros y no tienen con quién hablar al respecto. “A pesar de que somos muchos, estamos repartidos por todas partes. Puede que en tu círculo de amistades nadie lea. Por eso recurres a internet, para conocer a más gente que tiene esos intereses específicos y pueda hablar contigo”.

La necesidad de comunicación también motivó a Valentina, quien transmite desde Medellín. “Ha sido un camino maravilloso poder comentar los libros que disfruto a personas que también comparten mis mismos gustos por la lectura”.

No es un trabajo. Tampoco una obligación. Solo su pasatiempo. Uno en el que invierten dinero, tiempo y conocimiento. De la misma manera en que los youtubers deben escribir sus guiones y preparar sus escenas, ellos deben terminar los libros, escribir sus reseñas y editar. Hasta tres días de trabajo por video para tener, como dice Juliana, su propia voz en internet.

A diferencia de los youtubers, que han conseguido mucho dinero con sus videos, los booktubers tienen claro que de sus reseñas no podrán vivir. Juliana, quien es ingeniera informática y trabaja como arquitecta del sistema de prevención de intrusos en una institución financiera, prefiere quedarse con su profesión.

El dinero que obtienen gracias al sistema de pago de YouTube, que depende del número de visualizaciones monetizadas, es decir en las que se deja rodar la publicidad sin bloquearla, se va en libros. No es mucho. Isabela asegura que la razón es que sus contenidos son más específicos. Y a que su público es de nicho. Aunque esto no les impide despertar las mismas críticas que sus colegas. “Dicen que somos promotores de lectura basura”.

Gran parte de estos canales se especializa en literatura juvenil, una de las razones por las que – según Ana Ximena Oliveros, directora de comunicaciones de Penguin Random House– las editoriales los buscan. “En los medios de comunicación habituales no existe un espacio dedicado a este tipo de libros, ni a este tipo de lectores”. Para ‘La merodeadora’ la literatura juvenil contiene todos los temas que se pueden tocar en la clásica, solo que de una manera más accesible para los jóvenes. Lo que, según ella, explica que una generación calificada como no lectora ahora tenga bibliotecas enormes.

Por su parte, Valentina comenta todo tipo de libros. “Con el tiempo, el propósito ha sido crear un contenido variado porque hay muchas personas que disfrutan de lecturas distintas de la literatura juvenil. Así que en mi canal me puedes ver hablando de Bukowski y de Sábato, pero también sobre J. K. Rowling o Cassandra Clare”.

 

¿Promotores o críticos?

Aunque Juliana no se considera ni lo uno ni lo otro, y se define más bien como una lectora que comparte su opinión en internet, lo cierto es que, como reconoce Valentina, con el tiempo sus videos –en los que también se registra la espera por el nuevo capítulo de una saga o la tristeza por la muerte de algún personaje– hacen parte de las redes que están impulsando las ventas de la literatura juvenil.

Hugo Marroquín, gerente de mercadeo de Planeta, dice para entender a los booktubers hay que tener claro que ellos no son críticos ni tienen como objetivo serlo. “Si hay críticas sobre eso, no vería mucho sustento. Son personas que simplemente opinan sobre las lecturas que disfrutan, tal y como lo hace cualquiera en su cotidianidad”.

Al respecto, Oliveros opina que además de los booktubers, las redes sociales e internet rompieron las fronteras. “Ya no pasan meses para que un libro que estén leyendo miles de jóvenes en Estados Unidos o en Europa lo conozcan en nuestros países. Incluso cuando llega la publicación en español ya muchos lo han leído en inglés”.

Esa falta de fronteras se evidencia en la rapidez con la que los contenidos se convierten en los más buscados. El video debut de Isabela, en julio de 2014, contó con 150 visitas y le significó 70 suscripciones. Casi dos años después, tras un poco más de 250 videos, su canal es el tercero más grande del país. Ya es reconocida. Se toma selfies y firma autógrafos. Las editoriales conocen su trabajo y su fama, por eso le han propuesto escribir un libro. Todavía no ha aceptado. Dice que no quiere publicar algo parecido al libro de Garmendia. Ella quiere hacer literatura. 

 

 

*Publicado en la edición impresa de junio de 2016.