BOLÍVAR: LAS MUJERES, LA POLÍTICA Y LA GLORIA
Escribir sobre la existencia de distintas mujeres en la vida de Simón Bolívar ha entusiasmado a más de un autor. En su gran mayoría, quienes se han ocupado del tema, comparten un formato bastante similar: ofrecen un inventario sobre los episodios amorosos de Bolívar, organizado de manera cronológica, en el cual identifican el nombre, apellido, edad y procedencia de cada una de las damas, añaden detalles que permitan conocer el lugar, la duración e intensidad del romance y, en algunos casos, aclaran si, como resultado del encuentro, hubo o pudo haber descendencia.
Se trata de una peculiar fascinación cuyo propósito fundamental es reunir estas experiencias amorosas o galantes como una fórmula, mediante la cual se aspira a mostrar que Simón Bolívar fue un hombre de “carne y hueso”, y así romper con la abrumadora tendencia que caracteriza a los muchísimos libros escritos sobre el Libertador, en los cuales se le presenta como un héroe inalcanzable, despojado de emociones, de sentimientos, de afectos y, sobre todo, de vida amorosa.
Una muestra representativa y temprana de esta modalidad es el libro Historia secreta de Bolívar firmado con el seudónimo Cornelio Hispano que corresponde al colombiano Ismael López. La obra se publicó en 1924, en Madrid. Dedicó Cornelio Hispano numerosos capítulos a los episodios afectivos de Bolívar, desde su matrimonio con María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza en Madrid, cuando no había cumplido 20 años, hasta la última carta escrita, días antes de morir, dirigida a uno de sus amores parisinos de juventud.
Aparecen allí anotadas, de manera pormenorizada, cada una de las damas con quienes Bolívar compartió sus afectos. Además de su esposa María Teresa y de Fanny Du Villar, su amor parisino de juventud, señala Cornelio Hispano a otras mujeres entre las cuales figuran Anita Lenoit, Josefina Madrid (Josefina Machado), Isabel Soublette, Bernardina Ibáñez, Teresa Laines, Joaquina Garaicoa,Manuela Madroño. Mención especial le merece Manuela Sáenz, a quien le dedica un capítulo bajo el título: “Manuelita la bella”. No esconde Cornelio Hispano, desde las primeras páginas, su fascinación por Bolívar:
…en Bolívar todo es noble, todo es grande, todo es digno de él, y a medida que se investigan sus más íntimas y humanas actitudes, uno piensa que este hombre tuvo siempre ante sus ojos la suprema norma de los antiguos: aun en la caída, caer con elegancia. Estudiarlo, pues, en las más secretas aventuras de su vida, es casi sentir las recónditas palpitaciones de su gran corazón, es acercarse a la perfecta compresión de su genio1.
Penetrado de estas recónditas palpitaciones, Hispano hace el recorrido por los episodios amorosos del genio de América, recurriendo a testimonios, cartas y noticias de diverso tipo y procedencia, las cuales incluye al final de la obra. El resultado es una de las más completas y tempranas compilaciones sobre la materia, fuente insoslayable de muchas otras narraciones que siguen esta misma orientación, independientemente de que los distintos episodios hayan ocurrido, tal como los presenta el autor.
Es bueno advertir que Cornelio Hispano no es un recién llegado a la bibliografía bolivariana, todo lo contrario: en su lista de publicaciones figuran varios títulos referidos al grande hombre de América. Además, fue por empeño suyo que se publicó completo, por primera vez, el muy polémico Diario de Bucaramanga, escrito por el oficial francés Luis Perú de Lacroix, cuyo manuscrito se mantuvo en el más sigiloso secreto hasta que Hispano lo sacó a la luz en 1912.
Las anotaciones del francés refieren muchos aspectos de la vida personal de Bolívar, sus reflexiones, opiniones, juicios, detalles, caprichos, su ánimo personal. Se trata de un acercamiento poco común, obviamente subjetivo, a su personalidad y emocionalidad en un momento particularmente difícil de su biografía, justo antes de decidir el establecimiento de un régimen dictatorial en Colombia, luego del fracaso que representó la Convención de Ocaña en 1828.
No resulta, por tanto, casual ni extravagante que Ismael López, transmutado en Cornelio Hispano, se haya dispuesto a hurgar en la vida íntima de Simón Bolívar para escribir la Historia secreta de Bolívar, años después del escándalo suscitado por el Diario de Bucaramanga.
Sin embargo, no consiguió el mismo éxito. La Historia secreta de Bolívar no tuvo en su momento, ni después, mayor relevancia. Tampoco su autor. Cornelio Hispano falleció en 1962, olvidado y desconocido. No ocurrió lo mismo con la información reunida por el escritor colombiano. Sorprendentemente, una visita a la red, deja ver que la mayor parte de los datos recopilados y publicados en las primeras décadas del siglo XX por este entusiasta seguidor de Bolívar, han tenido mayor difusión de la que tuvo su libro.
Julio César García Vásquez en un artículo titulado “Los amores de Bolívar y Miranda”, con fecha diciembre de 2004, y de libre acceso por internet, reproduce textualmente numerosos párrafos de la obra de Cornelio Hispano para dar cuenta de la vida amorosa del Libertador2. Otros portales también se nutren de los datos reunidos por Cornelio, sin mencionarlo. Así, puede verse en una entrada elaborada por José Rosario Araujo3 y en una entrega escrita por Jorge Mier Hoffman4, bajo el título “Amores y la última carta amorosa de Simón Bolívar”, colocada en un portal vehemente y abiertamente favorable al gobierno venezolano actual5.
Lo más elocuente y llamativo no es la coincidencia de la información, sino que ambos autores publican sus artículos el 14 de febrero, día de los enamorados, una manera bastante original de rendirle tributo al Libertador, recordando su vida amorosa, justo el día de San Valentín.
También en el blog del escritor venezolano Ramón Urdaneta, se incluye un texto referido al mismo tema6: Urdaneta es autor de Los amores de Simón Bolívar, libro que amplió y reeditó en 2003 con el título Los amores de Simón Bolívar y sus hijos secretos. Según afirma Urdaneta, Bolívar tuvo 46 amantes y 23 hijos. No son estos los únicos portales en los cuales puede leerse información similar: están también las populares páginas tutarea.com, el rincondelvago.com y muchas otras que incorporan datos de distintos autores, sin preocuparse por la procedencia o confiabilidad de la información.
A esta manera de atender la vida galante y/o amorosa de Simón Bolívar, de la cual no son estas sus únicas expresiones, le salió al paso el venezolano Vicente Lecuna, estudioso de la vida y obra de Simón Bolívar, encargado de organizar su archivo, editor de sus cartas, proclamas y documentos y quien, producto de su experiencia y empeño, se erigió en oráculo absoluto de lo que es verdad o mentira en la vida y documentación de Bolívar, lo cual puede advertirse en las notas y comentarios que añade al pie de muchas de las cartas de Bolívar, dictaminando si pueden ser o no tomadas por auténticas o, si lo que dice allí, fue en efecto dicho por el Libertador.
Desde este Olimpo historiográfico y sin que queden claros o explícitos los fundamentos que apoyan cada una de sus categóricas sentencias, discurre Lecuna cuando se ocupa de comentar las visiones construidas sobre “Los amores de Bolívar”7. Así titula el ensayo que dedica al tema en su libro Catálogo de errores y calumnias en la vida de Simón Bolívar. La obra, como su nombre lo indica, tiene como propósito establecer qué es verdad y qué es mentira en la vida de Bolívar, incluyendo, naturalmente, sus amores.
De la abultada nómina de mujeres con quienes se ha escrito que Bolívar tuvo algún tipo de relación amorosa, Lecuna admite como válidas a Fanny Du Villar, a Manuela Sáenz, naturalmente; a Bernardina Ibáñez, “la Melindrosa”; a Benedicta una señorita de Chuquisaca y a doña Francisca Zubiaga de Gamarra, doña Panchita. También acepta que Josefina Machado fue novia de Simón Bolívar en 1813, pero niega rotundamente que, por esperar a su amada, Bolívar hubiese detenido la expedición de Los Cayos durante 48 horas. Se trata de una falsedad escrita por Ducoudray Holstein, enemigo declarado de Bolívar, en cuya obra sobran los infundios y calumnias contra el Libertador; también es invención del mismo libelista el supuesto romance con Isabel Soublette. Según Lecuna, las sospechas del francés no tuvieron otro objeto que “mancillar la buena fama de esas niñas”, de igual forma, carecen de asidero los comentarios hechos por el coronel Hippisley, “supuesto oficial sin servicios”, quien “lanza afirmaciones venenosas contra Isabel Soublette”, con total desapego a la verdad.
No reconoce Lecuna el romance con Anita Lenoit, en 1812: “Es muy dudoso que en marcha precipitada para sorprender a los enemigos, Bolívar se detuviera en ese lugar siquiera unas horas”, por tanto, no hubo encuentro con la francesa de Salamina. La supuesta pernoctada con Luisa Crobert en Kingston también es descartada por Lecuna; en este caso, sigue lo que el propio Bolívar manifestó al referirse a esa noche. Se trata, en consecuencia, de un episodio que tiene todo el aspecto de ser “una invención posterior”. También desecha el amorío con Manuelita Madroño, referido por Cornelio Hispano, quien a su vez lo toma de las leyendas de Ricardo Palma, las cuales, según sentencia de Lecuna, son “todas falsas”.
En Lima no hubo episodios amorosos, concluye el autor del Catálogo de errores y calumnias. Tan categórica afirmación se fundamenta en lo dicho por dos historiadores peruanos: Jorge Corbacho y Luis Alayza Paz Soldán. Ambos gozan de la confianza y aprecio intelectual del experto bolivarista, el primero por sus conocimientos y sagacidad de investigador “sin intereses particulares sobre este asunto y guiado únicamente por el amor a la verdad”; el otro por ser un historiador peruano, especialista en tradiciones sociales. De forma que, valido de estos dos baluartes historiográficos sobre los cuales no caben reservas ni dudas, queda descartada cualquier afirmación que diga lo contrario.
No esconde tampoco su malestar por comentarios que puedan poner en entredicho la estimación que merecen mujeres que tuvieron una clara cercanía afectiva con el Libertador, como es el caso de Manuela Sáenz. De allí que los juicios, comentarios, cuentos, calumnias y enredos vertidos por algunos autores de dudosa confiabilidad, como es el caso de Jean Baptiste Boussingault, son condenados y desestimados sin contemplaciones, como se aprecia en el párrafo siguiente:
“Afirma Boussingault en sus Memorias que Manuela tuvo de amantes en Bogotá al doctor Cheyne y al joven inglés Wild. Nosotros sin datos concretos a este respecto y dada la naturaleza infame de los escritos del sabio francés sobre Manuela, no damos ninguna fe a estas aserciones. Por los elogios de Boussingault a la belleza y atractivos de Manuela y el anhelo constante de cultivar su amistad, se deduce que estuvo locamente enamorado de ella y despechado por su indiferencia se vengó, como mal caballero, cada vez que la menciona en sus memorias”8.
Un juicio muy acorde al rigor de la crítica histórica, por cierto.
Pero, tratándose de los amores de Bolívar, no puede decirse que el doctor Lecuna haya tenido mucho éxito con sus juicios y sentencias, todo lo contrario. Más crédito y popularidad ha tenido la narración de Cornelio Hispano y los muchos escritos que siguieron o enriquecieron sus primeros pasos.
Sin embargo, el tema no concluye aquí ya que, a esta variopinta tendencia bibliográfica referida a la vida amorosa de Bolívar, se contrapone otra vertiente de orientación inversa cuyo móvil es, más bien, destacar que el gran amor de Simón Bolívar, su verdadero y legítimo amor, fue su esposa María Teresa Rodríguez del Toro.
Muestra representativa de esta apreciación puede leerse en la breve biografía “María Teresa de Bolívar: un hombre y una mujer”, escrita por el venezolano Rafael Fuentes Carvallo, en 1982, un año antes de la apoteosis del bicentenario del nacimiento del Libertador. La conclusión del autor es como sigue:
“Y María Teresa se convirtió en la ‘soledad que le hizo compañía’. Ella vivió siempre en su corazón, asomada algunas veces a su labio o a su pluma. Desde que la conoció hasta que el Señor misericorde, le concedió la gracia de compartir su ‘ausencia’, la Historia pudo atesorar tiernas reflexiones sobre el amor que lo unió con lo único que realmente quiso para sí, con el ‘amable hechizo de su alma’, dando fe del mismo cuando la deseó, cuando la amó y cuando la recordó”9.
Esta valoración sobre el recuerdo perpetuo de María Teresa en la vida de Bolívar, se nutre de los comentarios que el propio viudo hizo, en vida, acerca de su difunta esposa.
En el ya citado Diario de Bucaramanga, la única mención hecha por Bolívar sobre su vida amorosa se refiere, precisamente, a María Teresa:
“Quise mucho a mi mujer y su muerte me hizo jurar no volver a casarme”.
“La muerte de mi mujer me puso muy temprano en el camino de la política y me hizo seguir el camino de Marte en lugar de seguir el arado de Ceres”10.
No menciona a ninguna otra mujer en sus recuerdos de Bucaramanga.
Daniel Florencio O’Leary, oficial irlandés muy cercano al Libertador, quien, después de la muerte de Bolívar tuvo a su cargo una importante sección de su archivo, incorporó en sus Memorias, el juicio y valoración que tenía Bolívar sobre su difunta esposa: “Joya sin tacha de inestimable valor”11.
A estas menciones, se suma el registro de lo que dijo Bolívar en el momento de su sepultura en la Catedral de Caracas, en 1803: “Yo contemplaba a mi mujer como un ser divino. El cielo creyó que le pertenecía y me la arrebató, porque no era creada para la tierra”.
Resulta perfecto para la visión del héroe impoluto, esta imagen del hombre viudo, que jamás borró de su alma el recuerdo de su joven esposa, abrupta y tempranamente arrebatada de sus brazos. Es su inesperada ausencia lo que determina su compromiso político, es el dolor de su ausencia lo que impide que se case nuevamente, es su inolvidable ausencia lo que justifica su silencio sobre su vida amorosa.
Esto, por lo demás, resulta congruente y concuerda a la perfección con la idea comúnmente aceptada para la época acerca de la política y de la historia, como espacios exclusivamente masculinos. Esta consideración era compartida por Bolívar y por los hombres de su tiempo para quienes el lugar de las mujeres era el hogar, como madres, hijas, hermanas o esposas ejemplares de los protagonistas de la historia, ajenas a la vida política y ausentes, por tanto, de las decisiones y de los acontecimientos que marcaron la historia de la humanidad12.
En más de una ocasión Bolívar le insistió a su hermana María Antonia (monárquica primero y bolivariana después) que no se metiera ni opinara de política: “Es muy impropio de las señoras mezclarse en los negocios políticos”13. También trató, sin éxito, de contener la vehemencia y resoluciones políticas de Manuela Sáenz, ejemplo de ello es su última carta a Manuela, el 11 de mayo de 1830, cuando derrotado se dirige a Santa Marta y le recomienda que tenga “mucho juicio”. La quiteña no le hizo el menor caso, se quedó en Bogotá y vivió intensa y comprometidamente aquel difícil momento político.
Si bien, en algunas de sus proclamas está presente la exaltación de la participación de las mujeres, lo hace desde un discurso en el cual se saluda el compromiso femenino a favor de la causa de la independencia, desde las acciones que se corresponden con esa condición: como madres, hermanas o esposas de combatientes; por la abnegación, generosidad y socorros prestados a la patria o por ocupar temporalmente los roles masculinos que exigían aquellas difíciles circunstancias.
No hay, pues, desde el testimonio directo de Bolívar, ninguna consideración o mención respecto a que, en su vida, hayan ido de la mano el amor y la política. El amor quedó enterrado en la catedral de Caracas y le abrió las puertas para que pudiera ir en busca de la política, hasta alcanzar la gloria: su verdadera pasión.
La paradoja es que, en la mitificación de los héroes, son válidas todas las versiones: la del devoto esposo, la del amante insaciable y la del Libertador glorioso. Hay para todos los gustos y también para los muchos disgustos. •
Referencias
- Hispano, Cornelio. Historia secreta de Simón Bolívar, Madrid, 1924, p. XV.
- www.interconexioncolombia.com/documentos/historia/Bolivar (Se puede bajar en formato PDF).
- http://agendaculturaldecaracas.blogspot.com.es/2009/02/los-amores-de-simon-bolivar.htlm (14 de febrero 2009).
- Jorge Mier Hoffman es también el autor de La carta que cambiará la historia, Caracas, Editorial Arte, 2008. Un libro en el cual sostiene, sin el menor fundamento histórico, que Bolívar no falleció de muerte natural, sino que fue víctima de una conspiración que puso fin a su vida. Esta tesis fue la que motivó o sirvió de pretexto para que se procediera a la exhumación del cuerpo de Simón Bolívar el 17 de julio de 2010, por órdenes del presidente Hugo Chávez Frías.
- www.aporrea.org/actualidad/n151076.html (14 de febrero, 2010).
- http://ramonurdanetavenezuela.blogspot.com.es/2011/09/algunas-mujeres-de-simon-bolivar.html
- Lecuna, Vicente. Catálogo de errores y calumnias en la vida de Simón Bolívar, Nueva York, 1956, 3 vols.
- Ibíd., t. I, p. 288.
- Fuentes Carvallo, Rafael. “María Teresa de Bolívar. Un hombre y una mujer”, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, No. 276, oct.-dic., 1986, p. 1068.
- Perú de Lacroix, Luis. El diario de Bucaramanga, Madrid, 1912, pp. 98 y 100.
- O’Leary, Daniel Florencio. Memorias del general Daniel Florencio O’Leary, tomo I, p. 11.
- Sobre este tema en los últimos años se ha publicando una amplísima producción historiográfica en la cual no solo se han analizado las consideraciones existentes sobre las mujeres y su participación política en la independencia, sino que se ha hecho un enorme esfuerzo por explicar y demostrar los diversos espacios y compromisos políticos de las mujeres durante estos complejos tiempos, tanto en España como en América.
- Sobre María Antonia Bolívar y su relación con su hermano puede verse mi libro La criolla principal, Bogotá/Caracas, Aguilar, 2008.