150 Años en el País de las Maravillas
¿Quién es Alicia? Dicen que es Alice, Alice Lidell, una de las tres hijas del decano de la Iglesia de Cristo, Henry George Liddell. Ella llegó a la vida de Lewis Carroll (Charles Lutwidge Dodgson) en 1855, cuando tenía cuatro años y Carroll 23, pues se convirtieron en vecinos. Se envolvieron en una relación cercana, muy cercana, tan cercana que cuando creció, Alice Lidell contó que pasaba más tiempo con Carroll que con su padre.
La leyenda de Alice ha sobrevivido todas las generaciones. El paseo en el río que se tardó toda la tarde y en el que no solo estuvieron las tres niñas (Alice, Edith y Lorina) con Carroll, sino con su amigo, el párroco Robinson Duckworth. La invención creativa de aquel momento casi épico en la historia literaria: Carroll, para entretenerlas, les contó por primera vez la historia de Alicia, una niña perdida en un mundo imaginario. Según la leyenda, que también tiene su origen en los diarios del autor, Alice fue la más interesada en la historia y le hizo prometer que, de regalo para ella, escribiría el relato. “Marqué ese día con una piedra blanca”, escribió Carroll.
Otros dicen que esa no es Alicia. Que Alicia, la del país de las maravillas, es un personaje totalmente imaginario; que su autor solo tomó el nombre de la niña; que ambas personalidades no tienen parecido. Pero esa Alicia, la del libro, la de los 150 años, también ha sido muchas a lo largo de su vida literaria. Y entonces, ¿quién es Alicia?
Expertos dedicados a estudiar a Carroll le han dado distintas definiciones. Para Alexander Taylor, en ‘La noche blanca’, Alicia es un comentario de la historia eclesiástica contemporánea. Para William Epson, en “Alicia en el país de las maravillas: la niña como amante”, ella es un simbolismo del falo y su viaje es una representación del regreso al útero. Para Donald Rackin, en “La travesía de Alicia al final de la noche”, Alicia es un comentario sobre el significado del mundo en un mundo sin sentido. Para Jenny Karlsson, en su ensayo “La vacilación de Alicia entre la niñez y la adolescencia”, Alicia es una niña-adolescente en busca de su identidad. Así, Alicia ha mutado de personalidad en cada una de las interpretaciones que de ella se han hecho. En eso se parece a su creador.
Carroll fue el tercero de once hermanos y tuvo la fortuna de crecer bajo el amparo de dos padres cariñosos. Su primer libro de poemas, que fue una especie de magazín familiar, se publicó por primera vez en 1954, 100 años después de haberse escrito. Esos poemas ya dejaban ver sombras de lo que luego sería el escritor en su vida adulta y de un existencialismo inusual para un joven de su edad. Mr. Tate, su instructor de la infancia, reconoció su talento: “Dogson fue dotado de una gran creatividad para la sustitución de sustantivos y verbos”.
“What may I do?” at length I cried, / Tired of the painful task. /The fairy quietly replied, / And said, / “You must not ask” (“¿Qué debería hacer?” lloré largo rato, / cansado por la dolorosa tarea. / El hada respondió tranquilamente / y dijo, / “No debes preguntar”).
Aunque Langford Reed en su biografía sobre Carroll escribió que su relación con Alice y las otras niñas era meramente inocente, otros piensan lo contrario. Muchos años después de su muerte, se han sugerido las peores cosas sobre su personalidad. El escritor Richard Wallace afirmó que algunos textos crípticos de Carroll son una prueba de que era él Jack el Destripador.
Su obra fotográfica también ha servido para hacerle mala fama. Aunque no se conserva completo su trabajo –Carroll también tenía talento para la imagen– algunas de las colecciones que pudieron rescatarse mostraban cientos de fotos de niñas tomadas por él.
En un documental de la BBC estrenado a principios de este año, se dice que es probable que Carroll rompiera relaciones con los Liddell por cuenta de una de esas fotografías. La cadena se encontró al final de la investigación con una imagen inédita, no de Alice, sino de Lorina, su hermana mayor, en una posición muy comprometedora. La presentadora Martha Kearney afirmó que era “una foto que ningún padre habría consentido para su hija”.
Vanesa Tait, bisnieta de Alice Liddell, le dijo a BBC: “Mi opinión es que él estaba enamorado de Alice, pero se encontraba tan reprimido que nunca habría transgredido las reglas. Creo que era un hombre extraño y las personas que dicen lo contrario se equivocan”.
“Lo que haya hecho o vivido su autor, es otro tema. Nosotros usamos a Alicia para alimentar la imaginación de nuestros estudiantes”, afirma Luz Helena Villamizar, coordinadora pedagógica de Mafalda, jardín de 40 años de trayectoria en Bogotá, que recibe niños hasta los cinco años. “Lo que hemos observado es que a los niños les gusta muchísimo todo lo que hay en relación con la fantasía. Les gusta cómo lo improbable se puede volver probable”. También han usado el libro para enseñar Alice Liddell retratada por Lewiss Carroll, en 1858matemáticas a los niños, pues el juego de dimensiones y lógica de Alicia se ha convertido en un referente.
Para la experta en literatura infantil Silvia Castrillón, lo que encanta a los niños es el “juego con las palabras que subvierte el orden establecido. El orden victoriano en su época y la lógica y el sentido en el presente”.
La publicación de Alicia por Macmillan, en 1865, se convirtió en un éxito de inmediato: 180 mil copias de distintas reediciones se vendieron en Gran Bretaña durante la vida de Carroll.
Alice in wonderland rompió con los esquemas de la literatura victoriana, y así lo reconoció la crítica de la época. The Pall Mall Gazette dijo: “esta encantadora historia es una fiesta de niños y un triunfo del sin sentido”.
Cuenta Robert Philips, autor del libro Alicia en el país de las maravillas, en perspectiva, un análisis publicado en 1971, que el carácter de Alicia se separó tajantemente de la típica heroína victoriana. Pone como ejemplo a la protagonista de Amelia and the Dwarfs, una chica rebelde que al final del libro termina aprendiendo a comportarse como una mujercita decente.
Alicia no es ni lo uno ni lo otro, agrega Philips. Ni muy rebelde ni muy damita. Es, eso sí, curiosa, distinta. Hace cosas extrañas. La gente la ve extraña. Nada de lo que le pasa, ni en el país de las maravillas ni en la vida real, es una experiencia didáctica que moldea su carácter. Aunque vive miles de experiencias, ninguna es moralizante. Y si lo es, no se siente como un discurso.
Y Alicia no es un ángel, ni una damisela en apuros esperando ser salvada por su príncipe. Alicia está ahí, tan perdida en sí misma como otras niñas de su edad. Encerrada en un problema de identidad tan grande, como el que ha acompañado al mito de su creador.
Cuando la oruga le pregunta a Alicia “¿Quién eres?, ella no sabe responder. Piensa que es una pregunta difícil. Al final atina a decirle que por los constantes cambios de tamaño que ha experimentado, ya no lo sabe. ¿Quién es Alicia? Ni ella lo tiene claro.
Fotografía 1: Alice Liddell retratada por Lewis Carroll, en 1858 >Fotografía 2: Alicia crece mientras ve correr al conejo blanco, espléndidamente vestido. Ilustración de Jhon Tenniel de la edición original de 'Alicia en el país de las maravillas', publicada en 1865.